Corrientes, jueves 28 de marzo de 2024

Sociedad Corrientes

Cuando lo imposible aqueja con sus demandas

28-11-2022
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(Por    Arturo Zamudio Barrios). Clara Valverde es una escritora española que convivió unos años con los CRI, en Canadá, aprendiendo de ellos a superar los graves traumas, violaciones, malos tratos y traumas familiares heredados de la Civilización europea. La Comunidad –indica la autora- se encarga de absorber estos traumas, neutralizando los efectos del civilizado “maltrato”, y muy pronto, dolidos o no, los CRI canadienses han vuelto a cortar caminos y a delinear, de algún modo, las tierras de su pertenencia. Asombrada ante este fervor y esta fuerza, Clara Valverde exclama: “todavía no hemos descubierto América y cuanto está en condiciones de enseñarnos”.

Pero la Comunidad CRI no es la única cuyo movimiento impacta en Europa. Ya conocemos la expectativa suscitada a fines del pasado siglo, cuando apareció la lucha en Chiapas y la instauración de sus célebres caracoles, los cuales, en esencia, son formas descentralizadas de institucionalidad donde cada lugar ejerce su soberanía, aunque coordine con los otros aquello que concierne a la defensa de todos. José Saramago, premio Nobel en esos días, escribió puntualmente: “Todos somos Chiapas…”

¿Se ponía a prueba algo que iba a relucir, buscando formas siempre nuevas, en el mundo del Siglo XXI? En verdad, sí… No es casual que las costumbres, tradiciones, idioma y literatura recogidas aquí y allá y, a la par, desarrolladas por sus descendientes, entre los pueblos originarios de América, se hayan vuelto desde entonces “bests sellers” en el Viejo Mundo, más que nada al probar que se puede vivir de otro modo y que la existencia orientada por la experiencia europea no es la única digna de considerarse humana. ¡Y quizás peor…! Que la orientación generada por el Viejo Mundo, sagrada hasta hace no mucho, reúne ya sobre sus espaldas tanto descrédito que no merece ser aceptada como digna entre los humanos de hoy. Lo han puesto de relieve muy poco después, ya ¡por supuesto! en este siglo, los españoles del 15 M al inscribir en sus camisetas: “Sin casa, sin curro, sin fonda, sin futuro (pero también) sin miedo…”

Mientras tanto, en los sitios muy conflictivos de América, la descomposición de las formas institucionales que rodean a las viejas naciones, cobra un ritmo veloz. En Michoacán, cuya soberanía era respetada en otro tiempo por el Poder Central, se ha formado la República de Cherán, reconocida por el gobierno estadual, y han empezado a constituirse grupos de auto defensa en ciudades y Estados. Por lo tanto, el Estado mexicano podrá caer, como cayó, en manos de los representantes de las finanzas, al igual que Estados Unidos, y de los dueños de la Televisión (Televisa) y del narco tráfico, pero la fuerza adversa capaz de ponerlos de calles ha comenzado a madurar.

El islandés Kimtsibe afirmaba también, en medio de esta ola de replanteamientos que ya se extiende de América a Europa: el Poder es fuerte porque reposa en la oscuridad y su presencia se siente, pero no se ve… Hay que crear otro que se muestre a la luz del día, y Elvira Méndez Pinedo, catedrática en la Universidad islandesa, le llama “la Sociedad de lo (im)posible…” ¿No es la lucha por lo (im)posible la que animó a los americanos del Sur cuando el Viejo Mundo dormía sobre laureles…, más aparentes que reales, por cierto? Fue enorme mi azoro, días atrás, al ver en la pantalla la gigantesca multitud que iba desde el Paseo de Atocha hasta la Puerta del Sol, cuando hace tres lustros, en ese mismo punto, las Comisiones Obreras celebraban que, al llamado, hubiesen concurrido apenas unos mil trabajadores.

La frónesis –para decirlo aristotélicamente- del tiempo que vivimos, es decir la sabiduría práctica, se delinea por un movimiento perpetuo de interinfluencias cuyo principio, en buena medida, se inicia en Hispanoamérica, cuando el resto del mundo se dejaba conducir a la tesis del “Fin de la Historia”. Y, en resumen, viejos anhelos regresan, tras haber sido dejadas a un lado como inaceptables utopías hace no mucho. Una de ellas… la de que cada país o región, mediano o pequeño, tiene el derecho de formar su Estado, auto determinarse y decidir sobre su destino, sin que la visión fascista una a los seres de aquí y allá en virtud de una presunta “unidad de destino” proclamada unilateralmente. Lo repite claramente en nuestros días, el llamamiento en apoyo de la Tercera República de los pueblos de Sefarad, tirando por la borda lo que queda de la última dinastía borbónica de España.

Al mismo tiempo, los principios de un reclamo democrático en profundidad y extensión han comenzado a volverse común. Y esto acota a lo que hasta aquí, bajo el predominio estadounidense, se ha persistido en considerar como democracia, definida con todo cinismo por Shumpeter, su teórico máximo. Porque según el teórico austro-norteamericano: “La democracia no significa ni puede significar que el pueblo gobierne efectivamente…La democracia significa tan sólo que el pueblo tiene la oportunidad de aceptar o proteger a los hombres que han de gobernarle…” O sea que el pueblo apenas si tiene derecho a decidir quién va a esgrimir el garrote sobre su cabeza.

¿Qué tiene, empero, que ver esta teoría de los tiempos de Truman con la lucha por lo imposible a que aludía la profesora latinoamericana de la Universidad de Islandia? Nada… Porque en América y, a su manera, en Europa del Sur, ya se exige una forma de vida acorde a los tiempos y hombres de nuestros días han postulado la óptica del “Buen Vivir”. Bolivia ha de ser el epítome, no el modelo; la muestra de una tentativa, no el camino forzoso a seguir para un orbe cuyas características son múltiples y diversas. Pues, como se sabe, el esquema considerado universal fue uno de los encierros más penosos para todos los esfuerzos hechos, hasta aquí y bajo influencia europea, a fin de superar el orden de cosas vigente. Y la política del “Buen Vivir” resume todo lo que en estas líneas hemos tratado de describir: auto determinación para pueblos, regiones o países, con o sin separación idiomática; democratización real, es decir, la implantación de un ordenamiento en cuya trama el elector, o ciudadano, elija realmente, y no sólo se ponga al cuello la soga de un verdugo diferente; y proclame el respeto, a la par, de todas las etnias, pueblos, soberanías y variedades de la especie humana, sin que un grupo de ellas viva a costa de la miseria de las otras.

Por ello la difusión en nuestros días y en todo el mundo de los ejemplos del pasado americano, cuyos heroicos defensores y - a la larga mártires- ha probado suficientemente que el hombre puede ser distinto. No es inevitable escribir en las remeras lo que los jóvenes del 15 M han hecho circular por las calles de Europa, alentando a los más de 5.000 centros fundados por la protesta anti capitalista del Acampe Wall Street. La lucha por lo imposible, como afirmaba Méndez Pinedo, puede hacer, justamente, posible aquello que permita vivir a hombres cuya labor creadora les ha permitido llegar hasta ahora a conseguir lo que tienen. Y esta lucha debe, inevitablemente, establecer además, una relación distinta con la naturaleza, cuyas demandas siempre parten de la naturaleza misma… porque, desde ya, sin ella, y sin atenderla en sus advertencias y notas de alarma, ni los financieros, ni Monsanto, ni las corporaciones ni los espías de la NSA, podrían salvarnos del desastre total.