Corrientes, miercoles 03 de diciembre de 2025

Opinión Corrientes

Evangélicos políticos en Latinoamérica por Alejandro Bovino Maciel

11-05-2020
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Foto ilustrativa

Cuando el monje agustino Lutero inició la Reforma Protestante en el siglo XVI ignoraba que abría una puerta que se volvería insólita: la lectura y relectura de los textos bíblicos daría lugar a una verdadera tormenta de religiones derivadas del cristianismo primitivo. Dentro del universo del cristianismo protestante hay al menos mil religiones y sectas (calvinismo, luteranismo, reformados, anglicanos) pero en estas últimas décadas ha cobrado vigor en Latinoamérica una orientación en especial: el pentecostalismo conservador.

¿De dónde nace esta disciplina? Pentecostés o Fiesta de las Primicias era una antiquísima celebración judía que consistía en ofrendar las primicias de las cosechas y rebaños al templo de Jerusalén. Coincidiendo con esa celebración, en el segundo capítulo de los Hechos de los Apóstoles se narra el episodio del descenso del Espíritu Santo en forma de ascuas de fuego sobre los apóstoles y la poliglosia, que es la capacidad de hablar lenguas desconocidas que supuestamente Dios otorgó a los discípulos de Cristo para que fueran por el mundo predicando la nueva doctrina.

A este milagro los protestantes pentecostalistas llaman “segundo bautismo” y parten de ahí para promulgar su nueva doctrina.

Dentro de la tradicional Iglesia Católica también hay una rama similar llamada “movimiento carismático” no exento de curas sanadores, imposición de manos terapéuticas y poliglosia. Cuando aún vivía en Corrientes y aún era católico militante me invitaron a una sesión de los carismáticos ahíta de trances, mareos y caídas de señoras, curaciones milagrosas por parte del sacerdote y sonidos guturales ininteligibles que los prosélitos me explicaban “estaba hablando arameo” y no faltaba quien escrutara y tradujera los mensajes del chillido invariablemente en tono apocalíptico lleno de amenazas y castigos al rebaño humano. Daría lo mismo leer mensajes religiosos en un eructo, ya que, honestamente, los gruñidos y chillidos no significaban nada más que eso (yo era joven, no estúpido) y no había forma de convertir en lenguaje ese galimatías. Está de más decir que nunca regresé a las tenidas carismáticas que eran verdaderas sesiones de histeria colectiva.

Aunque soy agnóstico, no niego la existencia de Dios, solamente dudo que pueda estar entre estos cachivaches teatrales.

Una vez nacido el pentecostalismo cristiano protestante de base bíblica, que empezó, como todos los rejuntes ideológicos en California en la década del ’20 del pasado siglo, se organizó en base a los diezmos y primicias que es el nombre prolijo que le pusieron los pastores a las donaciones que exigen de sus fieles. Donaciones del 10% del sueldo mensualmente, más cesión de propiedades al morir. Con tanto superávit y pocos gastos, los pastores comenzaron a vivir una vida de lujos y se expandieron, allá por los ’50 al mercado inmobiliario para colocar tantas donaciones de terrenos y casas que dejaban en heredad obligatoria sus fieles, coaccionados por el infierno tan temido, si olvidaban testar en favor de las congregaciones.

Para manejar el caudal mensual de diezmos los pastores también entraron a invertir en la Bolsa de Valores. Imagínese caro lector, amable lectora, por un segundo, si usted tuviera toda una legión de al menos mil esclavos que le cedieran, libre de impuestos, el 10 % de su sueldo todos los meses del año, dígame si no es un negocio redondo alquilar un galpón, leer la Biblia a los gritos y amenazar a su rebaño con las llamas eternas si olvidan sus ofrendas. El “movimiento” fue creciendo porque se trataba de una formidable empresa muy rentable y a partir de la década de los ’90 empezó a convertirse en un puntal de la política más conservadora que se apoya en la defensa fanática de la familia como núcleo cristiano sagrado y, recogiendo el descontento generado por las políticas progresistas de avalar legalmente a los gays, aborto, divorcio, defensa de la mujer y toda la política de derechos que no huela a Pentateuco.

Pensemos por un segundo, ¿quién estaría en contra de ampliar los derechos sociales a todas las personas por igual?

Respondo: estarían contra los derechos aquellas mentalidades formateadas por el pensamiento religioso cerrado que se inspira en libros escritos hace seis mil años para los díscolos nómades del desierto. Pero, sobre todo, los astutos pastores, obispas, discípulos, sacerdotes y diáconas que han captado lo más profundo del terror humano, el temor a la muerte definitiva, el miedo a ser torturado por toda la eternidad. Y con esa extorsión manipulan a sus ovejas metiéndose en el antro sagrado de la conciencia de cada uno para hacerles expresar repudio y odio hacia cualquier progreso que lleve a la felicidad colectiva, muy lejos de las bienaventuranzas celestiales que podrán hacer felices a los ángeles, pero que el Islam fanatizado nos muestra a diario todo el sufrimiento que puede ocasionar a la sociedad humana, que no es un consorcio de espíritus celestiales.

La amenaza del regreso de lo peor del conservadorismo de derecha de mano de estos pastores electrónicos está a la vista en el Brasil del siglo XXI. Es una de las tres patas que sostiene el desastroso gobierno de Jair Bolsonaro. Es la expresión del fanatismo llevado a sus últimas y patéticas consecuencias.

En Brasil el evangelismo pentecostalista ha llegado, según diversos cálculos, a cerca del 40% de la población. Por suerte, en Argentina no pasa de un 15 % contando con la legisladora Cyntia Hotton, pero, aun así, no deja de ser alarmante. La teocracia que proponen es tan delirante como las ideas de Estado de Javier Milei. Si Milei resulta inofensivo porque su discurso solo se apoya en sí mismo, no es lo mismo una enseñanza que dice provenir de Dios y captura muchas mentes acríticas, proclives al sometimiento automático.

Dios nos pille confesados.