Entre ovaciones y multitudes, el papa Francisco fue recibido en Timor Oriental, un pequeño territorio ubicado en el sudeste asiático y considerado como el país más católico del mundo solo detrás del Vaticano, con un 95% de población identificada con esta religión.
Se trata de la tercera y penúltima parada de una gira de 12 días del sumo pontífice por la región de Asia-Pacífico, que lo llevó previamente por Indonesia y Papúa Nueva Guinea, donde celebró un masivo acto con 10.000 jóvenes y recalcó la frase: “Todos podemos equivocarnos”.
Timor Oriental con 1,3 millones de habitantes también es uno de los países más jóvenes del mundo, donde se estima que la edad media de su población es de tan solo 21 años.
El abuso perpetrado por líderes católicos contra menores ha sido uno de los temas principales en la maratónica agenda del líder de 87 años, que al llegar a Timor Oriental pidió “actuar con responsabilidad” para prevenir cualquier tipo de abuso contra menores de edad.
El primer acto de Francisco en la capital Dili fue junto con el presidente José Ramos-Horta y otras autoridades de Timor Oriental, en donde dijo que no se debe olvidar "a los tantos niños y adolescentes heridos en su dignidad".
Este fenómeno está aflorando en todo el mundo y todos estamos llamados a actuar con responsabilidad para prevenir todo tipo de abuso y garantizar un crecimiento sereno a los jóvenes
La visita de Francisco sucede luego de distintas revelaciones y escándalos sobre abusos por parte de clérigos de alto perfil de Timor Oriental en contra de menores de edad.
Uno de los casos más resonados salió a la luz en 2022, luego de que el Vaticano reconociera que dos años antes enjuició en secreto al obispo Carlos Ximenes Belo, quien paradójicamente es considerado un “héroe nacional” y ganó el premio Nobel de la Paz en 1996.
Belo fue acusado de abusar sexualmente de niños durante la década de los 90, cuando Timor Oriental vivía una sangrienta guerra civil tras independizarse de Portugal y haber sido invadido posteriormente por Indonesia.
Para esta época de conflicto, la Iglesia católica tomó un papel relevante al ayudar a víctimas y mediar entre las partes hasta terminar con la independencia del país en 2002.
Mientras que de Belo se sabe que a sus 76 años se encuentra exiliado en Portugal, aunque se desconoce su paradero exacto y su estatus dentro de la Iglesia.
.