(Por Alejandro Bovino Maciel). La marcha del 1F contra las declaraciones infortunadas del Presidente en el foro de Davos, se convocó inicialmente por iniciativa del colectivo LGTB y a la que se sumaron después todos los sectores de la sociedad que se sintieron vulnerados: sindicatos, universitarios, feministas, sectores políticos de izquierda, jubilados, y varios etcéteras más, y con estos afluentes, se hizo masiva. Organizaciones sociales estimaron que más de 1 millón de personas participó de las mismas, sin ningún tipo de desorden ni disturbios a pesar de la falta total de cobertura de seguridad que tuvo la convocatoria. Lo curioso, lo realmente curioso es que se internacionalizó: Río de Janeiro y Sao Paulo, Montevideo, México, París, Roma, Barcelona, Madrid, Berlín, Amsterdam y Londres se sumaron al repudio.
El discurso de Davos (ciudad suiza donde se reúnen anualmente altos dirigentes políticos y económicos para tomar el pulso a las derivas sociales del mundo) tuvo ribetes insólitos con la participación de Milei. Primero, porque, lejos de un análisis o propuestas económicas —que es el orden del día de la reunión de Davos— el funcionario se desbocó contra todos los sectores de la sociedad que no piensan como él; y dando un paso más, amenazó después en redes a los opositores (“zurdos de mierda”) con buscarlos hasta el fin del planeta si fuera necesario en defensa de lo que él llama “libertad” y se refiere a la libertad de mercado.
Dos asesores llamémoslo “filosóficos” alientan este desplazamiento desde el Liberalismo, que es una doctrina que defiende antes que nada la libertad individual, hacia una especie de feudalismo inquisitorial y medieval que promueven Nicolás Márquez y Agustín Laje, sus “filósofos” de cabecera. Entrecomillo la profesión porque la filosofía contemporánea dio pasos gigantes en materia de filosofía política y estos pensadores están anclados en ideas represivas y regresivas propias de la escolástica medieval. No dicen absolutamente nada nuevo. Suena original porque la masa humana ya dejó atrás ese ideario de la imposición de conductas desde el poder a partir de 1789. La Revolución Francesa marcó el quiebre que nos impulsó a la consagración de los derechos civiles y eso es algo que la sociedad occidental no negocia. El ideario de Márquez-Laje, inspiradores de la discursiva presidencial, es muy similar a la prédica de los talibanes. Algo oscuro debe de tener la sexualidad de estos personajes para que centren su crítica una y otra vez machacando con las libertades sexuales. No cesan. En psiquiatría sabemos que la insistencia en un tema tiene origen en oscuros deseos bloqueados en el sótano de la mente, pero que de una forma u otra, afloran por la ventana. Estos discursos que ahuecan en el sentido de pedofilia/homosexualidad/género insistentemente, generan sospechas hasta al más confiado. Pero la mayor provocación la produjo un eufórico Milei amenazando desde las redes con “ir a buscar a quienes disientes de sus ideas hasta el último rincón del planeta” y no hace falta decir que no es para dialogar, ejercicio que desconoce este personaje. La amenaza se recibió como alerta y advertencia. La sociedad civil no podía dejar pasar estos exabruptos como si nada. Llegó la hora del “basta”.
La sociedad se expresó enfáticamente diciendo “NO”. El neofascismo en marcha, por lo que se vio en la marcha, está incitando a la población a reaccionar a tanta provocación. La respuesta es la de los republicanos de la España de 1936: “No pasarán”.
Entre los carteles de la marcha, el más original por su contundencia que nos une el pasado con el futuro fue uno que decía: “Dijimos Nunca Más”.
*BUENOS AIRES, FEBRERO 2025
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