Corrientes, sábado 17 de mayo de 2025

Sociedad Corrientes

El pensamiento mágico

18-04-2025
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( Por Alejandro Bovino Maciel).La especie humana atravesó siglos y siglos de evolución, desde el hombre de las cavernas hasta llegar al joven youtuber de hoy. Todos los adelantos técnicos, medicinales, físicos, químicos, arquitectónicos fueron resultado del estudio, el esfuerzo y el ingenio humanos. Ningún dios reveló jamás en libro sagrado alguno ni la menor pizca de soluciones para pestes, dolores, guerras y cataclismos naturales.

Ese primitivo hombre de las cavernas vivía en un mundo encantado. Como no pudo ir a la escuela, nada sabía y cuando un relámpago asustaba los cielos, pensaba que había seres más grandes y poderosos que sus vecinos, y eran quienes provocaban todos los fenómenos atmosféricos.

Y los llamaron dioses.

Un grupo de pillos de entre estos primitivos, buscando ventajas, se convirtieron en sacerdotes y decían tener comunicación directa con esos dioses, y de ese modo manipulaban a la sociedad crédula que seguía sus instrucciones al pie de la letra creyendo que eran dictados de esos misteriosos dioses a quienes jamás se podían ver.

Ese mismo pensamiento mágico no retrocedió del todo en el hombre y la mujer del siglo XXI. Siempre hay un relicto de los viejos tiempos que está guardado en el fondo de nuestra mente. El pensamiento mágico, por ejemplo, consiste en creer que porque acudimos en tropel a rezar por la salud del Papa, éste sanará milagrosamente. Siendo, como dice ser, el vicario de Dios, que es como decir su gerente general, si Dios decidiera protegerlo, pues no enfermaría ni haría falta hacer cadenas de oraciones para su recuperación. Simplemente Dios (que es todopoderoso) lo mantendría saludable hasta el último día para evitar todos los trámites sanitarios y litúrgicos que se han puesto en funciones esta semana.

Yo diría que debemos estar siempre alertas.

El pensamiento mágico aparece donde menos se lo espera. Cuando un amigo nos dice que podríamos invertir en un proyecto que nos dará una ganancia del 70% en meses, seguramente está metido en un esquema piramidal como el que recientemente montó la Casa Rosada para regocijo de dos o tres granujas que se alzaron con sumas millonarias. O como el “negocio” de Cositorto, que por fortuna fue condenado en Goya.

Cuando alguien padece una enfermedad crónica (pongamos artrosis dolorosa, pongamos diabetes) y nos ofrecen una cura prodigiosa por medio de semillas o curanderos sanadores, ahí está actuando el pensamiento mágico. Ni hablar de gente desesperada con una enfermedad mortal a cuestas (por ejemplo, cáncer) que cae en manos de sanadores o de fabricantes de fórmulas “naturales” que les prometes unos cuantos chantas mientras los despojan de dinero. En las redes circulan consejos de gente analfabeta funcional que dicen que las vacunas son peligrosas y aconsejan abstenerse de vacunar a sus hijos de enfermedades peligrosas como sarampión, viruela, varicela, COVID, tétanos. Todo se basa en el pensamiento mágico: esta gente, que ignora el proceso complejo por medio del cual se elaboran y se testean las vacunas virales, desconfía porque las ven como “artificiales” frente a la vida “natural” a la que ellos/as aspiran porque son de la new age, de los movimientos neovedas, de quién sabe qué clase de budismo u otras boludeces por el estilo.

Los terraplanistas, con su enfática aseveración sobre el planeta Tierra como un disco aplanado, al menos son inanes. No hacen daño a nadie con su delirio, como los ufólogos que aseguran que mentes más civilizadas que los homínidos construyeron las Pirámides de Egipto, los templos mayas, los dólmenes y menhires que siembran Europa, y el edificio Barolo de la ciudad de Buenos Aires. Son pavadas que ni siquiera sirven para mantener una conversación. Lo realmente peligroso es cuando el pensamiento mágico, de milagros y de santos, nos hacen perder tiempo valioso en la evolución de una enfermedad grave y recién llevamos al paciente en un estado avanzado a dejarlo en manos de los médicos, que, les aseguro ya que soy médico, no hacemos milagros.

Solamente podemos curar, a veces, enfermedades detectadas en sus inicios. Pero al menos no mentimos. Y si un colega médico promete una curación estrafalaria por medio del “lavado de sangre” (tan de moda) o los quelantes o la medicina ortomolecular o quántica, no es un médico. Es un chanta, por más título universitario que tenga colgado en su consultorio.


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