(Por José Miguel Bonet*) El Oráculo es la respuesta de una divinidad a una pregunta, como la propia divinidad o el santuario en el cual la pregunta fue respondida. Los pueblos antiguos tenían en sus oráculos el sistema de predicción del futuro. En la antigua Grecia, eran elementos fundamentales y los sacerdotes y sacerdotisas respondían las preguntas en el templo de forma enigmática y repleta de simbolismos.
En Corrientes, Mburucuyá es el oráculo del chamamé, es el lugar donde se hacen las preguntas y estas son respondidas por las sacerdotisas y sacerdotes del auténtico chamamé. Es un santuario donde se cultiva lo tradicional del chamamé, con sacerdotes como Eustaquio Miño, Tito Miqueri, Antonio Niz, Salvador Miqueri y una larga lista que se comunicaban con las deidades para nutrirse o, en tal caso, ofrecer lo tradicional y lo auténtico. Dos cosas muy simples: es auténtico porque solo se tocan ritmos de Corrientes y tradicional porque se lo trae desde hace mucho tiempo atrás.
En el año 1594, Santa Cecilia fue nombrada patrona de la música por el Papa Gregorio XIII y, a través de los siglos, su figura ha permanecido venerada por la humanidad con ese padrinazgo. Su fiesta es el 22 de noviembre, fecha que corresponde con su nacimiento y que ha sido adoptada mundialmente como el Día de la Música. En Mburucuyá, surgió la idea por parte de Eustaquio Miño para festejar el día de la Santa Patrona de los músicos y encuentra en Tito Miqueri el eco que esperaba. Se pone mano a la obra. El festival más auténtico chamamecero, realizado en la provincia y en todo el país, se formó en los albores del 46’. La primera comisión organizadora, formada exclusivamente por músicos del lugar, tuvo entre sus integrantes a Silvio Luque, Justo Aromí, Totón Gómez, Fortunato Fernández, Mario Sosa, Veron, Salvador Miqueri, entre otros. La primera fiesta se realizó el 22 de noviembre de 1946, consistió en un asado criollo, seguido del desfile de los conjuntos, solistas y participantes, y culminó con un gran baile. Así, el día de la Música fue conmemorado con chamamés y chamameceros en "La Querencia" de Don Eustaquio Miño.
El término festival fue incorporado al vocabulario de la gente, mientras que músicos de otros lugares, profesionales y aficionados, eran atraídos por lo que se fue constituyendo en un gran acontecimiento folklórico de primera magnitud. Así llegó a 1968, fecha en que se efectuó por primera vez en el club General San Martín de Mburucuyá. El Primer Festival del chamamé, constituido oficialmente mediante Decreto N ° 3974/70, durante el Gobierno de Adolfo Navajas Artaza y en el año 2006 por ley de la nación se declara a Mburucuyá "Sede Permanente de la Fiesta Nacional del Auténtico Chamamé Tradicional". Es decir, estamos a 54 años del decreto provincial y a 18 del decreto nacional, impulsado por la Senadora Anahí Sánchez. "La Querencia" se llamó la pista de baile en la que Manantialero Eustaquio Miño refugió su modestia y su pasión, y Mburucuyá fue testigo durante largos años del verdadero culto a la música correntina. Las fechas del Festival fueron variando, había nacido en homenaje a Santa Cecilia, Patrona de la Música. El escenario, después de su reconocimiento oficial, fue el Campo de Deportes del Club Atlético Mburucuyá, hasta 1974, fecha en que se inaugura el anfiteatro. Este anfiteatro en Honor a Eustaquio Miño lleva su nombre y el escenario el de Tito Miqueri. Al constituirse el festival, se hizo un reglamento que hasta el día de hoy está vigente y cada vez más vigoroso, en el que se señalan los instrumentos típicos del chamamé: guitarra, bajo, violín, acordeón, bandoneón y piano, los que pueden ser ejecutados. No se permite otra melodía que no sea el chamamé. La comisión tiene una sentencia al lado de los equipos amplificadores con el mando por si alguien no cumple con el reglamento, se le quita el sonido. Mburucuyá, lugar mágico donde la tradición musical ha echado raíces y ha dado grandes músicos, hoy no permite que dejemos de gozar de nuestra música vernácula, como diría el querido Salvador Miqueri.
El Poeta Jensen nos deleita con un hermoso poema a Santa Cecilia. Todos los que cultivamos el tradicional y auténtico Chamamé, nuevamente le pediremos a nuestra querida Santa Cecilia el aval para hacer un nuevo festival en el calor de febrero y recordar al primero que, en tu nombre y en tu honor, te festejó con amor, con la ternura de un niño, yo te nombro Eustaquio Miño. En febrero, Mburucuyá abre sus brazos y su corazón para que todos los que nos visitan puedan disfrutar de la amistad y la música. Nadie se sentirá extraño, y es tradición juntarse fuera del horario del festival a compartir alguna comida y gozar de buena música, porque nos gusta juntarnos y con ustedes nos hallamos con la música que amamos, esa que estamos escuchando (mis amigos - Juan Carlos Jensen). El festival de Mburucuyá es como el viento, viejo pero sigue soplando con más bríos.
*Desde Mburucuyá.