Corrientes, domingo 06 de octubre de 2024

Cultura Corrientes

Algunos conceptos sobre la riqueza y originalidad literaria del poeta Ginés Báez

23-09-2024
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(Por Facundo Perkins) .Dicen que no hay traiciones, no hay olvidos, no hay pérdidas, no hay desarraigos por más crueles que sean, que logren resistir al bálsamo sanador del tiempo y la distancia.

Sin embargo, debo admitir, que a pesar de haber partido de Alvear hace ya casi 38 años, no he dejado nunca de pensar en mi pueblo, de recordar sus calles cobrizas, su paisaje exuberante, su gente alegre y sencilla y en aquellas celebridades que lo llevaron a la cúspide haciéndolo grande a través del camino mirífico del arte.

En marzo de 1986 partimos de Alvear con mi hermana Raquel y mi madre Amalia Masi radicándonos en la ciudad de Las Lomitas, Formosa, junto a mi querido padre Jorge Miguel Perkins.

En 1992 partimos hacia la ciudad de Formosa donde tiempo después, me recibí de profesor en Letras.

Luego, casi sin darme cuenta, siguiendo acaso una pulsión innata, comencé a incursionar los caminos de la literatura siguiendo los pasos de mi entrañable abuelo Guillermo Perkins Hidalgo y mi tía María Cristina Perkins, haciendo un poco de crítica literaria, logrando publicar además una colección de poemas y varios cuentos para jóvenes, algunos de los cuales han tenido la fortuna de formar parte de antologías narrativas editadas por el plan nacional de lectura.

Para estas composiciones literarias he utilizado como principal fuente de inspiración aquellos años inocentes, algunos de los cuales los transité en Alvear, rodeado del cariño de mis primos, entre los que el Negro Báez, ocuparía un lugar especial en mi corazón; su calidez humana, su dejo bonachón, sus expresiones irónicas e inteligentes, dejaron en mi ser una rúbrica imborrable.

Desde mi humilde posición de escritor y con el propósito de homenajear a quien fuera uno poeta magistral de la costa del Uruguay y un educador nato, intentaré, con el permiso de los lectores , describir como quien mira de lejos, la prolífica labor literaria de un alma profunda y enigmática como el mar ; encontrar algunas notas, algunas pistas tal vez, que nos ayuden a comprender la riqueza, la vastedad, la aguda sensibilidad y la tersa frescura contenida en sus versos; como así también su exquisita originalidad, que trascenderá sin lugar a dudas, las barreras del tiempo y será apreciada por las generaciones venideras.

Es imposible hablar de Alvear sin pensar en sus grandes músicos y cantautores como el patriarca don Isaco Abitbol, Juan Domingo Souza, Gina María Hidalgo; en el impecable narrador y ensayista Gabriel Ceballos, en el elocuente trovador don Maneco Silva, en los poetas Diego Enrique Perkins “Yaguarón”, Rodolfo Telechea, Guillermo Perkins Hidalgo y Ginés Negro Baez.

El día 18 de septiembre, a través del canal el Observador de Alvear, pude disfrutar desde Formosa, la brillante disertación del reconocido escritor Gabriel Ceballos en el marco del homenaje realizado al gran poeta alvearense.

Quiero detenerme en sus conceptualizaciones respecto a los alcances semánticos de la palabra poeta: "El poeta es aquel que puede captar en palabras lo esencial de la vida". Definición precisa y contundente que empapa a la labor poética de una connotación mística e intuitiva, y posiciona al poeta a la misma altura de un iluminado, de un sacerdote, de un asceta capaz de percibir una realidad intangible pero no menos auténtica que el material.

Diría, además, si se me permite una pincelada valorativa, que es aquel capaz de hundir sus manos en el fango de la vida y encontrar en él una flor, y hacer de ella, una apoteosis de su belleza. Estos dotes extraordinarios descritos con brillantez y lucidez intelectual, que caracterizan al verdadero poeta, se encuadran de manera perfecta y acabada en la percepción poética de Báez.

Prueba de ello son los hermosos poemas dedicados a Cococha y a tantos hijos marginados que concibió, acunó y amó Alvear durante generaciones.

No obstante, quedaría por responder un interrogante ¿Dónde residirían la originalidad y riqueza literaria del poeta Negro Ginés Baez?

En mi modesta opinión, logró transformar en palabras, lo que es propio e intransferible de un correntino y que se torna enigma indescifrable para el común denominador de los argentinos.

Me refiero a esa manera de ser, a esa sensibilidad, a esa forma tan peculiar de sentir y sufrir la patria, de vivir y apreciar los afectos; la riqueza que nos prodiga el hogar primero, la sopa caliente preparada por una madre, la mesa familiar bajo el perfume del azahar en flor mezclándose con el aroma dulce y frutado de la parralera, el silencio paterno de una conciencia tranquila y la dignidad de una vida modesta y honrada.

Supo traducir el amor al terruño, a la aldea idílica, pura e inmaculada, donde dimos nuestros primeros pasos, nuestros primeros tropiezos, las primeras miradas que robaron nuestro corazón y el mismo solaz cuyas manos maternales acogerán nuestros huesos algún día.

Báez dio voz a esa vocación trágica de soportar con heroísmo y grandeza moral, las adversidades y vicisitudes de la vida, tal vez por esa fe inquebrantable que tenemos en Dios, los correntinos, heredada de nuestros mayores; confirió expresión a esa empatía ancestral de cuna guaraní, que nos compele a entregarnos sin medida y mimetizarnos con el prójimo, con su dolores y alegrías, hasta desintegrarnos por completo y fundirnos luego en un solo ser, como lo expresa sublimemente el padre Julián Zini: "Mano de chamigo que se da sin vueltas del que abre la puerta y ofrece su pan."

No estoy seguro de si los correntinos que tienen el privilegio de habitar el bendito suelo del Taragui, son plenamente conscientes de ese estado del alma, de esa concepción existencial que va mucho más allá de la palabra idiosincrasia, que trasciende los lindes impuestos por las ideologías y la pertenencia a un grupo social; si dimensionan ese legado arcano, telúrico, inmarcesible, tejido con hilos castizos y americanos, que se hace tangible a veces bajo un claro de luna y un rítmico arpegio de guitarras en una ronda de amigos.

Y digo que no estoy seguro, no con el ánimo de reprochar a mis comprovincianos, sino para advertir al lector sobre la naturaleza misteriosa de este sentir, que se escabulle incluso de las manos de sus hijos.

Es que a Corrientes, al igual que a una madre, se la encuentra cuando se la pierde, se la sufre en las distancias y se la respira en los recuerdos, al oír las notas de un chamamé herido, traídas en intervalos por una brisa suave de madrugada.

Aquí reside la grandeza literaria de Ginés Báez, no fue necesario alejarse de su "patria chica amada" para ser consciente de ese numen, de ese bagaje, de ese avío del alma, de ese don que nos obsequió Ñamandú, lo acarició con sus manos, lo desplegó en su corazón, lo amasó y le fue dando forma con sus letras.

Versos sublimes, elocuentes, de una estatura moral propia de un esposo, de un padre, de un maestro apasionado con vocación de amar, enseñar y servir y que sólo podrían compararse quizá con la expresión más excelsa y acabada del ser Correntino: el sapukay.

¿Existe acaso en la historia del lenguaje una expresión tan genuina, tan sincera, tan noble, tan sencilla, tan escueta, aunque polisémica, capaz de aglutinar incontables sentidos en unas pocas vocales? Ni siquiera Borges con todo su poder de concisión logró crear con su genio un medio tan logrado como la de ese grito gutural; ora llanto, ora alegría, a veces nostalgia, coraje y valentía, otrora despecho y melancolía, el Alepo correntino, proferido por las hienas sin nombre en el frío austral.

Los versos de Báez tienen alma de sapukay y se enmarcan dentro de una sensibilidad genuinamente romántica ya que solamente el amor, el paisaje, la tierra, sus perfumes y los colores pueden desnudar lo más esencial del ser humano, sus afectos, su lugar en el mundo.

En este sentido considero que a Báez lo podríamos situar en ese partenón excelso de poetas correntinos, de la talla de Teresa Parodi, Antonio Tarragó Ros, el padre Zini, Mario Bofill, Yaguarón, Perkins Hidalgo y tantos otros.

Su vida y sus letras fueron consecuentes con esa percepción del mundo, ya que es menester que todo poeta viva como escribe y no se traicione a sí mismo.

Ginés Baez fue un agradecido de la vida, la sintió y amó como pocos, escribió sobre ella y ahora ella escribirá sobre él; partió a la tierra sin males en absoluta paz, dejando en sus letras un mensaje de amor, de fe y esperanza que perdurarán solamente en aquellas almas, capaces de albergar su amplitud de espíritu y su tersa y aprehensiva sensibilidad poética.



CON DIOS (fragmento)

 Hoy me has llamado

 Y mi cuerpo frío sabe que se ha muerto

Te entrego mi alma y pecho cubierto

sólo te suplico, en último grito

dame por morada tu ciclo infinito

No traigo rencores, odio, ni maldad

recoge mi alma, lava mis pecados

Hoy he muerto en pa
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Ginés Negro Báez