( Por Jose Miguel Bonet*). Una de las famosas frases de Winston Churchill: más vale ser útil y provechoso que ser importante. Esta cita se puede aplicar a múltiples circunstancias de la actualidad patria. La gente prefiere ser importante a ser útil. Que se lo digan los dirigentes de todos los estrado no estan pendiente de los problemas de los ciudadanos, lo que más le preocupa es cómo lo juzgará la historia.
Diálogo con Churchill
Hombre, Winston, qué alegría verte, ¿qué haces por aquí? Es un honor que hayas venido a escucharme.
– Querido Elisardo, sabes que me gusta estar al día de lo que piensas.
– Me vas a poner colorado, Winston… bueno, ¿qué destacarías de la charla?
– Pues cuando has tocado el tema de la responsabilidad individual, eso de que no vale echar siempre balones fuera porque entonces, ¿con qué balón juegas tú?
– Me encuentro con muchos a los que les incomoda que les haga responsables de sus propios actos, Winston. Es más fácil utilizar el “es que” o el “yo no he sido”.
– Ja, ja, es verdad, imagina sacar el “índice esque” en una empresa, o en un sector, qué divertido.
– Bueno, suena bien, igual lo hacemos…
– Por si te sirve de ayuda, introduciría en tu ponencia algo que no has tocado y que me preocupa sobremanera.
– Dime, dime, ¿de qué se trata?
– He detectado que “el fallo de nuestra época consiste en que sus hombres no quieren ser útiles sino importantes”.
– Qué interesante, Winston. Estoy contigo en que se trata de un problema bien serio porque…??
No es fácil soportar la vida a palo seco, como si no hubiera nada al otro lado del tabique. Preferimos un vecino molesto al vacío. O la fe al absurdo, que decía un obispo.
El infierno es jodido, pero garantiza la vida eterna, que es de lo que se trata. De ahí su enorme éxito. El otro día, en el canal de noticias un policía golpeaba las paredes de una casa en busca de un sonido hueco. Cuando lo oyó, sonrió con satisfacción: había dado con un agujero secreto en el que los narcotraficantes guardaban el dinero y la droga. Lo de menos es lo que hubiera dentro: lo importante era la existencia del agujero. Nos gustan los sótanos y los desvanes por lo mismo que nos vuelve locos el doble fondo del sombrero de copa del mago. Todas Oquedades.
Si los términos inmanencia y trascendencia jugaran un partido de fútbol, ganaría por goleada trascendencia. De hecho, ha ganado ya. Las liturgias en las que se desenvuelven los enterramientos desde la antigüedad surgen de una fe ciega en la trastienda. Hay algo más allá de la vida, en fin. De la inmanencia, en cambio, es decir, de la idea de que lo que hay es lo que hay, apenas quedan huellas culturales porque cuando uno cree que lo que ve es cuanto existe, se deja de ritos y de mitos.
Los cuentos de gente emparedada, que a veces suceden también en la realidad, funcionan porque simbolizan la posibilidad de que una de las paredes de la habitación ―aquella tras la que se esconde el muerto o el tesoro― sea falsa. Hay quien cree que la mente sobrevive al cerebro o que tras la maldad se esconde la bondad. Bueno, está bien, es posible, pero quizá vaya siendo hora de reivindicar un poco la idea de inmanencia. Algunos lunes resulta muy tranquilizador saber que solo puedes esperar la salvación de aquello o aquellos que están al alcance de tu vista. O de tu abrazo.
Somos más grandes cuanto menos altanería despleguemos ante los demás y no al contrario. La superioridad mal entendida, por razón de cargo o, simplemente, de estatus social, es un traje que algún día acabará deshilachándose para dejarnos al descubierto. Y entonces, quizá ya sea muy tarde para darnos cuenta de que, precisamente, lo inútil en esta vida es pretender ser más que nadie.
Por ello, insisto, la humildad es lo que nos hará grandes. Lo trascendental.lo importante!!!!
*desde Mburucuya.
Una de las famosas frases de Winston Churchill: más vale ser útil y provechoso que ser importante. Esta cita se puede aplicar a múltiples circunstancias de la actualidad patria. La gente prefiere ser importante a ser útil. Que se lo digan los dirigentes de todos los estrado no estan pendiente de los problemas de los ciudadanos, lo que más le preocupa es cómo lo juzgará la historia.
Diálogo con Churchill
Hombre, Winston, qué alegría verte, ¿qué haces por aquí? Es un honor que hayas venido a escucharme.
– Querido Elisardo, sabes que me gusta estar al día de lo que piensas.
– Me vas a poner colorado, Winston… bueno, ¿qué destacarías de la charla?
– Pues cuando has tocado el tema de la responsabilidad individual, eso de que no vale echar siempre balones fuera porque entonces, ¿con qué balón juegas tú?
– Me encuentro con muchos a los que les incomoda que les haga responsables de sus propios actos, Winston. Es más fácil utilizar el “es que” o el “yo no he sido”.
– Ja, ja, es verdad, imagina sacar el “índice esque” en una empresa, o en un sector, qué divertido.
– Bueno, suena bien, igual lo hacemos…
– Por si te sirve de ayuda, introduciría en tu ponencia algo que no has tocado y que me preocupa sobremanera.
– Dime, dime, ¿de qué se trata?
– He detectado que “el fallo de nuestra época consiste en que sus hombres no quieren ser útiles sino importantes”.
– Qué interesante, Winston. Estoy contigo en que se trata de un problema bien serio porque…??
No es fácil soportar la vida a palo seco, como si no hubiera nada al otro lado del tabique. Preferimos un vecino molesto al vacío. O la fe al absurdo, que decía un obispo.
El infierno es jodido, pero garantiza la vida eterna, que es de lo que se trata. De ahí su enorme éxito. El otro día, en el canal de noticias un policía golpeaba las paredes de una casa en busca de un sonido hueco. Cuando lo oyó, sonrió con satisfacción: había dado con un agujero secreto en el que los narcotraficantes guardaban el dinero y la droga. Lo de menos es lo que hubiera dentro: lo importante era la existencia del agujero. Nos gustan los sótanos y los desvanes por lo mismo que nos vuelve locos el doble fondo del sombrero de copa del mago. Todas Oquedades.
Si los términos inmanencia y trascendencia jugaran un partido de fútbol, ganaría por goleada trascendencia. De hecho, ha ganado ya. Las liturgias en las que se desenvuelven los enterramientos desde la antigüedad surgen de una fe ciega en la trastienda. Hay algo más allá de la vida, en fin. De la inmanencia, en cambio, es decir, de la idea de que lo que hay es lo que hay, apenas quedan huellas culturales porque cuando uno cree que lo que ve es cuanto existe, se deja de ritos y de mitos. Pero no es fácil soportar la vida de este modo, a palo seco, como si no hubiera nada al otro lado del tabique. Preferimos un vecino molesto al vacío. O la fe al absurdo, que decía un obispo,y esto es la actividad Política se agiganta.
Los cuentos de gente emparedada, que a veces suceden también en la realidad, funcionan porque simbolizan la posibilidad de que una de las paredes de la habitación ―aquella tras la que se esconde el muerto o el tesoro― sea falsa. Hay quien cree que la mente sobrevive al cerebro o que tras la maldad se esconde la bondad. Bueno, está bien, es posible, pero quizá vaya siendo hora de reivindicar un poco la idea de inmanencia. Algunos lunes resulta muy tranquilizador saber que solo puedes esperar la salvación de aquello o aquellos que están al alcance de tu vista. O de tu abrazo.
Somos más grandes cuanto menos altanería despleguemos ante los demás y no al contrario. La superioridad mal entendida, por razón de cargo o, simplemente, de estatus social, es un traje que algún día acabará deshilachándose para dejarnos al descubierto. Y entonces, quizá ya sea muy tarde para darnos cuenta de que, precisamente, lo inútil en esta vida es pretender ser más que nadie.
Por ello, insisto, la humildad es lo que nos hará grandes. Lo trascendental.lo importante!!!!
*Jose Miguel Bonet
*desde Mburucuya.