(Por Alejandro Bovino Maciel).El paralelo que separa la derecha de la izquierda tiene 2 extremos (A y B) como la recta euclidiana: Sentimientos y Razón. ¿Qué es lo que está en la base de las éticas, aún en las “racionales” como la moral kantiana?
Al anunciar que nuestra debe obedecer a la ley moral o imperativo categórico, como llamaba Kant: hacer el bien por el bien mismo, no buscando premios o recompensas, lo hacemos porque la finalidad de obrar bien se considera buena y beneficiosa, y esa ya es una valoración que está en el orden de los sentimientos, no de la lógica racional.
Ubicándonos en esta línea histórica se considera derecha al conservadurismo político que defiende el privilegio de una minoría privilegiada. La derecha cacarea a los cuatro vientos la bandera de la meritocracia, pero si miramos con lupa los méritos de sus agraciados veremos que son pocos los que “se hicieron a sí mismos” la gran mayoría proviene de familias (castas) que tuvieron los privilegios de los mejores colegios, las mejores vidas, los mejores lujos, la mejor alimentación. Partieron desde la base del confort y libres de necesidades. No hace falta ser tan inteligente para detectar que el sentimiento del egoísmo sostiene todo el sistema.
Toda derecha defiende esos privilegios de clase, de seguir manteniendo su clase. La derecha tiene bien claro lo que significan las clases sociales pero enseñan a “los de abajo” (es decir, nosotros) que el tema de las clases sociales es invento de marxistas. En todo el orden social (piense en la escuela, en los medios de comunicación, en lo que emana oficialmente del gobierno) jamás se menciona el tema de las clases sociales. Es un tema “molesto” porque se corre el riesgo de la toma de conciencia. Tratan a los sirvientes “como de la familia” pero cuando mueren olvidan la herencia de esa pobre mujer que los sirvió durante 40 años. La mayoría de las veces ni siquiera les hacen los aportes sociales para permitirle jubilarse dignamente al final de su vida laboral. Total, ella es “de la familia” pero a la hora de cenar, ella come en la cocina con los perros de la casa. ¡Qué linda familia! La hipocresía institucional de la derecha es antológica. Es un sistema. No se hable de clases sociales, somos todos cristianos y hermanos.
En Corrientes floreció la inmunda institución de la “criada” que trabajaba como una esclava y no recibía sueldo ya que era criada de la casa. Casi como una mascota. Era la esclavitud romantizada por ese halo de culebrón colombiano de la siesta televisiva.
En la vereda de enfrente está la izquierda o progresismo que significa tratar de instalar el compromiso solidario de conseguir más beneficios para los sectores menos favorecidos, para esa inmensa mayoría que no pertenece a la clase VIP de aristocracia avejentada. Por supuesto, ser de izquierda no santifica a nadie. Están los políticos que se disfrazan de progresistas para trepar y una vez arriba se mudan de clase y defienden vehementemente los privilegios de los “de arriba”. El precio de la solidaridad es el altruismo y es materia cara. Escasea como el oro. Por eso hay que buscar la coherencia política antes que nada. Tratar de detectar qué político en campaña promete cosas que son posibles y qué político está vendiendo humo. Para eso hay que cambiar de canal, menos Tinelli y más programas de debates de ideas, donde la gente debe debatir los distintos modos de resolver los problemas reales de la población. Ya tuvimos suficiente circo televisivo y ya vemos adónde nos llevó. La derecha argentina se quedó con la torta, la frutilla y el postre.
A usted, que es “de la familia” le dejó la vajilla sucia para limpiar después de la fiesta.
Total, usted es “de la familia”.
BUENOS AIRES, DICIEMBRE 2025
