Corrientes, sábado 20 de abril de 2024

Sociedad Corrientes

El flaco Gerardo Pisarello, saladeño desaparecido y muerto por la dictadura.

27-03-2023
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( Por Jose Miguel Bonet*). La dictadura del llamado «Proceso de Reorganización Nacional» de 1976 agravó la situación económica y social de la provincia, agobiada ya como consecuencia de la instauración de la «Revolución Argentina» de 1966, que cerró once ingenios azucareros y provocó la emigración de una cuarta parte de su población, en busca de nuevas fuentes de trabajo. El Proceso, a su vez, favoreció con su política económica a los sectores más concentrados de la economía y provocó la ruina de la industria argentina. Con el fin de someter y disciplinar a los sectores populares, los militares desplegaron una feroz represión y recurrieron al terrorismo de Estado y la desaparición de personas –una deriva criminal ya iniciada, por cierto, por el gobierno de Isabel Perón que los precedió: los verdugos mandaban y una buena parte de la sociedad era su cómplice.

Pisarello fue una de sus tantas víctimas.

Había tenido en aquellos días – poco antes de su desaparición – muchas reuniones largas en varias casas de gente afectada por el terrorismo de estado y volvió a su casa. La Petisa – como mentaba a su mujer – lo esperaba preocupada porque había visto en la tele, y escuchaba por la radio que las cosas estaban cada vez más feas. El día lo había terminado visitando a su hija mayor que había dado a luz su segundo hijo.

Mientras cenaba con su habitual cognac Tres Plumas contó sin detalles los acontecimientos que había vivido, en realidad, padecido. Cada día era un padecimiento.

Se acostaron con Gerardito, su hijo menor que tenía cinco años. Antes de dormir buscaban los diez errores en las viñetas del diario La Razón. Él aún con los anteojos de marco notable color negro, puso una mano en la nuca y dijo: “esto parece distinto”, en tono melancólico y casi en voz baja. Puso los lentes en la mesa de luz, apagó su velador y mirando a su hijo –que estaba de espaldas- le puso la mano encima con ternura y se durmió.

Habían pasado dos horas desde que se inició el 24 de junio de 1976. La puerta de entrada y la de cancel cayeron reventadas por la inmisericorde pateadura que le dieron un grupo de matones con uniforme policial. Otro grupo de hijos de puta entraron por el fondo. No prendieron la luz del dormitorio. Brazos bárbaros sacaron a Pisarello de la cama en calzoncillos y se lo llevaron. Gerardito, desde su inocencia, dijo primero que su padre no tenía armas, y después que no se olviden de llevarle los anteojos.

Serenamente salieron los autos y el vecindario no supo que en esa noche uno de los círculos del infierno había morado en la casa de al lado.

La Aurorita, su mujer, fue a la seccional segunda de la policía a hacer la denuncia. La acompañó su hermana. Estaba en camisón todavía envuelta en un salto de cama.

Siete días después, en Santiago del Estero, tres periodistas salen de la redacción del diario La Calle y van a desestresarse al Parque Aguirre. Dos – con ropa cómoda – empiezan a trotar. El tercero se queda en el auto dormitando porque esperaba que los aires generosos le sacaran varios fernet del cuerpo.

 La luz de la madrugada empieza a darle forma a las protuberancias que la noche había escondido. Entredormido y buscando una posición más cómoda, Isaac ve el perfil de un hombre en posición fetal sobre el pasto. Se despabila, se friega los ojos y espera que vuelvan sus amigos. Con el índice y en voz baja les dice lo que había visto. Quietos y asustados, los tres tucumanos ven que se trataba de un hombre. Cuando el sol es más franco, se acercan y reconocen el cadáver de Ángel Pisarello. “Es él”, dice el Negro Marcos y armaron una estrategia. Fueron al diario, trajeron la máquina de fotos, capturaron muchas imágenes, casi un rollo completo, volvieron a la redacción, sacaron un rollo virgen y volvieron al lugar. Sacaron más fotos y dieron parte a la policía. Cuando llegó un patrullero y un unimog del Ejército, lo primero que hicieron fue abalanzarse sobre la cámara de fotos y arrancárselas de las manos. El fotógrafo en un acto de histrionismo del más alto nivel se quejó e invocó leyes de todo tipo pero no sirvió de nada. El rollo había sido exhibido al sol para que no se registrara nada. Lo llevaron al cadáver e informaron a Tucumán que se había encontrado “un masculino mayor en ropa interior, muerto en Parque Aguirre por causas que se desconocen, que un periodista dice que se trata de un dirigente político de esa provincia”.

Van a reconocer el cadáver Félix Justiniano Mothe, mi padre, Luis Lencina y Miguel del Sueldo.

Cuando verifican que se trataba del Flaco Pisarello, en la morgue judicial les piden que firmen la entrega del cadáver de «este hombre muerto por un paro cardio respiratorio». Debieron ingresar de a uno por vez. La escena era conmovedora. Los daños infringidos eran infinitos. Ninguno de los tres aceptó firmar nada en las condiciones solicitadas, a pesar de las presiones – y fueron muchas – que recibieron.

Finalmente lograron traer el cadáver a Tucumán.

El diario La Gaceta publica el 3 de julio de 1976, en la página 2, una información en una columna titulada: El Cadáver de un Político Tucumano Hallaron en Santiago. El texto, fechado en Buenos Aires el día 2 y firmado por Télam, refiere que “el secretario de prensa del comité nacional de la Unión Cívica Radical, Rafael Di Stéfano, en comunicaciones telefónicas con las redacciones periodísticas, dijo esta noche que había aparecido en Santiago del Estero el cadáver de Ángel Gerardo Pisarello, dirigente partidario del distrito de Tucumán”.

Di Stéfano agregó que Pisarello, de 60 años, había sido secuestrado hacía ocho días y anunció que a las exequias del extinto asistirá el doctor Balbín.

Hoy, su muerte es motivo de espaciados homenajes.a Pisarello lo mataron, sólo por ejercer una profesión y luchar por un país mejor.

Ángel Gerardo Pisarello nació el 23 de septiembre de 1916 pero lo anotaron el 24, en Saladas, Corrientes. Descendía de un genovés, José Francisco: filoanarquista, militante de la Unión Cívica Radical, llegado a la Argentina en 1850.




*Extractos de un artículo de TucumanZeta.