Villa Mercedes se vistió de fiesta con la presentación de River, que encontró la brújula extraviada. Por ello, con el 3-0 y con tres golazos no dejó dudas ante Barracas Central para pasar a los octavos de final de la Copa Argentina.
Marcelo Gallardo pateó el tablero y metió el bisturí al hueso. Con siete cambios intentó cambiarle el aire a un equipo, que andaba pidiendo frescura de juego. El Muñeco tiene claro que no puede permitir que su River se deje fagocitar por este contexto de negatividad. Por eso pegó un golpe de timón. Salvo Enzo Pérez (desgarrado) varios pagaron el flojo nivel con la salida del equipo (caso Romero, Paulo Díaz, De la Cruz).
Y al DT le fue saliendo mejor la cosa. Hubo movilidad, como aquella que alguna vez se vio; hubo desborde de los laterales, como el Millo acostumbraba; hubo destellos de buen fútbol también como para decorar un poco más el andar del equipo de Núñez.
Quedó claro que Aliendro es la nueva gran apuesta de Gallardo. De sus pies salieron las mejores apariciones de River en ofensiva en buena compañía de Palavecino, que fue uno de los que realmente aprovechó la chance que le dio el DT.
Si bien Barracas arrimó algo de peligro en el último tramo del primer tiempo, en donde Armani apareció para tapar un par de aproximaciones del equipo de Berti, el Millo fue sacando a relucir algunos de aquellos argumentos que lo pusieron en lo más alto. Milton Casco metió un bochazo desde afuera del área que se coló por arriba de Gagliardo. Ahí River empezó a edificar un reencuentro con su pasado cercano.
El segundo tiempo entregó una cara mucho más mejorada del Millonario. Es que Palavecino y Aliendro tomaron mayor protagonismo junto a Barco, que generó peligro por la banda, sobre todo con la ayuda de Elías Gómez que fue siempre referencia de descarga.
Palavecino clavó dos golazos en ocho minutos: primero tras un taco de Aliendro y luego con un remate exquisito desde 25 metros que se clavó en el ángulo superior izquierdo del arco rival. Así, el Millo volvió una noche en la sierra puntana.
