La economista, ingeniera comercial, experta en métodos cuantitativos para el análisis económico e investigación sobre deuda y desarrollo, entrevistada por momarandu.com, reflexionó sobre el significativo proceso macroeconómico que condiciona gravemente el desarrollo de las naciones latinoamericanas, sobre los debates y alternativas que surgen de las experiencias actuales, y de las paradojas y desafíos que enfrentan los gobiernos.
La especialista analizó la crisis de endeudamiento en América Latina que exacerbó la pandemia, el incremento de los pasivos globales y la tendencia al endeudamiento creciente a pesar de la condonaciones de deudas públicas y multilaterales ocurridas a inicios del milenio.
Indicó que los países de América Latina muestran comportamientos heterogéneos en términos de endeudamiento, y remarcó que las políticas de austeridad pueden ser contraproducentes, especialmente en economías que requieren invertir en recuperación.
La especialista remarcó que América Latina es rica en recursos naturales, pero enfrenta la paradoja de tener altas tasas de inseguridad alimentaria a pesar de su capacidad productiva y advirtió que la explotación de recursos naturales para pagar deudas externas genera graves conflictos ambientales y sociales.
En América Latina, la crisis de endeudamiento se potenció durante la pandemia, y los pasivos a nivel global son mucho más grandes que los activos. Es aparentemente es un ciclo que afecta a distintas regiones del mundo.
- Sí. El endeudamiento ha sido un ciclo que ha estado subiendo. De hecho, la tendencia era creciente antes de la pandemia, pero es verdad que a partir de ese momento se acelera el crecimiento de la deuda pública y también privada en todas las regiones. Sin embargo, hemos visto un incremento muy importante en América Latina. Los niveles actuales son ya muy similares a los de los años 2000, que fue un momento de condonación de la deuda pública y multilateral. Hoy estamos viendo una situación similar, con una deuda más grande, pero al mismo tiempo, es importante recalcar que la composición de esta deuda es diferente, su tratamiento y manejo es diferente, y eso presenta otros desafíos y retos para los administradores de la deuda pública.
- Teniendo en cuenta lo que es la deuda pública y cómo está diferenciada en algunos países, tenemos países como Chile y Uruguay que consolidan un tipo de deuda muy diferente, Argentina, obviamente, que es un caso excepcional y podemos analizarlo aparte. Pero también Brasil y Paraguay que comienzan a tener un tratamiento de la deuda un poco más complejo, tratando de reducir la diferencia entre su pasivo y su activo, más allá de Argentina, que tiene un problema aparentemente político pero que siempre termina en crisis económica.
- Sí, es verdad. La composición y el comportamiento del endeudamiento entre los países de la región es completamente heterogéneo. En Uruguay, en Chile, inclusive en Perú, la deuda quizás no es un problema significativo. En el caso de Argentina, sí hay una serie de crisis de endeudamiento que ha estado atravesando a lo largo de las últimas décadas. En el caso de Paraguay y otros países en la región, la tendencia hoy es a reducir los niveles de endeudamiento y para reducir esto, hay que reducir los déficit fiscales. En ese sentido, se están implementando medidas de austeridad, particularmente a través de la reducción del gasto público. Esto puede estar orientado a garantizar la sostenibilidad de la deuda y la sostenibilidad fiscal, pero también hay que tener en cuenta que la reducción del gasto, dependiendo del tipo de gasto, puede tener consecuencias sociales. Los avances que habíamos visto en materia de reducción de pobreza y desigualdad se han visto afectados rápidamente por la pandemia, y al aplicar estas políticas de austeridad podríamos estar incrementando ese retroceso en términos sociales, de desarrollo y ambientales, ya que la región necesita invertir en acción climática.
- Usted plantea que desde el punto de vista social y teniendo en cuenta a los sectores más vulnerables, no se puede aplicar una economía tan simplista de que se gasta lo que ingresa. Hay que tener otro tipo de mirada, y ahí apunto a lo que usted mencionó: el tipo de endeudamiento. No es lo mismo endeudarse en gastos corrientes que cuando el endeudamiento es para sostener a las clases hoy marginadas, que después de la pandemia, y hablo puntualmente desde la visión de Argentina, algunos sectores comenzaron a incrementar la necesidad de asistencia del Estado.
- Sí, así es, completamente. De hecho, en América Latina la red de seguridad y de protección social es muy baja, alcanza un porcentaje muy bajo de la población, lo que las deja expuestas, sobre todo cuando hay este tipo de choques, como la pandemia. Entonces, es necesario, primero, preguntarnos para qué nos endeudamos y dónde se destinan esos recursos. En este momento, las economías necesitan invertir en recuperarse porque todavía no hemos visto una recuperación, de hecho, el crecimiento está muy desacelerado en la región. Al mirar este tipo de inversión de gasto para reactivar las economías, hay que ver dónde se destina este gasto. Y como usted bien dice, cuando se reducen estos tipos de gastos debido a las medidas de austeridad, particularmente en ítems que corresponden a servicios esenciales, puede tener consecuencias negativas. Por ejemplo, se reduce el número de enfermeras o de profesores, lo que afecta a las poblaciones que dependen de estos servicios públicos, las más vulnerables. Los impactos no son iguales para toda la población, llegan de manera desproporcional a diferentes grupos. Eso es importante considerar en este momento en la región. Cuando hablamos de deuda, no solo es tratar de reducirla, sino también entender en qué políticas afectan y a quién afectan.
- Exactamente. Bueno, todo esto se está debatiendo en Buenos Aires desde hace unos días. Expertos de 23 países no solo abordarán la crisis de deuda, sino también la evasión, los flujos financieros ilícitos, paraísos fiscales y analizarán los distintos vínculos con respecto a la situación en América Latina. Es interesante cuando los países se juntan y los expertos, como en su caso, Daniela, comienzan a debatir políticas públicas que incluyen redistribuir los ingresos, políticas de cuidado y de género, que también tienen un costado financiero. Es decir, es interesante cuando se juntan los expertos y comienzan, por lo menos, a diseñar políticas públicas hacia el futuro.
- Sí, estoy de acuerdo. Creo que además lo que se está tratando de trabajar son alternativas a este tipo de políticas que ya hemos visto que se han aplicado en la región y que no han tenido éxito y han tenido impactos muy fuertes. La idea ahora es pensar en qué alternativas hay, qué políticas son viables y factibles, y que además incorporen un enfoque de género, un enfoque integral en cuanto a la política económica y macroeconómica. El objetivo de los países es el desarrollo, entonces debemos apuntar a ello. Además, el endeudamiento está generando un peso en el servicio de la deuda. Las tasas de interés a nivel mundial han subido, el costo del endeudamiento también es más alto, y en América Latina, en promedio, casi el 27% de los presupuestos se destina a pagar deuda. Esto reduce los recursos disponibles del Estado para garantizar prestaciones sociales. En este momento hay que buscar alternativas con enfoques más integrales para ayudar a la población. Al final, el objetivo y el centro de las políticas deben ser las personas y el medio ambiente.
- Exactamente. Una paradoja que no se resuelve en América Latina desde la época misma de la colonia es que, después de la pandemia, la región se potenció. Es rica en recursos naturales, desde el petróleo de Venezuela, pasando por los minerales de Bolivia, todo lo que aporta Brasil, Argentina, y Uruguay en alimentos de primera necesidad para el mundo. Pero paradójicamente, concentra, sacando lo que es el triángulo de Asia, las poblaciones con más necesidad desde el punto de vista de la canasta básica.
- Sí, absolutamente. Dos años después de la pandemia, comenzaron algunos problemas de inflación, particularmente la inflación de alimentos, y hemos visto aumentar la inseguridad alimentaria. En Perú, por ejemplo, el 50% de la población estaba en condición de inseguridad alimentaria moderada o severa en 2023, a pesar de no tener un problema significativo de deuda. Esto muestra cómo la pandemia ha impactado la región, y es importante considerar la multidimensionalidad de las vulnerabilidades que afectan a nuestros países. Hemos contribuido significativamente en la producción de alimentos al mundo, y sin embargo, sufrimos de inseguridad alimentaria. Un tema adicional es la parte extractiva en la que se han basado los modelos económicos de muchos países de América Latina. El endeudamiento elevado, particularmente con acreedores externos, presiona a los países a recolectar recursos de las industrias extractivas para pagar estas deudas externas.
- Sí, uno de los grandes debates es que los países industrializados no apuestan más a las papeleras, y lentamente comenzaron a instalarse en América Latina, afectando el medio ambiente. En Argentina, por ejemplo, se está dando una discusión en la Cordillera sobre la minería a cielo abierto y el uso de mercurio en el refinamiento para no contaminar las napas de agua subterránea. Se usa como excusa el ingreso de recursos para paliar la pobreza, pero el costo ambiental es muy alto.
- Sí, absolutamente. Además, el costo humano también es alto, ya que la contaminación afecta la salud de las poblaciones cercanas a estas iniciativas. Muchos terminan con diferentes enfermedades. En Bolivia, esto ya se ha visto. Hay que tener muchísimo cuidado cuando se habla de estas políticas mirándolas solo desde el punto de vista de la generación de ingresos. Los impactos ambientales y humanos son muy importantes.