Corrientes, miercoles 03 de diciembre de 2025

Opinión Corrientes

Mi recuerdo del Paí Julián, por David Dos Santos

13-03-2021
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En la segunda sesión del Honorable Senado homenajeamos a Julián Zini, y pude decir unas palabras pero creo que debo extenderme para no ser mezquino en el recuerdo de un amigo y porque siento que no pude decir todo lo que él fue.

Qué fue

Pastor, cura, poeta, músico, y sobre todo un gran humanista si entendemos como tal a quien valora a un ser humano; generoso, compasivo y preocupado por la estimación de los valores del correntino.

Nació en el departamento de Ituzaingó y se crió en la zona rural de Monte Caseros, hijo de una familia trabajadora. Fue un amigo con el que nos encontramos muchas veces en noches de música y charlas distendidas allá en Curuzú Cuatiá, fue cuando llegué a conocer su calidez y calidad de persona.

Como poeta y músico, fue un hito para el chamamé, corajudo este Paí, se animó a decir todo aquello que el correntino calló por siglos. A partir de él, el chamamé quedó enriquecido, porque además de ser un gorjeo amoroso o una letanía de añoranzas, pasó a ser la voz de un ser humano que reclama su lugar, su dignidad, sin estropear la estética sonora ni poética de nuestra música.

Julián también le cantó al amor, y al dolor que provoca la distancia de las cosas más queridas cuando el desarraigo se plantea como la única posibilidad de supervivencia.

Qué fue para el correntino

En pleno campo parado frente al micrófono, sobre algún escenario, comenzaba su poema tras los primeros compases del conjunto chamamecero, y a partir de allí en la pista no se bailaba, todas las parejas, arropadas para la ocasión, quedaban inmóviles, fascinadas, hipnotizadas, con la vista puesta en un solo lugar, en aquella imagen compuesta por la boina, los ojitos brillosos y la barba blanca de Julián, porque sus palabras estaban obrando el milagro; los bailarines eran estatuas vivientes, pero cada uno pensaba: me está hablando a mí, él sabe quién soy, él está diciendo lo que me pasa, lo que tengo y lo que siento…… y así quedaban, en estado de trance hasta el final del poema, ahogados en la emoción, conteniendo la respiración, que con el último acorde estallaba en un sapucay que se multiplicaba en las gargantas sacudiendo el aire. Él les había llegado al alma.

El amor por sus hermanos le hizo sentir carne propia los balazos de Malvinas, pero fiel a su estrategia, contestó con poesía y oración, consoló a madres, padres, parientes y amigos de los que no volvieron, desde el púlpito y desde el escenario, mientras él mismo buscaba su consuelo por la muerte de nuestros mártires.

Que nos dejó

Además de su generosa creación poética y musical, nos dejó la enseñanza de que cada uno de nosotros viene al mundo con la misión de dejar a nuestros semejantes alguna obra, pequeñita o muy grande, pero todos tenemos la obligación de concretarla.

Julián fue un enviado de Dios, que vino en el momento justo, al lugar justo, con la tarea de reivindicar a sus hermanos del Taraguí. Lo hizo y se volvió al lugar de donde vino.

*Senador provincial