El Mariscal era un lugar de encuentro, allí quien quisiera podía encontrarse con poetas, escritores, músicos, personas que sabían de todo y más
Era el lugar donde una recalaba en cualquier momento del día o de la noche porque sabía que iba a encontrar una buena conversación, una canción o una discusión acerca de cualquier cosa
El los momentos de mayor desazón yo encontré en El Mariscal un espacio donde llorar, dónde abrazar y encontrar una solución a problemas que parecían no tenerla
Los parroquianos sabemos que habitaban allí unos fantasmas juguetones que salían a bailar cuando Alcides ponía música o cuando los músicos se inspiraban y, cómo los fantasmas tienden a aparecer, yo creo que surgirán otros lugares donde conjurar las crisis, dónde promover el encuentro, la música, la creatividad, los abrazos
Hasta la próxima.