Corrientes, miercoles 15 de enero de 2025

Opinión Corrientes

La política es la base de la institucionalidad y por ende de la república y de su formato democrático

15-12-2024
COMPARTIR     
(Por Francisco Tomás González Cabañas.).En el caos cognitivo en el que parece que estamos sumergidos, es necesario y elemental, ir a las bases conceptuales.

La política, es ni más ni menos que los asuntos de la polis, de la comunidad, sociedad o del todos organizado. Por intermedio de su desarrollo, que lo llevan cabo sujetos nutridos de razón, emociones, intereses, ideas y perspectivas, se construyen mayorías, circunstanciales, que forjan marcos normativos que brindan el resultante de instituciones, bajo categorías semánticas, como la república (la cosa pública, es decir aquellos asuntos generales de la polis, cosificados o encorsetados o delimitados en nodos concretos) y sus formatos más o menos democráticos (la intervención más directa, amplia o asidua, del soberano que es ni más ni menos que la suma de todos y cada uno de los ciudadanos).

La detención de un Senador Nacional Argentino en la República del Paraguay, ante la posible comisión de un delito, desató una tormenta, que no deja ver y observar con claridad, algunos aspectos elementales de nuestra forma de organizarnos políticamente.

Insistimos con la noción de lo político. Tal como expresamos, y cómo las bibliotecas lo indican, es el punto de partida de lo que entendemos luego, cómo institucionalidad, república o incluso democracia.

Un Senador de la Nación, forma parte de uno de los poderes en el que se divide el estado. Elegido por voto directo de los ciudadanos, por intermedio de los partidos políticos, al resultar electo, se transforma en un representante de los intereses generales de la provincia o distrito por el que resulta electo. Dado que la Cámara alta, se renueva de a tercios y el mandato de un senador, dura en total seis años, convivirán allí, senadores votados hace meses como otros elegidos hace más de un lustro.

Es clave dar cuenta de la temporalidad dinámica en la que conviven tanto la política, y su resultante que es la constitución de institucionalidad.

Un posteo en una red social, que se puede realizar en segundos, no puede imponer la temporalidad a institución alguna, por más que lo pretenda y que en el fragor de lo efímero se constituya en lo políticamente correcto.

Aquí está la clave, de una sociedad, desgranada en la individualidad o individuación (es decir en la desintegración de las nociones de lo colectivo) a la que se le ofrece una solución mágica o a destiempo.

Así como no hubiera resultado posible desacelerar o mitigar la inflación en días o semanas, tampoco se pueden sanear las instituciones de la república, enlodadas desde hace tiempo, a la velocidad de un posteo en X o Instagram.

Tampoco podemos impedir que tal pretensión se ejerza, dado que tal intención es la cara más visible de la política o lo político, por más que (o precisamente, dado que) surge desde la máscara de lo antipolítico-disruptivo o ajeno a las denostadas prácticas de lo que se llama o considera casta.

Nada de lo que ocurre, en el ámbito de la institucionalidad, de los partidos políticos, o de las acciones de quiénes detentan un ropaje representativo o empoderados por la cesión del voto del soberano, están ajenos a lo político o la política, por más que aparezcan, bolsos y valijas nutridas de billetes.

En plena ebullición de los tiempos tormentosos que atravesamos, es indispensable asirnos a las palabras fundamentales que siempre son expresión de la política cómo el arte del entendimiento, del ejercicio de determinar prioridades para que en el momento dado, que en una democracia es la instancia electoral, la mayoría en construcción se plasme en un resultado.

Los actores que participan de la decisión de lo público, que entiendan e interpreten la valía de lo político cómo disposición primigenia de todo lo que se constituya después (institucionalidad, república, etc) podrán tener más posibilidades de brindar a los individuos desperdigados, una meta, objeto o frontera en dónde transformar sus emociones de agotamiento y frustración en una esperanza razonable o razonada, en un tiempo preciso y precisado.

Por Francisco Tomás González Cabañas.