( Por Manuel Aguirre).Cuando tuve noticias de la remisión de la ley autoproclamada “Hojarasca” por parte del Poder Ejecutivo tuve como primera impresión que nos encontrábamos con un notable desconocimiento del derecho.
Después de leer el proyecto no solo confirme mi sospecha sino que me sorprendió la profundidad del desconocimiento del derecho por parte de sus autores. Luego reflexione sobre los verdaderos motivos de su presentación y la sensación cambio.
La idea de “derogar” aproximadamente 70 normas antiguas que son un estorbo a la actividad económica si bien parece interesante a poco que se analiza la cuestión se aprecia un fuego más de artificio del gobierno para encubrir la cada vez más evidente falta de acción. En ese sentido el nombre está bien puesto pues la hojarasca –además de molestias- solo puede producir humo.
Las normas jurídicas se derogan en primer lugar por otras normas. Pero esto ocurre por varios principios del derecho, como el que ley posterior deroga anterior, y sin necesidad de declaración alguna. Ni proclamación pública.
La Ley Nª 55 por ejemplo sancionada el 15.9.1863 autorizo al Poder ejecutivo a suscribirse a la obra "EXPOSICION DE LA CONSTITUCION DE LOS ESTADOS UNIDOS DEL NORTE"
La ley no fue derogada pero no creo que la suscripción continúe vigente ni resulta necesaria su derogación. Hoy tampoco sería necesaria una ley para autorizar una suscripción. En ese sentido es un ejemplo del candor y la estrechez económica de la época.
El pretendido proyecto purificador resulta una pérdida de tiempo, de esfuerzo y denota falta de criterio jurídico.
Desconoce por ejemplo una institución denominada “desuetudo” como una posición asumida por la comunidad, de alejarse de lo establecido en la norma, llegando a que es inevitable la aparición del desuso o la costumbre contra legem. Un ejemplo clásico son las normas de policía que prohibían el uso de playas por parte de mujeres y hombres al mismo tiempo en siglo pasado.
Resulta peligroso otorgar poder a personas con cuestiones personales sin resolver pues frecuentemente usan lo público para dar legitimación a situaciones vividas en el pasado. Pero eso excede el análisis jurico.
De las 70 normas citadas por el proyecto nadie ha individualizado alguna que sea un obstáculo verdadero sino que por el contrario las normas que se pretenden derogar son totalmente desconocidas para los habitantes demostrando con eso que la desuetudo ya ha ocurrido.
No se evidencia una idea reformadora que necesariamente deben tener alguna idea directriz sino que las normas a derogar parecen haber sido obtenidas en una noche de insomnio.
El derecho rige la conducta de las sociedad y debe ser tomada seriamente por parte de especialistas, estudiosos o al menos por aquellos con ideas reformadora claras. Al menos se podría disentir seriamente y con algún criterio constructivo. En las Comisiones que integro en la Honorable Cámara de Diputados se vienen analizando reformas integrales, como la del Código Penal que hace largo tiempo exige actualización y orden. Seguramente se nos remitirá la ley hojarasca para su análisis.
He realizado un profundo esfuerzo para no caer en el grotesco al ejercer esta crítica, para mantener la cuestión dentro de la seriedad que se merece.
El pueblo argentino, merecedor de todo respecto, debe saber quiénes están trabajando seriamente y quienes solo quieren hacer humo con la hojarasca.
*Diputado nacional
