.
(Por José Miguel Bonet). Sumaba todas estas virtudes,que las llevaba. sin exposicion.Coraje, valor, fortaleza, honor, sacrificio,
templanza, autocontrol, moderación, compostura, equilibrio…
Justicia, imparcialidad, servicio, hermandad, bondad, gentileza…
Sabiduría, conocimiento, educación, verdad, introspección, paz…
Estos valores son la clave de una vida de honor, de gloria, de excelencia
en todos los sentidos. Son rasgos de personalidad que John Steinbeck describió a la perfección como «agradables y deseables para quien los posee
y que le hacen realizar actos de los que puede sentirse orgulloso y con los que puede estar contento».
Unagran cantidad de Argentinos le reconoce como el mayor protagonista político de la restauración democrática, el creador de consensos, el hombre empeñado en el acuerdo y la reconciliación, que supo poner por obra aquel proyecto en el que también otros soñaban de pasar de una ley a otra sin violencia. Y todo eso es verdad.
Durante esos años de restauración fue posible graciasl a que algunos autores han llamado la amistad cívica, sin la que ningún proyecto político sale adelante. La amistad cívica no es la de las gentes que se invitan mutuamente a sus casas o comparten alegrías y penas personales, sino la de los ciudadanos de que se percatan de que tienen objetivos comunes, metas que no pueden alcanzar si no trabajan juntos, codo a codo. Desde sus diferentes sueños, desde creencias distintas, desde etnias o lenguas diversas, pero con la convicción de que hay problemas urgentes que deben resolver juntos. Ayudar a conjugar las diferencias para que fuera posible la amistad cívica creo que fue el gran logro de aquella restauracion, construida entre muchos, que hoy recordamos y asociamos a,Alfonsin.
Y es que hay hombres y mujeres, aunque sean pocos, que saben situarse por encima de su ambición personal y partidaria, de su beneficio egoísta y grupal, porque les espolea la sana ambición de hacer bien las cosas que son necesarias para bien de todos. Hay hombres y mujeres que tienen la grandeza de no orientar sus vidas por lo que se dice, por las murmuraciones, por las descalificaciones y por las presiones de los poderes fácticos, sino por lo que perciben, junto con otros, que es urgente hacer.
Todas estas buenas costumbres hoy se van diluyendo, la amenaza existencial no procede únicamente de los partidos que quieren socavar los principios de los derechos humanos, la separación de poderes y la protección que brinda el Estado del bienestar. El peligro no es solo que estos radicales autoritarios y revisionistas lleguen al poder o se establezcan coaliciones con ellos. El verdadero ataque a la democracia reside en que los demás partidos se apresuren a adoptar sus dogmas racistas, patrioteros y conspiracionistas. Tanto si es por resentimiento propio o por error táctico como si es por pura conveniencia, los intentos de los partidos tradicionales de debilitar a la ultraderecha adoptando sus posiciones populistas lo único que logran es acabar normalizando el desprecio por la humanidad y debilitar el sentimiento de comunidad basado en la solidaridad.
A los cultores de la amistad civica pueden aplicarse aquellos versos de Bertolt Brecht:
“Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay hombres que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida, ésos son imprescindibles”.
A estos célebres versos de Brecht yo añadiría alguno más recordando a Alfonsin.
"Hay personas -varones y mujeres-que luchan con coraje mientras tiene sentido hacerlo, porque están empeñados en llevar adelante una causa buena para todos, y con el mismo coraje saben retirarse a tiempo. Ésos son los excelentes”.
Por más amistad cívica,esa que Alfonsin la practicaba de forma ejemplar.
J* desde Mburucuyá.