Corrientes, viernes 16 de mayo de 2025

Sociedad Corrientes
DIA DE LA LIBERTAD DE EXPRESION

El sueño de King

06-05-2025
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(Por Facundo Sagardoy). El 28 de agosto de 1963, en las escalinatas del Monumento a Lincoln, Martin Luther King Jr. pronunció uno de los discursos más emblemáticos del siglo XX: I Have a Dream. En él no solo denunció las injusticias que pesaban sobre la comunidad afroamericana en los Estados Unidos, sino que elevó una visión profética de igualdad, justicia y libertad que aún resuena en los rincones del mundo. Su discurso fue una plegaria civil envuelta en la retórica de la esperanza, el derecho y la resistencia pacífica.

King no hablaba solo desde la política, sino desde el alma colectiva de un pueblo. Su “sueño” no era una utopía, sino un reclamo histórico: el cumplimiento de la promesa democrática de los Estados Unidos, esa que declaraba que “todos los hombres son creados iguales”. Al igual que un poeta que articula el dolor con belleza, King tejió en sus palabras la memoria de la esclavitud, la vergüenza de la segregación y la necesidad urgente de una transformación estructural.

El poder del discurso reside tanto en su contenido como en su ritmo. King supo convocar la tradición bíblica, los cantos espirituales y la Constitución estadounidense para cargar su mensaje de una legitimidad trascendente. Reiterando “I have a dream”, transformó esa frase en una letanía esperanzadora, en un conjuro colectivo contra la desesperanza. La palabra, en su voz, se volvió acto.

Ese acto de habla fue un hito de libertad de expresión. En tiempos donde alzar la voz podía costar la vida, King lo hizo frente a millones, con una convicción que desarmaba el miedo. Fue un testimonio de que la palabra es una forma de resistencia, y que en las sociedades democráticas la libertad de expresión no es solo un derecho, sino una responsabilidad ética.
Por eso, cuando cada 3 de mayo conmemoramos el Día Mundial de la Libertad de Prensa, no solo celebramos a los medios, sino a todas las voces que, como la de King, rompen el silencio impuesto por el poder. Esta fecha fue establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1993, a propuesta de la UNESCO, en conmemoración de la Declaración de Windhoek (Namibia, 1991), un documento que reconoció el papel fundamental de una prensa libre, pluralista e independiente en el fortalecimiento de la democracia y los derechos humanos.

La Declaración de Windhoek fue redactada por periodistas africanos que, en un contexto de censura, represión y medios estatales, exigieron el fin de los monopolios informativos y reclamaron garantías para ejercer el periodismo con libertad. Este documento marcó un antes y un después: puso en agenda la necesidad de proteger la labor periodística como parte esencial de cualquier sistema democrático. El 3 de mayo, entonces, no es una fecha decorativa: es una declaración de principios frente al poder, un homenaje a quienes han pagado con su vida el costo de informar.
Es el mismo sueño, el sueño de King y la libertad de prensa, una sociedad donde la verdad circule, donde la justicia sea visible, donde el poder sea interpelado. El periodismo libre y la oratoria comprometida comparten una misión: alumbrar las sombras del sistema, amplificar lo que el poder quiere ocultar y dignificar la experiencia de los pueblos.

En un mundo atravesado por nuevas formas de censura —desde la violencia institucional hasta la manipulación algorítmica—, la vigencia de este mensaje es crucial. Hoy más que nunca, el periodismo enfrenta desafíos inéditos: persecución de reporteros, concentración mediática, fake news, autocensura. Sin embargo, su misión sigue siendo la misma: dar voz y construir ciudadanía crítica.
La historia nos enseña que no hay democracia sin palabra libre. Las dictaduras se alimentan del silencio, y las libertades se conquistan hablando, escribiendo. Así como King soñó con una nación libre del racismo, cada periodista que investiga, que informa, que interpela, está soñando con un mundo más transparente, más justo, más humano.
No hay sueño posible sin palabra. Y no hay palabra sin libertad. El mensaje de King sigue vigente porque conecta con una sed profunda: la de una humanidad más igualitaria. Y para que ese sueño no se marchite, necesitamos voces que lo sostengan, medios que lo difundan, instituciones que lo protejan y ciudadanos que lo reclamen.

En este 3 de mayo, la pregunta no es solo cuánto hemos avanzado, sino cuánto estamos dispuestos a defender. ¿Estamos cuidando la palabra como bien común? ¿Estamos generando espacios donde todos puedan expresarse, sin miedo, sin represalias, sin censura? La libertad de prensa no debe ser una consigna vacía, sino una política activa.
También debemos pensar en los nuevos lenguajes de la expresión. Las redes sociales, los podcasts, los medios alternativos: todos son parte del ecosistema comunicacional que necesitamos resguardar. Porque la libertad no depende solo de la existencia de medios, sino de su pluralidad, de su accesibilidad y de su capacidad crítica.
Recordar a Martin Luther King en este día no es un gesto simbólico, sino una decisión política. Es reconocer que el poder de la palabra puede cambiar el curso de la historia. Que los discursos pueden derribar muros, y que las verdades pueden incomodar, pero también sanar.

El sueño de King fue, en esencia, un llamado a la acción colectiva. Su palabra fue eco de muchas otras voces que luchaban por dignidad. Así también debe ser el periodismo: no el grito solitario de unos pocos, sino el coro polifónico de las demandas sociales. La libertad de expresión es más que una ley: es un pacto ético entre quienes informan y quienes son informados.
Que este 3 de mayo nos encuentre, entonces, soñando con justicia y luchando con palabras. Porque mientras haya voces que incomoden, mientras haya sueños que se digan en voz alta, habrá futuro.