( Por José Miguel Bonet).Cuando hablamos de la precarización material de nuestras vidas y cómo esta afecta a la salud mental, olvidamos la fatiga moral y espiritual en la que se desenvuelve nuestra cotidianeidad.
Y, ciertamente, a las personas más felices que conozco jamás las vi preocuparse por su propio bienestar y sí mucho por el de los que tenían al lado. La colección de renuncias y generosidades que protagonizan las vidas más admirables suelen coincidir con la práctica de la virtud. En el cultivo de esa excelencia no caben, creo, recetas autocomplacientes. Tampoco la bisutería moral.
Nada puede sorprendernos. Una sociedad narcotizada y aturdida que consume de media seis horas de internet al día, que abandona rituales de atención tan básicos como el silencio o que exhibe permanentes estrategias de desarraigo solo puede generar una profunda erosión del ánimo. Ni siquiera un héroe podría sobrevivir en una escombrera semejante.
Hemos destruido nuestro horizonte moral, hemos convertido nuestras biografías en un territorio de exploración y celebramos jubilosos haber revocado nuestro arraigo en una tradición en la que se encuentran los únicos instrumentos con los que podríamos reconstruir un sentido para nuestra existencia. Hablamos –y es justo que así sea– de la precarización material de nuestras vidas, pero olvidamos, sin embargo, la fatiga moral y espiritual en la que se desenvuelve nuestra cotidianeidad. Con tal de no escuchar nuestras mentiras hemos decidido llenarlo todo de ruido para –ojalá– intentar disimular nuestra condición miserable..
La moral nos ayuda a dirigir nuestras acciones estableciendo un territorio seguro donde movernos. Una guía universal con la que poder definir nuestras (distintas) formas de vivir,y hoy nos encontramos con este , dilema moral. Hay quienes responden solo por miedo a la autoridad o por intereses personales, para evitar la multa,que es el caso de nuestro Presidente,que pedirá una conciliación para hacer una donación de dinero al instituto Malbrán y de esa manera dar por cerrada la causa.
Debemos volver a la La moral vivida, como la llamaría Aranguren, no puede ser reducida a un mero fotograma, y es capaz de transitar del relativismo al universalismo en una centésima de segundo, pero bebe de una de las fuentes más estables y arquetípicas: la experiencia humana. Es una moral activa que nos empuja desde todos los rincones de nuestro ser,tal es el caso de Don Elpidio González,Ex Vicepresidente de la Nacion, político argentino que terminó sus días en la pobreza: no quiso tener sueldo y rechazó una jubilación "de privilegio", Lo que no pudo evitar con esa moral vivida y practicante fue que el diputado Adrián Escobar elaborase un proyecto que contemplaba una jubilación vitalicia para presidentes de 3000 pesos mensuales y para vicepresidentes, de 2000 pesos. En 1938 fue ley.En la pensión donde vivía era todo alegría. "¡Don Elpidio! ¡Dos mil pesos! ¡Ya tiene su jubilación de vicepresidente!". La respuesta los descolocó. "No, yo no puedo aceptar eso. No, no…" y ahii la respuesta de la moralidad practicante.
El 6 de octubre de 1938 le escribió una carta al presidente Ortiz, en la que señalaba: "Habiendo sido promulgada la Ley que concede una asignación vitalicia a los ex Presidentes y Vicepresidentes de la Nación, cúmpleme dejar constancia al señor Presidente, en su carácter de 'jefe Supremo de la Nación, que tiene a su cargo la Administración General del País', de mi decisión irrevocable de no acogerme a los beneficios de dicha Ley". "Al adoptar esta actitud sigo íntimas convicciones de mi espíritu. Entregado desde los albores de mi vida a las inquietudes de la Unión Cívica Radical, persiguiendo anhelos de bien público, jamás me puse a meditar, en la larga trayectoria recorrida, acerca de las contingencias adversas o beneficiosas que los acontecimientos podían depararme. No esperaba, pues, esta recompensa, ni la deseo y, al renunciarla, me complace comprobar que estoy de acuerdo con mis sentimientos más arraigados". Un ejemplo vale mas que mil palabras,gracias Don Elpidio por honrar sus sentimientos arraigados,que hoy tanta falta le hacen a la Republica.