(Por María Laura Riba) El 14 de julio a las 16y30 (Auditorio 1983), la periodista y escritora Rocío Navarro, presentará su ensayo “sobre marihuana y comunicación”, un libro excelente que deberíamos leer
Suspiro frente a la pantalla de mi computadora. Pienso en cómo escribir “algo” sobre un libro de ensayo acerca de la marihuana. Siento que no puedo escribir sin conmoverme por el costado humano, real, del aquí y del ahora respecto al tema. Y, por supuesto, me pregunto cómo escribir “algo” sobre un libro con absoluto rigor periodístico, con un manejo del lenguaje que se debería imitar. Un libro hecho con profundo respeto.
Actualmente, quién más, quién menos, conocemos u oímos hablar sobre familiares, seres queridos, amigos, vecinos -o nosotros mismos-, personas que consumen aceite medicinal de cannabis. Pero, antes, varios años antes, cuando no existía el Registro del Programa de Cannabis (Reprocann) ni la cotidianidad con la que, ahora, se puede comprar este aceite por Internet, ¿cómo hacían, por ejemplo, las madres desesperadas por aliviar la enfermedad de su hijo o de su hija, para conseguirlo? Creo que no nos hemos puesto a pensar lo suficiente sobre esto. ¿A quiénes se lo pedían? No: imaginan mal si piensan en pasillos cerrados y sospechosos, llenos de narcos con armas largas y cuchillo entre los dientes. La marihuana se ofrecía de manera solidaria por quienes siempre fueron solidarios y, además, cultivaban y cultivan sus propias plantas para consumo personal.
“Consumo personal”, ¿eso es bueno o es malo? Deberán leer “Flores liberadas – Un ensayo sobre marihuana y comunicación”, para comprender la esencia de lo que se está hablando, que la hipocresía sigue en pie, que no todo es blanco y negro, que la ignorancia mata, que tenemos –me incluyo, nunca me quito del medio- que aprender a escuchar, de manera consciente, con la cabeza abierta y el alma dispuesta a defender lo que, todavía, nos queda de humanos en un mundo que, cada día, se empeña un poco más en deshumanizarse.
Navarro hace un recorrido por aquellos años donde decir marihuana era sinónimo de Pablo Escobar - ¿seguro que, aún, no lo es? -. Recaba información precisa, se nota que ha realizado lecturas previas –desde filosofía y antropología hasta revistas e informes legales y científicos-, de manera consciente y dedicada, refiere leyes, no leyes, papeles legales, papeles solos, papeles.
Nos ofrece un abanico de testimonios, fotos, nombres y apellidos. Algunos de éstos son realmente necesarios para entender el camino de “Flores Liberadas”, como, por ejemplo, cuando no existía el aceite de cannabis y a un muchacho de Corrientes le detectaron un tumor en el cerebro: ¿qué hizo? ¿Qué pasó con él?
No voy a extenderme más sobre el libro, sólo recomendar su lectura, el camino que la periodista y escritora chaqueña nos hace conocer.
Para finalizar esta breve reseña, mencionaré el caso de Facundo Pino –en el libro se habla sobre él-. Cultivaba marihuana, fumaba lo que cultivaba, era solidario con quien necesitaba su ayuda. Murió ahogado a los veintisiete años. Si pensamos con mentalidad vieja, seguramente diríamos, antes de informarnos correctamente: “¡Y sí, mirá en qué andaba!”, pero, otra vez, la vida, la humanidad plena y noble –la que defiendo- nos salta a la cara. No sé si los medios de comunicación habrán contado que, Facundo, se ahogó después de salvar a un niño.
Rocío Navarro nos pone a pensar. Eso hay que agradecerlo y celebrarlo.
“Flores Liberadas” es de editorial Literatura Tropical: Instagram: https://www.instagram.com/literatura_tropical/ - www.literaturatropical.com/
