Con un conicerto de chamamé a cargo de Lorena Larrea Catterino y Osvaldo Gómez en el proyecto Casa América Málaga, en la Sociedad Económica de Amigos del País, en Plaza de la Constitución, este viernes 10 de diciembre de 2021, a las 19.00 horas, inicia la "Gira Nañuva", Corrientes Tierra Sin Mal.
La gira, que se extenderá hasta el próximo 15 de febrero, destaca al chamamé como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
A esta fecha, el 18 de noviembre, seguirá la Fiesta del Migrante en Nerja, organizada por la Casa Argentina y el Ayuntamiento de Nerja, y el 15 de enero, una transmisión oficial para Fiesta del Chamamé desde Nerja, desde el balcón de Europa para TV pública, y canales locales de Argentina, redes Fiesta Nacional del Chamame y Unesco,
Del 19 al 23 de enero, la gira llegará hasta la Fitur Madrid 2022, con la de representación oficial del chamamé Patrimonio Inmaterial de la Humanidad declarado por Unesco en el stand de Argentina, el 5 de febrero, conmemorando el natalicio de Don José de San Martin, a la Casa Museo Gral. San Martín, y el 15 de febrero a la embajada ya en retorno a Madrid y a la Argentina.
EL CHAMAMÉ
El chamamé es una manifestación cultural que comprende un estilo de música y danza propios de la provincia de Corrientes y nordeste argentino. Ha desempeñado un papel relevante en la evolución cultural del litoral argentino, calando gran parte de su idiosincrasia. El chamamé data del siglo XVI y existe una controversia sobre su origen dado que se presentan distintas opiniones y vertientes acerca de ello. Aun así, ninguna de ellas puede ser comprobada de forma histórica.
La corriente más fuerte que persiste en estos días es la que sostiene que el chamamé es de origen guaranítico.
Al formar parte de la identidad de las prácticas que fortalecen los lazos colectivos de las comunidades transmitidas de generación en generación, el chamamé es considerado actualmente como Patrimonio cultural inmaterial de la provincia de Corrientes y Argentina.
Goza del mismo tratamiento en el sur y centro de Brasil, en especial en los estados de Río Grande del Sur y Mato Grosso del Sur, donde la ley nacional 3.837 establece el 19 de septiembre como Día del Chamamé.
Este estilo de danza y música se cultiva en otras zonas como Paraguay, noroeste de Uruguay, sur de Brasil (donde es muy popular gracias a la identidad gaúcha), sur de Bolivia y la Patagonia chilena.
El 16 de diciembre de 2020, la Unesco declaró al chamamé como Patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad, de parte de Argentina.
ORIGEN GUARANÍ: MÚSICA Y DANZA CEREMONIAL
Se puede decir que en la etapa inicial del chamamé se habla de un elemento espiritual y filosófico llamado «Jeroky ñembo'e» (Danza de plegarias), ceremonia sagrada de los avá guaraní en la que participa toda la comunidad. Se desarrolla entre danzas y música del mbaraka (que significa "Guitarra" en guaraní) y takuapu (bastón rítmico de uso femenino), alternadas con sermones del chamán y cuyo objetivo es fortalecer los vínculos entre los seres divinos y los miembros de la comunidad. Es un momento de síntesis de todos los aspectos de la cultura avá guaraní, pues los chamanes transmiten los valores culturales y los relatos míticos como una oportunidad para recordar la memoria colectiva, y a la vez rito, celebración, fiesta y alegría.
Las celebraciones buscan fortalecer el contacto de los hombres con el mundo de los animales y los dioses, desterrar las fuerzas malignas, y lograr salud y calma al espíritu.
Se realizan por diferentes motivos, entre ellos: Ñemongarai (bautismo), propiciatorio y de bendición de los frutos; Yvakuera ñemongarai, para saludar las primeras recolecciones de frutos silvestres; y Temitÿnguera, para el agradecimiento por los cultivos. Estas ceremonias se desarrollan en el «o'guasu», casa ceremonial, donde se ubican los elementos para el ritual, incluso una batea de cedro, donde con antelación se ha preparado la kãguy, bebida fermentada del maíz.
LA LENGUA ESPAÑOLA Y TRANSFERENCIA CULTURAL DE LOS JESUITAS
Según la investigadora del Conicet Susana Antón Piasco, los Jesuitas otorgaron gran importancia a la enseñanza musical con un fin religioso, y se preocuparon por adaptarla a todos los usos y capacidades. Desde la sencilla música utilizada en la catequesis hasta el entrenamiento de músicos capaces de interpretar obras litúrgicas del barroco Europeo, quizás la labor más importante y que crea la estructura del proceso musical que con el tiempo dio fisonomía al chamamé, fue la del padre Antonio Sepp, quien llegó a Yapeyú en 1691. Él mismo cuenta: "Para ser más preciso, había fundado en mi pueblo de los Tres Reyes Magos de Yapeyú, una escuela de música y enseñado con gran empeño durante tres años, no solamente a mis indios, sino también a los de otros pueblos. Me los enviaban hasta de las más remotas reducciones para que los instruyera no solo en el canto sino también en la música instrumental. Les enseñaba a tocar el órgano, el arpa (la de los coros de cuerdas) la tiorba, la guitarra, el violín, la chirimía y la trompeta. Es más, los he familiarizado con el dulce salterio que no solo aprendieron a tocarlo también a construirlo así como también otros instrumentos. En varias reducciones existen hoy día, maestros indios que saben hacer de la vibrante madera de cedro un arpa de David, clavicordios, chirimías, fragotes, y flautas".
Lentamente la música comenzó entre los aborígenes a dejar de ser algo estrictamente religioso, para ser danza festiva, ya mezclada con los ritmos y cantos nativos. Según Pocho Roch, el chamamé desde la época jesuítica dejó de ser paulatinamente un rezo-danza de ritmo binario, conducido por el payé para convertirse en una danza de recreación, con un ritmo ternario de 6x8. Se emplea el mambí takupï como instrumento melódico, el rasguido de la guitarra espinela, la percusión del tambu o guatapú y la conducción de un bastonero.
Las investigaciones del Padre Zini respecto al origen de la danza del chamamé sugiere la influencia de antiguas danzas cortesanas europeas como la pavana, la gallarda y el canario, populares entre los siglos XVII y XVIII, introducidas por los jesuitas a estas tierras, siendo Yapeyú el epicentro de su expansión. Otros autores afirman que en los talleres musicales de Yapeyú se construía un instrumento musical, una especie de caja de madera con agujeros a la cual se insuflaba viento por un sistema de fuelle manual, copiando del fuelle a pedal del órgano, y similar al usado en la fragua. Este instrumento sería perfeccionado en Alemania, patentado en 1829 por Damián de Viena bajo el nombre de acordeón.
EL APORTE AFRICANO
El esparcimiento musical de los afrodescendientes fue estimado por los españoles en tanto constituyó una táctica para tenerlos calmos, reduciendo así los motines y revueltas que, por su condición de dominados, no pocas veces sucedía. Los primeros negros llegaron a Corrientes a finales de 1640, primero esclavos, luego sirvientes, quienes se integraron a la vida social y cultural correntina. Se puede establecer que tanto guaraníes como negros reconocían a la música como una forma especial de poder y que al permitirla o censurarla los blancos demostraban su dominio. Hay testimonios que ya en los barcos negreros se los obligaba a danzar y cantar en cubierta.
Tanto los negros esclavos como los libres se reunían con regularidad para bailar y cantar. Los esclavos lo hacían después de haber atendido a sus amos, aunque muchos solían escaparse para tal fin. Para tocar, cantar y bailar se reunían en “huecos”, de allí Cambá Cuá, espacios abiertos de Corrientes que con el tiempo se constituyó en un barrio.
Las fiestas de muchas capillas de San Baltazar y de otros santos católicos, son presididas por reina/s y rey/es entronizados para tal fin. Se constituyen únicamente por promesa y suelen ser los mismos durante varios años. Su deber es presidir el baile sentados y portar la bandera o el estandarte del santo durante la procesión. Su vestimenta consiste en túnica roja, capa amarilla, cetro y corona. Estos actores-reyes adoptan una postura sedente proclive a la inmovilidad.
LA VERTIENTE JUDÍA
Isaco Abitbol era correntino y nació en Alvear en 1917, sus padres eran de procedencia judía marroquí. Los instrumentos musicales, como todos los objetos de uso diario, tienen una larga historia y en muchos detalles cambiaron su apariencia y forma, por lo que este músico no desconocía el bandoneón, y supo hacerse con él. Su discografía está compuesta de 21 álbumes con grupos propios más los que grabó con el Cuarteto Santa Ana. Entre sus canciones exitosas destacan ‘La Calandria‘, ‘General Madariaga‘, ‘Ñatita‘, ‘Don Chirú‘, ‘Padrino Tito‘, ‘Martínez Gutiérrez‘, ‘La taba‘, ‘La carrera‘, ‘La zurda‘, ‘Paraje Bandera Bajada‘, ‘Serenata del amanecer‘, ‘La yapa‘, ‘El lamento‘, ‘Estampa correntina‘, ‘Bodas de plata‘, compartiendo en algunos casos la autoría con Ernesto Montiel.