( Por Jose Miguel Bonet*).Las fuerzas populistas explotan un malestar ignorado porque las elites, simplemente, no lo ven; no está en su realidad
La palabra “arquitecto” proviene del griego ἀρχιτέκτων (architéktōn), debiendo su composición a ἀρχι (archi: ser el primero, el que manda) y τέκτων (tecton: albañil, constructor), por lo que arquitecto significa “el jefe que manda a los albañiles”. La raíz del elemento radical ἀρχι proviene del verbo ἀρχω (arkho, yo mando, gobierno), siendo su sustantivo griego ἀρχή (arkhe), es decir el comienzo, poder, mando, autoridad, origen. De este modo, definir a Kant como el arquitecto de la ética ilustrada vendría a significar “aquel cuya autoría dirige la construcción de la ética ilustrada”.
Ahora bien, ¿qué significaría la ética ilustrada? Sabemos que el concepto de “ética” viene del griego έθoς (éthos), que significa “manera de hacer o adquirir las cosas”, más comúnmente conocida como costumbre o hábito. De este modo, la ética es el estudio o reflexión filosófica sobre los fundamentos morales. Como hemos podido comprobar, según el königsberguense la Ilustración es la salida de la minoría de edad, entendiendo por minoría de edad un estado de nuestra voluntad que nos hace aceptar ser dirigidos por una autoridad externa a nosotros.
En este sentido, hablar de ética ilustrada es sinónimo de reflexión sobre las costumbres y valores morales que permiten actuar autónomamente. En conclusión, al decir que Kant es el arquitecto de la ética ilustrada, lo que estamos diciendo es que es en Kant donde hallamos, sino el origen, al menos la primera síntesis de los valores que hoy entendemos por una práctica ética llevada a cabo por el individuo mismo más allá de todo dogma y heteronomía, una práctica ética cuyo inicio se da en, por y para el individuo emancipado de toda autoridad externa a él. Ciertamente, Kant no es el único en construir esta ética de la Ilustración, sin embargo sí sentó sendas bases para lo que posteriormente pasará en la filosofía occidental, a saber, la crítica y el cuidado de sícomo dos prácticas esenciales que caracterizarán la autonomía del individuo.
En terminología kantiana, hablamos de un sujeto autónomo cuyas decisiones éticas corresponden al individuo y no a un otro que lo dirija, de ahí que digamos que es un arquitecto, es decir, que la filosofía kantiana hizo posible que las otras filosofías posteriores fundamentasen sus reflexiones en la crítica y el cuidado de sí, prácticas que tienen su explosión en las filosofías occidentales de Nietzsche, Heidegger, Arendt, Sartre, Foucault, Butler, Sloterdijk o Chul Han. Pero esto ya es contenido para otro artículo.
Enamorado de las revoluciones americana y francesa, Kant moría a las once de la noche del 12 de febrero de 1804 en Königsberg, ciudad de la que apenas salió. La filosofía de Kant llega hasta nuestros días tanto epistemológica como ética y políticamente, y a pesar de que ha recibido enormes críticas —y muchas no sin razón— cabe considerar a Kant como uno de los autores más relevantes de la historia del pensamiento occidental, siendo esencial para el fundamento filosófico de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. Queremos señalar el artículo 19 de la misma declaración, según el cual todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión, ya que si algo pretendió Kant con sus reflexiones filosóficas y sus embates filo-políticos era hacer avanzar los valores ilustrados en los que tanto creía y que desde la intelectualidad colaboró para lograrlo, en especial la libertad de expresión.
Así lo defendió en el artículo Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración? de 1784, pues no sólo defendía que los funcionarios debían someterse a la razón del Estado aplicando el deber en su práctica profesional para hacer posible el contrato social, sino también el uso público de la razón como un valor intrínseco de la comunidad y su progreso, pues sólo una sociedad Ilustrada es capaz de progresar económicamente, pero sobre todo moralmente y lo que es más importante, asegurar la libertad de sus individuos.
Lo más revelador sobre igualdad es la parte moral que Sandel introduce a la tesis de Piketty. Para el francés las democracias se están desgastando porque se ha enquistado el ensanchamiento de la desigualdad económica, pero Sandel complementa el argumento estrictamente material con otro que es de ética ilustrada 2.0: hay también desigualdad en el reconocimiento del otro y esa injusticia cívica acaba provocando el resentimiento que se manifiesta en el apoyo a fuerzas populistas que explotan un malestar tantas veces ignorado porque las elites, simplemente, no lo ven. Ni en las escuelas públicas ni el transporte público ni en los hospitales públicos. No está en su realidad. No les interpela. Lo ignoran. Lo anoto con mala letra en la primera página de la novela de Genovart, cuando la protagonista está potando el salmón ahumado triturado y de marca blanca que, después de veinte minutos de cola en el súper, había devorado permitiéndose por una vez ese lujo aspiracional. No olvida consignar el precio: 8,75 euros le había costado aquella experiencia adulta. “No sé si tiene gusto a pescado o de vacío plastificado”. Su malestar tiene que ver con el sueldo, pero no únicamente.
No es todo dinero,hay DESIGUALDAD en el reconocimiento del otro,el desconocimiento de la ética ilustrada es gran causante del hoy.
*desde Mburucuyá -Artículos varios.