Corrientes, viernes 26 de abril de 2024

Cultura Corrientes
ANFITEATRO MARIO DEL TRÁNSITO COCOMAROLA

Los paisajes, mitos y leyendas de Corrientes pueblan la composición chamamecera en la 1° Fiesta Mundial del Chamamé

22-01-2022
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(Por Facundo Sagardoy para momarandu.com) El lobisón, el caraicho, las flores tradicionales, las danzas, los poemas y canciones heredados de los padres del chamamé se combinan en honor a los poetas y cantores que han hecho a este género un legado de transcendencia mundial.

La Fiesta Grande comienza a saborear la despedida. ¡Hasta el próximo año!, dicen con la voz pausada, curtida por el esfuerzo del canto, el recitado y el sapucay, desde el escenario, los chamameceros. 

Este viernes, la octava noche pasó a vuelo de pájaro sobre un torbellino de emociones y enseñanzas sobre la dimensión que ha de expresar el chamamé en torno a todo aquello que ha hecho la vida para alcanzar su plenitud en estas pampas amazónicas.



Gauchos, gaushos, cowman, ガウチョ, gáchou, como se los nombre, allí se encuentran a paso trancado, quebrado, entre vuelta y escobilleo, saludos al viento y zapateos, dando floreo a una china envuelta en flores violetas, o vestida de jean, o con shorts, o sandalias, tacones o alpargatas.

Igual de felices a como en las orillas del Iberá con estos cantos se celebra el nacimiento del ganado, la llegada de la cosecha de la miel o la defensa de la tierra del saqueo lujurioso, los reúnen las melodías dulces y serenas de Mburucuyá, de Cruruzú, de Paso de los Libres, la elegancia en las composiciones de la Capital, la soltura de la mano brasilera, el detalle fundido en historia del trazo que marcan las cuerdas paraguayas, el paso ligero del centro argentino, la humilde morada que este arte ha cultivado en el Impenetrable chaqueño.

Igual a como los fuelles franceses, los fuelles vascos, los fuelles españoles, los fuelles eslavos, los fuelles polacos, celebraron en Bohemia el paso cerrado y los saltos de la polca popularizada en Praga, aquí aquellos mismos en espíritu presencian a la humanidad en la anchura del folclore de un mundo nuevo , ancestral y contemporáneo, reflejo de su fuerza vital, e ineludiblemente sujeto al futuro del hombre.

Esta ha sido una noche de mitos y de leyendas. La primera de ellas, la más nombrada, la del padre Zini y sus versos celestes, según a como lo han recordado entre canto y canto sus compatriotas de la nación chamamecera, un poeta ilustre, inspiración de los pueblos humildes, padre creador de una obra tan digna como lo es una estrella del firmamento.



La segunda, la de Isaco, la de Tarragó Ros, la de Montiel y la de Cocomarola, en especial la del segundo maestro, Rey del Chamamé, pues esta noche el Sosa Cordero tuvo el honor de volver a oir vibrar a los vientos de su acordeón y a oir su voz en el canto de su hijo, Antonio Tarragó Ros.

La tercera, las de los seres animados e inanimados, reales o de fantasía pura, a los que el arte ha dado vida en el devenir fantástico del imaginario creado por los pueblos que habitan estos valles inundados de esperanza y de luz.

Porque en cualquier lugar del planeta el Chamamé puede ser oído solo como una canción amable, pero aquí en Corrientes su tezón se invoca hasta dar con la espiral del tiempo que gira para acariciar la forma con que una japepó conserva la escencia del pueblo. 

Así lo confirman las decenas de otros músicos, bailarines y literatos llegados desde otros géneros hasta este arte para sumergirse y transmutar en él la respiración de sus formas y alimentar con su madurez sus lenguajes.

Así los jóvenes que, en grupos de hasta veinte, saltan hacia el torbellino de hombres y de mujeres danzando, con los ojos bien abiertos hacia la noche calurosa, como el cabureí, los oídos complices para los versos de los poetas, los cantores y la pasión en sus recitados, y el tacto agudo para todo aquello que de fe de la existencia infinita de los sentimientos bellos y profundos que alimentan a la expresión de los chamameceros enamorados.

Asi lo vé el heredero del Rey al abrir un corazón tras otro al mito de la pasión del lobo humano, hijo de la maldición al séptimo hijo, de la cual todo quien visite esta tierra ha de saber para dar costumbre a su gente de las fuerzas y de los misterios que oculta la noche más allá de donde alumbra la luz de Tupá.



Así lo ve antes de cantar la humilde morada del albañil y de dar su saludo al maestro Millán Medina con Caraicho.

Así lo ven los Hijos de los Sheridan antes de aguar la voz de emoción en un breve recitado en honor al padre poeta.

Así se muestra esta Fiesta, una celebración eterna en honor a la heroicidad en empuñar la palabra en pos del amor y el futuro, una vertiente de vida cultivada por Roch, por Jensen, por Niella, por Segovia, por Scófano, por Saccú, por Galarza, y por cientos de miles anónimos, una huella que revela lo profundo con que aquí es vivida la vida, un edén en la Tierra de compases y versos.