Cuando uno extraña un lugar, lo que realmente extraña es la época que corresponde a ese lugar; no se extrañan los sitios, sino los tiempos.
Jorge Luis Borges
(Por Jose Miguel Bonet*). Lugar mágico,donde todos éramos dueños de todo y propietarios de nada,lugar de encuentro y de vivencias, nadie era más ni primero,escuela feliz del aprendizaje del dar y recibir,de la solidaridad sin entender ni saber la etimologia de las palabras, lugar donde devorabanos los libros de cuentos,la isla del tesoro y muchos otros y a la noche nos animabamos a obras de teatro improvisadas,la ancha mesa donde se respetaban los lugares de los mayores y no faltaba el bendecir y agradecer todo lo que Dios nos ofrecía,un ligar magico donde armabamos y desarmabamos mundos,no había en ese lugar ni competencia ni exigencia, un fino hilo equilibrada todo.
El ambiente era de felicidad y alegría,con lo que había y se disponía,El espacio más natural de la fraternidad es.,los abuelos esos dioses de figura humana,manos arrugadas y mirar cancino con una fabrica inagotable de afecto y paciencia de golpe caian en la cuenta,los últimos visitantes se han ido, y la casa se queda sola y en silencio en la media mañana de este extraño Febrero calcinante y de largos dias,en el sosegado silencio ,muy de Cervantes esta frase, parece que resuenan todavía todas las voces de los días recientes, generaciones mezcladas en el espacio de una sola casa: padres que desde hace unos años se van acostumbrando a que nos llamen abuelos; hijos e hijas en los que seguíamos viendo la estampa de los niños que fueron y que ahora han adquirido sin dificultad alguna, con una solvencia admirable, la seriedad de padres y madres; niños y niñas,, que a pesar del poco tiempo que llevan en el mundo ya afirman la singularidad de cada uno, la vida propia que resalta con fuerza más honda que los parecidos físicos y los rasgos de carácter visiblemente heredados.
Es la familia , con todas las peculiaridades que caben en ese término, , es decir, hecha de distintas conjunciones y rupturas, , lo bastante para asegurar un pluralismo muy educativo para cada uno de sus miembros, favorece la tolerancia y la conciencia de otras formas de pensar y de vivir.
Nuestra llegada en tropel trastornaba de un momento a otro la rutina de una casa que se había ido despoblando, según se casaban los tíos jóvenes y desaparecían los animales que en otro tiempo fueron numerosos, los caballos, los cerdos que se sacrificaban cada principio de invierno, las gallinas del corral y esa expedición magica de ir a buscar los huevos de la mano de Carlitos o Fidela.
Había que preparar desayunos, comidas y cenas más cuidadas y abundantes para más comensales,, controlar el desorden de ropa sucia, juguetes, objetos de cuidado infantil, que se centrifuga en torno suyo y sin apenas darnos cuenta, una vitalidad entre jubilosa y mareante que era también un entrecruzarse fértil de generaciones,De los tiempos antiguos que nuestros hijos ya no conocieron ya no queda nada ni el gran hogar en el que se encendía todas las mañanas lo que llamábamos la lumbre —el fuego de leña olorosa de los eucaliptus,la cocina economica hechando chispas,el frío de las habitaciones , los dormitorios de ladrillos.
Cuando se cierra esa puerta , damos por terminado las tardes de alegría con tíos, primos, nietos, sobrinos, padres, hermanos, e incluso, novias pasajeros que se enamoran del ambiente que allí se respira. Ni siquiera hace falta salir a la calle, estar en la casa de los abuelos es lo que toda la familia necesitaba para ser feliz. Los reencuentros en navidad, regados con el olor a pintura fresca cual incienso, al fondo, las tertulias de enramada, que cada año que llegaban pensabas si será la última vez... Cuesta aceptar que esto tenga fecha límite,hoy todo esta cubierto de polvo y las risas son un recuerdos,lo.mismo que decir adiós a las canciones con la abuela Herminia y a las enseñanzas rígidas del abuelo, al dinero que te daban a escondidas de tus padres como si de una ilegalidad se tratase, a llorar de risa por cualquier tontería, o a llorar por la pena de los que se fueron demasiado pronto. Es despedirse de la emoción de llegar a la cocina y destapar las ollas, y disfrutar el plato de ese día, dar por extintos los encuentros con todos los miembros de la familia, que eran ocasiones especiales para juntarse , enaltecer los apellidos, como si de una familia real se tratase, llevados siempre por el amor a los abuelos.El lugar la Pomona o La Luisita,hoy solo tiene vida en el recuerdo.
*Desde Mburucuyá.