Corrientes, miercoles 24 de abril de 2024

Cultura Corrientes
ANFITEATRO MARIO DEL TRÁNSITO COCOMAROLA

Símbolos patrios e imágenes de la Virgen de Itatí elevan su canto a América y colman de sentido a la 1° Fiesta Mundial del Chamamé

23-01-2022
COMPARTIR     
(Por Facundo Sagardoy para momarandu.com) Las formas y colores en los símbolos patrios de las naciones del cono sur junto a imágenes, coreografías y recitados inspirados en la devoción a la Virgen Madre de Itatí ilustraron un canto chamamecero en alabanza al continente americano en la novena noche de la 1° Fiesta Mundial que se vive hasta hoy en Corrientes.

Con el Anfiteatro lleno y aún afuera las puertas abarrotadas, la Fiesta Nacional del Chamamé dio este sábado en su novena gala otro paso hacia una despedida que ha de quedar registrada entre las más importantes que ha vivido en sus más de tres décadas de historia.

Esta ha sido la primera vez que este arte ha disfrutado de sí con caracter trascedental para todo el mundo, el primer encuentro que los chamameceros han interpretado desde que la pandemia de coronavirus cerró al pueblo sus escenarios y la primera a la cual ha de asistir sin la bendición explícita de su padre poeta.

Y, sin embargo, aquí se encuentran, las formas clásicas y originarias que han dado vida a este arte entre estas mismas aguas mesopotámicas, ante la misma flora y fauna que expectó su reflejo en sus primeras danzas, el mismo credo que ha dado su fe al verso y al canto virtuosos con que hechó a volar su voz cinco siglos atrás.
  
En esta Fiesta Grande, que ha tomado un kilómetro a la redonda en pleno corazón de la Ciudad de Corrientes, miles de expresiones de todas las artes celebran el Chamamé entre millares que andan a pié seducidos levemente por su movimiento suave.
 
En esta Fiesta Grande, que hasta dos años atrás vertía hacia su vórtice la vorágine de cientos de miles de sapucays, la armonía melodiosa de su tenue amanecer se constituye remanzo para que de él emerja la obra de antiguos y nuevos poetas.



Así esta noche pasaron Los Imaguaré, Sheridan, Los Cocomarola, Pedro Sorribes, Bofill, Asuad, los conjuntos paraguayos, los brasileros, los del interior de Corrientes, los de Santa Fe, los de Chaco, de Misiones, de Entre Ríos y de Buenos Aires, todos ellos inspirados en su propia composición, además de la legada por los grandes o los padres del Chamamé, una herencia nueva para este arte que hace tiempo vive un abrupto cambio de generación con la partida de algunos de sus más queridos intérpretes.

Miles de obras con escasa repetición se oyen y cantan noche tras noche, algunas de ellas ya consagradas himnos populares, como Kilómetro 11, Cielo de Mantilla o Puerto Tirol.

Canciones que elevan el espíritu en honor a la familia, a la patria o al amor, o dedican su inspiración a contar hechos inauditos que jamás han de ser olvidados, como ocurre con los recitados, viva voz del poeta que canta al soldado estaqueado.

Hoy la política, la ciencia, la paz y la guerra, y el estado en que se encuentra el planeta, no son ajenos a este cuerpo expresivo de tradiciones.

Hoy, los campos que otrora inspiraron la patria asediada, embravecidos por el fuego voraz, con una aguda lectura del presente, transmiten a sus intérpretes la necesidad de un cambio.  

Memorias de un suelo bendito, suelo amado, suelo derramado, suelo hecho carne, hecho noticia e historia, suelo de mitos y leyendas, suelo correntino, Chaco americano, mesopotámico, pampamazónico, continental, sudamericano, austral, suelo del canto que fue danza, verso y bendición.

Presente de un suelo multicolor, de corazón celeste y blanco, verdeamarillo, rojo, azul, marrón, suelo de todas las banderas, tierra de todas las naciones.



Bajo el manto del Chamamé, el arte folclórico avanza.

Los bordados tradicionales se expanden hacia las prendas modernas, las acuarelas expresionistas del lapacho en flor se visten en la piel con las técnicas milenarias del tatuaje, las narraciones maravillosas de dioses, héroes y seres fantásticos se oyen en la conversación casual, con acento endecasílabo, dactílico o heroico, natural, como el silbido de las nubes que mecen la lluvia sin mojar la ciudad.

En este edén de islotes y arroyos, el dorado habita aguas brillantes y sagradas, los pastizales crecen hasta acariciar los cielos celestes, las aves, los ciervos, los grandes felinos y roedores pueblan el pantanal caudaloso, barqueros, jinetes, baquianos, dan luz a la vida en la enramada costera.

En este suelo bendito los lenguajes hallaron en el apretón de un abrazo la gracia de haber servido a los hombres y las mujeres eternos en su tarea por superar los mandatos del murmullo de Babel.

Aquí, donde las heridas hallan al labio sanador del verano, a la alborada carmesí del ocaso, al gozo de palmares ribereños y a las danzas que alimentan el milagro de la Virgen, la negra noche no anuncia finales ni alcanza la puesta del sol, sino un nuevo comienzo en la candorosa fulguración del pecho gaucho ante el florecimiento de su canto.