( Por Armando Rafael Aquino Britos). En el año 2013, se terminó el calvario para el expresidente Fernando de la Rúa, pues más de trece años lidió contra todo y todos, buscando la verdad en la causa de las coimas en el Senado de la Nación. Se cansó de señalar que el hecho no existió.
Fue absuelto por el Tribunal Oral y dicha resolución fue confirmada por la Cámara Nacional de Casación Penal (en 2697 fojas). El tribunal no solo confirmó la absolución de los imputados, sino que ordenó investigar las circunstancias que rodearon la presentación de Mario Luis Pontaquarto como supuesto arrepentido, los presuntos ilícitos que podrían haberse cometido con motivo del sumario administrativo nº 664/03 de la SIDE (fabricación de pruebas), la posible comisión del delito de falso testimonio en que habrían incurrido Aníbal Ibarra, Sandra Patricia Montero y Jorge Florentino Barca; mandar al Consejo de la Magistratura que se investigue al juez Daniel Eduardo Rafecas, y mandar al Tribunal de Ética la actuación del abogado Hugo Wortman Jofré.
La sociedad no tiene noticias de esta situación y la conclusión de la causa. La denuncia tuvo una repercusión tan grande y provocó un daño inmenso. La verdad –después de trece años– no se difundió como debería. La lesión a la honra y al honor calaron hondo, y el daño a toda la sociedad fue más grave por la forma y modo en que se pergeñó esta situación.
De la Rúa había dimitido. Su gobierno terminó mal. Sin embargo, una sórdida operación se gestó para incluirlo en una investigación: causa n° 857/07, caratulada "Cantarero, Emilio Marcelo y otros s/ cohecho".
El secretario general de la presidencia, Dr. Alberto Fernández, contactó al operador político Daniel Bravo y al supuesto arrepentido Pontaquarto para que se autoincriminara y acusara falsamente al Dr. De la Rúa. Para ello, con dinero de la cloaca de la política, se pagó a periodistas serviles y venales, se creó una revista, TXT, y a través de ésta se pagó al abogado y se dio 18.000 dólares a Pontaquarto (quien reconoció en Diario La Nación del 29 de enero de 2004, ofuscado, ya que, si bien se dijo que el dinero provino del gobierno, Pontaquarto admitió que le pagaba la “revista”).
Alberto Fernández pergeñó todo. Tramó esta vil operación y la llevó a cabo. Incluso quienes conocen la trama saben que al expresidente Néstor Kirchner no le agradó esto y lo descalificó. Pero Alberto Fernández lo hizo.
A pesar de todo esto, el expresidente Fernando de la Rúa se sometió a la justicia, aportó las pruebas de su inocencia y ejerció su defensa, efectuó su propio alegato y demostró gran respeto por el funcionamiento de la justicia al asumir que, aun ante las injusticias más viles, se debe rendir cuentas. Esta en https://www.youtube.com/watch?v=H8B86USB4iQ. Se la puede ver. Se la debe ver.
Antes, públicamente, escribió un libro detallando estas cuestiones: "Operación Política. La causa del Senado", Ed. Sudamericana, Bs. As., 2006.
De la Rúa no quiso que lo absolviera la historia. Superó el calvario, demostró su inocencia y cumplió su misión republicana: rendir cuentas aun de un acto injusto propio de una canallada. Demostró que el Lawfare no existe, y sí la politización de la justicia y el sometimiento de una parte de la misma a sectores de la política. Esto es peor que la trasnochada doctrina que busca impunidad.
Con este padecimiento y en cumplimiento del deber cívico, De la Rúa dio un ejemplo de templanza republicana. El daño del que fue objeto nunca fue remediado. La mentira y la injusticia hacen estragos sobre los hombres de bien, cuyo principal patrimonio es el honor. Su comportamiento ante la justicia es un ejemplo que deben seguir todos los hombres que pasan por la función pública. Debería ser el ejemplo de los expresidentes y los que vendrán.
*El karma y las vueltas de la vida:* Hay una ley universal de causa y efecto en la vida de cada persona donde las acciones, palabras y pensamientos generan consecuencias en el presente y el futuro. Traducido como el “todo vuelve”, que en otras palabras es: se cosecha lo que se siembra; lo que se hace mal te vuelve en contra.
El expresidente Alberto Fernández se jactaba de no tener causas de corrupción, y el tema de los contratos con los seguros revela lo contrario. La forma y modo de comportarse con su expareja revela lo peor de un ser humano y es indigno, más allá de la presunción de inocencia por el delito del cual es acusado. Al parecer, estas causas no son inventadas y el puñado de actos nauseabundos que se conocen no son productos de la mentira ni el ardid de un sector político.
Respetuoso del estado de inocencia, no abrimos juicio de valor sobre los hechos que debe resolver la justicia. Solamente pedimos que sigan el ejemplo de Fernando de la Rúa.
Lección de vida: Aunque las leyes sociales son incomprobables, hay algo que queda como una suerte de verdad revelada: el que las hace, las paga, y lo que hiciste más temprano o tarde vuelve.
Por eso, andar rectamente en la vida, hacer lo que se debe, no dañar, etc., entre tantas premisas de comportamiento, no solo deben ser actos de convicción, también de conveniencia.