(Por Alejandro Bovino Maciel).Nosotros tenemos una de las universidades más prestigiosas del país: la UNNE, de la que soy orgulloso egresado de la carrera de grado.
La UNNE tiene una facultad de letras. La misión de las universidades es triple (en todo el mundo) el primer deber es el de enseñar, vale decir, trasmitir conocimientos fundados y válidos —científicos y técnicos— que han sido probados como eficientes. La segunda tarea es la de promover la investigación de los integrantes del ámbito académico. Y por último, tenemos la extensión universitaria, vale decir, la “salida” de la universidad a la comunidad por medio de acciones visibles. Por ejemplo, asesoramiento técnico a agricultores o productores. Por ejemplo, la existencia de hospitales universitarios (Hospital Escuela en Corrientes) donde se ofrece atención médica a la población.
Estos dos últimos compromisos (investigación y extensión) bien se podrían cumplir si la gente de la carrera de Letras, tanto docentes como dicentes, se ocuparan de hacer crítica literaria sobre obras y autores de la región. Por lo poco que leí en publicaciones que se hacían en la revista (ignoro si sigue saliendo) de la UNNE, todos los artículos de humanidades se referían a obras y autores de Argentina o libros de moda en otros países. Pero de la región, nada.
Creo que todo el campo académico debe saber perfectamente el inmenso valor que tiene la obra crítica para esclarecer y difundir seriamente lo que se escribe en la zona. Es muy valioso tanto para los propios autores, como así también para la gente que accede a esas lecturas, para docentes del ciclo medio, para lectores, para los mismos académicos que los escriben ya que les genera un antecedente que otorga puntaje para el futuro desempeño como docentes.
No sé por qué razón existe este vacío. ¿Será que consideran que nuestros autores/as son irrelevantes? ¿Qué “no vale la pena” ocuparse de un tema menor? Y entonces surge otra pregunta: ¿leyeron las obras antes de emitir un juicio así?
Tengo la suerte de contar, aquí en Buenos Aires, con excelentes académicos que por suerte me leyeron y escribieron sobre lo que hago. No reclamo para mí, entonces, esta práctica. Recientemente publicamos en este mismo Momarandú la crítica de la Dra. Susana Santos de la UBA del libro “Cuentos para no dormir la siesta”. Alguien habrá pensado que quise hacer una exhibición infantil (tipo selfie de Instagram) de ese texto. Quizás algo de eso también se haya filtrado, pero mi intención especial era hacer ver cómo una crítica medulosa y profesional puede exponer las virtudes y vicios de una obra que ha salido para su venta al público lector.
BUENOS AIRES, SEPT 2025
