Corrientes, martes 23 de abril de 2024

Opinión Corrientes

El Quijote y la política argentina ,por José Miguel Bonet

30-10-2022
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(*)Cervantes trasciende la circunstancia vital que refleja su obra para llegar a la raíz misma de la condición humana.

Cervantes mantuvo siempre una imagen y unos valores de existencia extraordinarios, basados en la libertad, la responsabilidad, la humildad y el perdón, el imperativo de no hacer daño a los demás, de corregir las injusticias, lo torcido («enderezar tuertos»), denunciar la corrupción y ayudar a quienes más lo necesitan (especialmente, mujeres y niños).

Lucho contra tres gigantes, querido Sancho; estos son: el MIEDO, que tiene fuerte raigambre y que se apodera de los seres y los sujeta para que no vayan más allá del muro de lo socialmente permitido o admitido; el otro es la INJUSTICIA, que subyace en el mundo disfrazada de justicia general, pero que es una justicia instaurada por unos pocos para defender mezquinos y egoístas intereses; y el otro es la IGNORANCIA, que anda también vestida o disfrazada de conocimiento y que embauca a los seres para que crean saber cuando no saben en realidad y que crean estar en lo cierto cuando no lo están. Esta ignorancia, disfrazada de conocimiento, hace mucho daño, e impide a los seres ir más allá en la línea de conocer realmente y conocerse",se le atribuye a Cervantes haciendo una apología de En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:

—La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que esta es buena guerra3, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra4.


—¿Qué gigantes? —dijo Sancho Panza.


—Aquellos que allí ves —respondió su amo—, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.


—Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes5, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino

Si hoy trasladamos estos dichos a la realidad Argentina,tienen plena vigencia.

El miedo.Argentina,Alguna vez fue una fábrica de oportunidades y de sueños. Pero la Argentina de hoy –aún con grandes reservas de vitalidad productiva y empuje ciudadano– se ha convertido en una fábrica de miedos. El miedo es una sensación dominante. Tenemos miedos que se sienten en el cuerpo: a ser asaltados en la calle o en nuestras casas, a sufrir cualquier forma de violencia urbana, y ahora –como ocurre en todo el mundo– a contagiarnos y enfermarnos. También se han acentuado los miedos a perder el empleo, a quedar sin cobertura social, a no poder pagar la cuota del colegio. Es el miedo a caer desde el último escalón de la clase media a una situación desconocida. La inestabilidad crónica de nuestra economía también provoca miedo a endeudarse: el crédito resulta inaccesible y las fuentes de financiamiento están sometidas a bruscas oscilaciones. Es otra realidad que conspira contra los estímulos para crecer.

Los emprendedores también tienen miedo a fracasar, porque en la Argentina el fracaso de un proyecto es penalizado con una madeja de inhibiciones que desalienta al más arriesgado. Una quiebra o un concurso de acreedores suelen convertirse en una lápida que impide volver a empezar. El ciclo de aprendizaje está muy condicionado por una legislación aplastante y una exasperante burocracia regulatoria.Muchos ciudadanos le tienen miedo a un Estado que, además de ineficiente, es arbitrario y omnipresente. ¿Qué sensación le queda a alguien que escucha decir a uno de los más encumbrados senadores del oficialismo que "en pandemia no hay derechos"? Más que miedo, provoca pánico. Lo mismo ocurre con la corrupción: los proyectos de expansión exigen nuevas habilitaciones, permisos e inspecciones. El riesgo de la extorsión y la coima, en un sistema que ha naturalizado el atajo, también provoca temor.

La injusticia, No es justo que pocos tengan mucho ni que muchos tengan poco, y menos si el Estado define quiénes van para cada lado. Patricio Watson.

Como el torrente al bajar de la montaña abre un cauce infranqueable que separa los rebaños y a poco de ocurrir estos van tomando diferentes características, esto mismo es lo que pasa con la injusticia: nos separa y, como las ovejas, comenzamos a diferenciarnos sin entender que la culpa de lo que ocurre no la tienen los de enfrente sino los hechos injustos que miramos de diferente lado.

Ante la ley, el Estado debe someterse como cualquier persona física. Sin embargo, cuando comete faltas graves la Justicia no lo alcanza o, si lo hace, es tarde y jamás repara los daños de forma correcta. Tampoco es justo que a los políticos en función de cualquiera de los poderes las crisis económicas no les lleguen..Es función de jueces, funcionarios del Ejecutivo y legisladores terminar con el alud de injusticias que van erosionando de manera cada vez más profunda nuestra sociedad.La única manera de cerrar lo que ustedes llaman “grieta” es con justicia y no con discursos que sólo la profundizan. Terminen con la corrupción, con los privilegios y las injusticias que muchas veces promueven en beneficio propio; no olviden que son nuestros representantes con mandato explícito.

Ignorancia.El concepto de hombre-masa es una de las contribuciones más relevantes de Ortega y Gasset a la historia de la filosofía occidental. Este es el hombre de su tiempo, el conformista al que la vida le parece fácil, que se siente en control de la realidad que le rodea y que no se somete o siente sometido a nada ni a nadie. Es un individuo egoísta y mimado, un ser cuya máxima preocupación es él mismo. Este también es el hombre del siglo XXI, preocupado por las tendencias y las apariencias, poco profundo. ya que esta masa alocada no ve más allá de sí misma, no respeta, no sigue. La masa se impone. Los que tradicionalmente se consideraban lujos reservados a unos pocos, se convierten ahora en los placeres a los que todos tienen acceso. La masa ya no va detrás, ahora se coloca en cabeza: «El ejército humano se compone ya de capitanes». El hombre del presente se ve a sí mismo más merecedor, que su «vida es más vida que todas las antiguas (…) que el pasado íntegro se le ha quedado chico a la humanidad actual». La rebelión de las masas es un ensayo sobre el triunfo de la vulgaridad a manos de este hombre-masa que la hace constar, la sitúa por encima de todo. Es casi como si no respondiese a razones; posee todos los poderes. Él se lo guisa y él se lo come.

«Yo soy yo y mi circunstancia» es la cita más conocida de Ortega y Gasset. Recogida en su perspectivista obra Meditaciones del Quijote (1914), estas seis palabras resumen la postura del autor en lo referente a la existencia del individuo y cómo esta no puede separarse de la realidad, del mundo que le rodea. Es decir, la historia, su contemporaneidad, lo espiritual. De alguna forma define la interactuación del hombre con sus alrededores.



* Desde Mburucuya.