(Por María Laura Riba, para momarandu.com) “Esperá, esperá…te quiero mucho Lauri”, me dijiste el otro día cuando hablamos, y yo sonreí.
Quienes nos dedicamos al arte, a veces, sentimos que la vida nos pesa de una manera singular, ni mejor ni peor, diferente. Pero te juro, Tonito, no sabía que a vos, la vida te andaba pesando tanto.
Imagino que, a esta hora, en este instante, quienes te queremos, nos andamos preguntando por qué no supimos advertir que tu alma ya se había calzado zapatos de plomo. Y sabemos de memoria que esos botines tan pesados no sirven para jugar un fulbito.
Cuando nos fuimos pasando la noticia de tu muerte, porque eso es, la otra cara de la vida, la muerte, lo hicimos por WhatsApp, por teléfono; sin embargo, todavía no nos pudimos abrazar, para salir de esta isla solitaria, como me dijo Estefanía.
Sé, mi Tonito, mi niño querido, que en ese abrazo gigantesco que nos vamos a dar, también te vamos a abrazar, te daremos un abrazo “tónico”, como los tuyos, un gran y eterno abrazo “tónico” que agradezca tu vida, la que compartiste con nosotros. Un abrazo tierno, amoroso, un abrazo abrigo, un abrazo nido, un abrazo solapa levantada para este día de invierno…abrigate Tonito, que hace tanto frío sin vos... Un abrazo inmenso para suavizar tu desamparo final.
Sé que cuando vayamos a una feria de libros, a un encuentro de lectura, a la vida misma, sin casi darnos cuenta, buscaremos tu mochila…sí…esa que llevabas cargada de libros de diferentes autores, para vender, para promocionar, para compartir. Miraremos de reojo debajo de las mesas, detrás de las macetas, en alguna esquina. Después, con complicidad, nos miraremos unos a otros y, sin decir nada, bajaremos la cabeza: “La mochila de Tony no está”, nos diremos, y seguiremos con lo que estábamos haciendo.
Stella dice que buscabas salir por una puerta y, en el apuro, te equivocaste y saliste por otra. Creo que tiene razón. Cada persona que te ama tiene una idea distinta, todas ideas que te traen de regreso.
Nadie se atreve a hablarte en pasado, yo tampoco.
Te espero Tonito, te espero para seguir jugando con avioncitos de papel que lleven versos, con piñatas que harás explotar de un pinchazo para que, con alegría, lluevan poemas sobre nosotros.
Demás está decir, que cuando te vuelva a ver, la cerveza corre por mi cuenta…no te voy a mentir…seguro yo tome agua o un cortadito, pero ¡qué placer me va a dar pagarte las rondas de cervezas y brindar por la Poesía! Cierro los ojos, mi niño querido, y te veo riendo. ¡Salud Tony! La poesía me acaba de susurrar al oído, que tiene tantas cosas para contarte…
