Corrientes, miercoles 03 de diciembre de 2025

Opinión Corrientes

Estafas piramidales

08-06-2020
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Imagen ilustrativa

(Por Alejandro Bovino Maciel) Como me decía en su lecho de muerte mi ilustre amigo Bioy Casares: “la miseria hace gente miserable” últimamente se vienen repitiendo ofertas de trabajo o coaching ontológicos y otras chucherías de baratija charlatanera que seguramente no podrá captarme a mí o a usted, pero amenaza a lo más frágil de la población que son los jóvenes desinformados.

Se difunden casi tímidamente en redes sociales, especialmente en las que usa la gente joven. Buscan muchachos y chicas desocupados o sub-ocupados con una buena dosis de ingenuidad y muchas necesidades económicas para engancharlos a una especie de ‘tren de la felicidad’ por medio de promesas de márquetin del tipo “Sé tu propio jefe” / “Emprende tu propio negocio” / “Es el momento de ser el líder” / y otras frases similares de voluntarismo barato de cuño conductista.

El conductismo es una excelente teoría de la conducta que funciona muy bien en ratas de laboratorio, pero en los seres humanos, que somos un poco más complejos, solamente sirve para frustrarnos y, si somos frágiles, echarnos la culpa de ese fracaso.

Varias “empresas” que funcionan a media sombra de la opinión pública pero recomendadas por influencers de las redes sociales, que son la fuente de captación de novicios, ondulan con este método. Sus pregoneros son personajes de la farándula, figuras públicas de los medios y todos persiguen este sistema de base piramidal.

Herbalife, Amway, NuSkin, son algunas de las que proponen un curso de aprendizaje rápido para liderar ventas, y ese curso, junto con algunas cajas del producto son lo que llaman el ‘costo inicial de inversión’ ya que todo lo explican con términos técnico-empresariales. El futuro auto-gerente, entusiasmado (pensemos en chicos y chicas de pueblos alejados, sin mayores posibilidades de insertarse laboralmente) concurre una semana al dictado de la capacitación de Nivel 1 que pagó en metálico antes de iniciar. El curso es una catarata de frases vacías que persiguen generar entusiasmo casi religioso. El esquema del asunto es la célebre estructura piramidal que todos conocemos desde los tiempos de nuestros abuelos.

Recientemente afloró un nuevo curro con el mismo sistema piramidal. Se llamó “Telar de la Abundancia” y dejó varios estafados enredados en la telaraña. Cuando todos pensamos que la capacitación y las cajas de productos son para facilitar su venta, el iniciado se encuentra con otra sorpresa. Ya ha terminado el curso y ahora debe reclutar a cinco o diez incautos más para pasar al Nivel 2. Cada vez que termina un curso y pasa a otro nivel la empresa organiza celebraciones con cotillón, globos, brindis como si acabasen de recibirse de ingenieros en Harvard. Ahora le toca a nuestro flamante Nivel 1 hacer su aporte a la causa: ingresar a amigos, conocidos y parientes se convierte en una caza de nuevos candidatos para que la empresa reinicie el ciclo del Nivel 1 cobrando anticipadamente la capacitación y las cajas de mercadería obligatoria. A nuestro ingenuo candidato que ahora está en Nivel 2 no le exigen la venta de los artículos que es lo que menos importa. Para llegar el Nivel 3 tiene que “invitar” a veinte nuevos candidatos para el Nivel 1 y así, gratuitamente, la empresa se asegura permanentemente nuevos postulantes y la venta de productos de dudosísima eficacia a un precio imposible. El truco es simple. No consiste en vender las chucherías, que la misma empresa sabe que son inservibles. El negocio está en las capacitaciones, que no capacitan en nada, son reuniones llenas de carteles (proyecciones en pantalla de barras y curvas que nadie analiza, docentes vestidos como muñecos de torta de casamiento), y un organigrama trucho que hace sentir a los tímidos postulantes que están vinculados con empresas internacionales. Todo en el fondo es falso. Herbalife, por ejemplo, tiene su sede central en las Islas Caimán, célebre paraíso fiscal y con agujeros de vacíos legales del tamaño del de ozono. Vaya usted a reclamar una estafa a dichos tribunales.

Con la pandemia, del rubro de cosméticos los estafadores seriales pasaron al rubro de servicios. El coaching ontológico es el último grito de la moda. Ya no venden cachivaches de cremas, perfumes y potiches. Ahora aparece un señor que se hace llamar coach y ofrece el servicio (pago, por supuesto) de “acompañarlo” en una empresa o emprendimiento complejo que usted se prepara a realizar. Nuevamente con una letanía de frases voluntaristas, instigaciones, entusiasmo vacío y un poco de psicología sacada del Billiken el coatch se las ingenia para mantenerlo interesado y pagándole, obviamente su asesoramiento. Para hacerla corta: es como tenerlo a Claudio María Domínguez hablándole en sus orejas dos horas al día sin parar. Con tal de sacármelo de encima yo descubriría América por segunda vez o cualquier otra empresa que me pidan.

No existe formación profesional detrás del coach. Si la tuviera diría “soy psicólogo”, “soy financista”, “soy abogado”. Nada de eso: es coach y la verdulería de charlatanes de este siglo XXI trajo entre sus rezagos, esta nueva raza de timadores en el mayor de los casos.