El ensayista y editor Alejandro Katz advirtió sobre los peligros que enfrenta la democracia argentina si persiste la decepción ciudadana frente a la política. En declaraciones a momarandu.com, señaló que la falta de respuestas y la acumulación de frustraciones pueden derivar en un escenario de violencia social con consecuencias profundas para la convivencia democrática.
Según Katz, la sociedad argentina atraviesa un momento de creciente desconfianza hacia las instituciones y los dirigentes. Esta situación, explicó, alimenta un círculo vicioso en el que la imposibilidad de canalizar el malestar por vías democráticas se traduce en expresiones cada vez más violentas. “Una sociedad que no puede canalizar el malestar políticamente y que políticamente es decepcionada una y otra vez, realmente se va a convertir en una sociedad violenta”, advirtió.
El autor relacionó esta dinámica con procesos observados en distintos países de América Latina, donde la debilidad institucional y la falta de respuestas políticas han dado lugar a niveles elevados de criminalidad. La comparación, planteó, debería funcionar como señal de alarma para la dirigencia argentina, en especial en las zonas urbanas más vulnerables.
EL DESAFÍO DE LA REPRESENTACIÓN POLÍTICA
Katz subrayó que la democracia tiene como obligación básica ofrecer promesas y generar al menos algún grado de respuesta frente a las demandas sociales. “La democracia tiene la obligación de construir promesas y darles algún grado de respuesta”, indicó, subrayando que cuando esas expectativas no se cumplen, la legitimidad de todo el sistema se resquebraja.
El ensayista explicó que la falta de canales efectivos de participación y la constante frustración ciudadana alimentan el terreno para que el malestar se traduzca en violencia. En ese marco, destacó la importancia de que los mecanismos institucionales funcionen de manera transparente y creíble.
El caso de Javier Milei, recordó Katz, ejemplifica esta situación. “Si cada promesa que se construye, como la que hizo Milei hace dos años, termina en una crisis económica y en una crisis moral, bueno, este es un nuevo fracaso de la promesa democrática”, puntualizó. La advertencia apunta directamente al impacto que tendría un nuevo desencanto social en un contexto de gran fragilidad.
JUVENTUD, DECEPCIÓN Y CRIMINALIDAD EN CRECIMIENTO
En el plano social, Katz hizo hincapié en la importancia de la juventud, que en su momento acompañó con entusiasmo la irrupción de Milei en la política. A su juicio, el riesgo radica en que ese mismo sector, ya golpeado por la desesperanza, enfrente una nueva decepción que profundice el desencanto generalizado. “Lo que va a pasar es que va a haber una decepción nueva sobre gente ya muy desesperanzada. Y la desesperanza debilita la democracia y facilita el desarrollo de mundos muy complejos”, alertó.
En su análisis, la frustración juvenil representa un peligro adicional, porque si no encuentra cauces institucionales para expresarse puede terminar derivando en escenarios violentos. La ausencia de alternativas válidas en la política abre la puerta a manifestaciones extremas y a la erosión de los mecanismos democráticos tradicionales.
Por último, Katz señaló que en los grandes conurbanos del país se observa con preocupación el avance del narcotráfico y de distintas formas de criminalidad organizada. “Se está viendo cómo crece el narcotráfico, como en formas de violencia criminal que son cada vez más preocupantes”, advirtió, asociando este fenómeno a la falta de respuestas de la política y al debilitamiento de las instituciones democráticas.