(Por Noel Eugenio Breard*) La disputa por la hegemonía mundial entre China y Estados Unidos se da en todos los niveles: tecnológico, espacial, inteligencia artificial, financiero, comercial, entre otros.
Esta confrontación afecta a una Argentina vulnerable, debido a su alto nivel de endeudamiento, su incapacidad de pago y la falta de acceso a los mercados espontáneos de crédito.
Durante su estadía en Argentina, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bressent, expresó que nuestro país debe pagar su deuda en yuanes a China para no quedar condicionado. Paradójicamente, esto nos deja igualmente condicionados, pero ahora financieramente con Estados Unidos. Conviene recordar que ese país es el principal accionista del Fondo Monetario Internacional (FMI), organismo que tiene comprometido el 50% de su cartera global de préstamos en Argentina. Sin embargo, el comercio argentino con China supera al que mantiene con EE.UU.
En este escenario de guerra comercial por la hegemonía entre ambas potencias, Argentina, como nación que se define multilateral, debería tener una estrategia financiera, comercial y de inserción internacional basada en una planificación de largo plazo, con relaciones múltiples y no una subordinación incondicional a un solo país. Más aún cuando el país líder de Occidente adopta nuevamente una vieja doctrina: abandonar el internacionalismo liberal y aplicar un proteccionismo duro, defensivo y agresivo, reinstalando la lógica de soberanismo versus globalización. En esa línea, ha intentado desarticular avances en acuerdos de integración como el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Canadá y México. Toda su política exterior se ha replegado hacia el interior de su propio país, convirtiéndose en un socio poco confiable, especialmente al romper incluso sus alianzas tradicionales con Europa.
En este mundo incierto, vemos a Estados Unidos practicando proteccionismo mientras China promueve el libre comercio. Washington, además, busca convivir y negociar con Rusia, tal como hicieran Nixon y Kissinger en el siglo pasado al acercarse a China para aislar a la Unión Soviética. Nada nuevo bajo el sol: los imperios no tienen amigos, solo intereses permanentes.
Estas lecciones y los condicionamientos que históricamente imponen los imperios nos deben llevar a una reflexión: no hay que atarse a un "atleta" (EE.UU.) con la ilusión de correr más rápido, porque puede ocurrir que terminemos siendo arrastrados por él. Como enseña la academia a través del paradigma de la interdependencia compleja, entre vecinos hay que integrarse; con los demás, cooperar y competir. Ese es el verdadero espacio de entrenamiento en productividad y competitividad antes de salir al mercado global.
Lo sintetiza bien un viejo dicho campero: “Cuando dos toros grandes pelean, si sos toro chico, aléjate, porque podés ser atropellado”.
*Senador Provincial por Corrientes – UCR
