(Por Alejandro Bovino Maciel).Hay dos tendencias en el mundo contemporáneo: la de un grupo de dirigentes que enseñan a mirar solamente el mañana y la de otro grupo que dice que para ir al mañana necesitamos saber de dónde venimos. Eso es la Historia: el relato de las huellas que todos, como sociedad, dejamos marcadas en la arena del tiempo. No somos plenamente argentinos ni correntinos si desconocemos nuestro rico pasado.
Olga Ocampo, como bibliotecaria, ama los libros. Los conoce, los hojea y ojea, los pesa, los lee, los piensa y habrá detectado el desinterés cada vez mayor que la gente joven siente por el pasado común. La tecnología hechizó la mente de los jóvenes, niñas y niños. La tecnología de celulares y pantallas quiere remplazar el mundo real por el mundo virtual que no tiene virtudes. Olga Ocampo abre las páginas de ese pasado para mostrarnos figuras que fueron importantes y decisivas en los momentos de peligro de la patria.
Pedrito Ríos es una figura inmensa a pesar de ser apenas un niño cuando intervino en la Historia Argentina como un prócer: eso significa que es una figura ejemplar, que dio la vida por defender la libertad amenazada de la naciente Argentina.
Hoy por hoy, cuando se nos enseña por los medios a ser materialistas, consumistas, miradores de falsos héroes de cartón inventado en el cine (Súperman, Hombre Araña, Batman: todas invenciones fantasiosas) es lo opuesto de Pedrito Ríos, correntinito de Concepción que existió de verdad y tuvo la desgracia de ser asesinado en la batalla de Tacuary, con las tropas de Manuel Belgrano.
Olga Ocampo nos cuenta esta historia con descripciones maravillosas del sitio donde nació Pedrito, nuestro Pedrito Ríos inmortal, de las plantas, de los animales salvajes, de toda esa precariedad de la patria recién nacida a la que le faltaba todo pero le sobraban hombres de coraje y valentía. Y hasta niños, como Pedrito Ríos. Olga Ocampo nos cuenta los detalles de la vida colonial, de los dos cumpleaños de cada persona, del regalo que le hace Antonio Ríos, padre, a Pedrito: un tambor de hojalata, sin saber que ese instrumento será el destino fatal del niño. Olga Ocampo consigue hacernos familiar la historia del niño-héroe: como si fuese un pariente nuestro, o un amigo cercano. Olga Ocampo, poco a poco, nos entrega este maravilloso relato del pasado que todos y todas deberíamos atesorar como lo que es: un milagro hecho con el corazón humano cuando ama más a los demás que a sí mismo. Y en este mundo de egoísmos, eso es un tesoro.
BUENOS AIRES, SEPTIEMBRE 2025
