Corrientes, miercoles 03 de diciembre de 2025

Cultura Corrientes

Cantos de tierra y memoria celebran la herencia de diversidad que dan vida al chamamé

23-01-2025
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(Por Facundo Sagardoy) La noche avanza y en el corazón del litoral argentino, donde el río Paraná se desliza como un susurro entre pastizales y campos, la 4ª Fiesta Mundial del Chamamé, trasciende el tiempo y el espacio.

El encuentro, que se celebra hace ya seis lunas en la ciudad de Corrientes, es un homenaje vibrante a la música, la danza y la cultura que nuevamente han florecido en esta tierra fértil.

El murmullo del río, ese abrazo sonoro, alimenta esta primavera fuera de temporada.

Las calles se llenan de colores, y de la promesa de un encuentro que celebra la herencia guaraní y la fusión de virtudes que han dado vida al chamamé.

En cada rincón, se siente la energía de un pueblo que se prepara para compartir su legado.

Los acordes del acordeón resuenan en el aire, a lo lejos, muy lejos, como un llamado ancestral que despierta los recuerdos de generaciones pasadas.

Al caer la tarde, allí se encuentran los músicos, con sus manos hábiles, con historias de amor, de lucha y de esperanza, que dan la nota al eco de la tierra, para despertar el suspiro de los ancestros.

Allí detrás del Sosa Cordero se preparan los bailarines, vestidos con trajes tradicionales, al compás de la música que zigzaguea un vaivén que hipnotiza a los transeúntes.

Sus pasos son una celebración de la vida, una danza que une a niños jóvenes y ancianos en un mismo ritmo, y refleja en sus rostros la alegría de pertenecer a una nación que vuelve a nutrirse de sus raíces.

La cuarta Fiesta Mundial del Chamamé. Quién lo hubiera pensado hace algunos años. Que este espacio de encuentro donde se entrelazan las historias de quienes han hecho del chamamé su forma de vida fuera un hogar tan amplio y vasto para que todo el mundo encuentre morada.

Aquí la historia y la evolución del género, se comparte con experiencias y anécdotas que enriquecen la memoria colectiva.

Aquí sentados, en sillas humildes o silletas, los maestros comparten sus secretos a viva voz e iluminan el escenario como amanece el alma de un enamorado.

A medida que el sol se oculta en el horizonte, el escenario principal se abre paso y la música se intensifica.

Los artistas, consagrados o emergentes, se presentan ante un público entusiasta que canta y baila al unísono. La energía es contagiosa, y el chamamé se convierte en un lenguaje universal que une a todos en una misma emoción.

El sapucay vuelve a las noches de la fiesta un rito mágico.

CHAMAMÉ, UN PATRIMONIO QUE PERTENECE AL MUNDO

Artistas de numerosos países llegan hasta este lugar para dejar su testimonio de devoción al chamamé.

La música se convierte en un puente que une culturas, y en el escenario se pueden escuchar nuevas versiones que sorprenden y emocionan.

Es un recordatorio de que el arte no tiene límites, y que este arte es un patrimonio que pertenece al mundo.

Aquí brillan los más jóvenes, en las plataformas contiguas y en bailes improvisados que se desatan en las calles, bajo el negro manto de la noche.

Es un momento de conexión profunda, donde el arte y la naturaleza se encuentran en perfecta armonía. La música se siente en el alma, y cada acorde resuena como un latido colectivo.

La 4ª Fiesta Mundial del Chamamé también es un espacio de reflexión. Los de antes, entre el barullo, narran de tiempos pasados, sobre ese mismo suelo, cómo el chamamé ha sido un refugio en momentos de adversidad, un canto de resistencia y esperanza.

Teléfono en mano, otros graban cada momento, cada danza, cada sonrisa. Saben que están siendo parte de algo grande, de un legado que trasciende fronteras y que se nutre de la diversidad. El chamamé es su voz, su identidad, su orgullo.

Aquí el chamamé es, en esencia, una celebración de la vida, un rezo a la identidad, a la memoria y a la comunidad, a cada rincón que respira la pasión por la música y la danza, y se nutre de la luz de un pueblo que nunca olvida su canto.

Oh chamamé, canto de vida,
en tus notas danza el alma,
susurros de un río que abriga,
memorias que el viento calma.

Oh chamamé, canto sincero,
en tus brazos hallamos paz,
te llevamos, eterno viajero,
en la danza que nunca se va.

Eres eco de la tierra,
latido de un pueblo en unión,
en tu ritmo la vida aferra,
un canto que abraza el corazón.

Oh chamamé, canto profundo,
que en la siesta se hace rezo,
en tu abrazo, hallamos un mundo,
donde el alma encuentra su peso.

Oh chamamé, canto de amores,
de la tierra que nos sostiene,
en tus ritmos, florecen flores,
y el espíritu nunca se frene.

Eres puente entre generaciones,
un legado que nunca muere,
en tus notas, las tradiciones,
se renuevan, el tiempo no hiere.

Oh chamamé, canto de vida,
en tu abrazo, hallamos hogar,
con cada acorde, la ausencia
sana, y nos vuelve a juntar.

Tu melodía es un suspiro,
que recorre el alma y el ser,
oh chamamé, dulce nectar del campo,
en tu avío, volvemos a nacer.