Corrientes, miercoles 03 de diciembre de 2025

Opinión Corrientes

Un mundo en estado crítico, por Arturo Zamudio Barrios

02-05-2020
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Desde que numerosos pensadores, pienso en el nordcoreano Tusofa, han destacado que la crisis del orden en vigor no se remedia sólo con una vacuna como la que experimentan cubanos o ingleses, sino por el relevo de la democracia que padecemos mediante otra asentada en el Poder Popular, mucho ha andado el mundo y en poquísimo tiempo. Noches atrás, en las calles de New York inundadas de sicarios –partidarios de Trump- armados hasta los dientes y “defensores de la libertad”, mucha gente común, cuyo despertar político contradice a quienes alguna vez alcanzaron América en busca de una vida mejor, trasmitía esta reflexión al periodista de “Telesur: “nos han dicho que el Socialismo ha sido derrotado, pero esto que vivimos –cerca de 50 mil muertos por covid 19 y la incapacidad estatal de combatirlo- sólo puede remediarlo el Socialismo”.

Por supuesto, formas complejas –y peligrosas, como las que afligían días atrás a Bernie Sanders- de lucha de clases, arrastra aquel Estado cuyas tensiones internas fueran estudiadas claramente por Karl Polanyi. Y si en Estados Unidos comprar un arma es Derecho constitucional, no pocos de los gobernadores agredidos por la incitación Federal a la violencia –en Michigan la turbamulta intentó encarcelar a la Mandataria por defender el confinamiento- se han puesto a comprar armas y a fortalecer sus defensas institucionales. ¿Pero es sólo EE. UU. la zona de fricción de una crisis cuyo espejo delinea la muerte de los ancianos?: no, sin duda, dado que en la puja por la tasa de ganancia la vejez del obrero ninguna función cumple, salvo “esperar la Carroza”, como solemos decir en criollo. Por lo tanto, amontonar los cuerpos para arrojarlos en zanjas, como en las afueras de la Gran Capital neoyorkina, es tarea de saneamiento que, en el fondo, ningún asombro provoca, aunque revele, si algo faltaba, lo contra natural del trabajo humano.

Dado que si para éste en sus formas primitivas, todavía la ancianidad era acopio de saber; hoy el capital y su aliento “progresivo”, la han convertido en desecho a eliminar a cualquier precio. ¿La muerte en el “Ehpad”, como llaman en Francia al Geriátrico, no constituye, según la Organización Mundial de la Salud, la mitad de las bajas causadas por el Covid 19? Por cierto, al “Je suis en Colére…”, de Roland Gori (“L’Humanité”, 20/04/2020) lo compartimos todos quienes, no sólo amamos al hombre de edad y su experiencia, sino que no soportamos más la brutalidad del orden vigente, o que las cosas en “el capitalismo del Desastre”, según la definición de Naomi Klein, hayan llegado tan lejos.

Por supuesto, cuadra tener en los momentos que vivimos, tiento con algunas definiciones. Porque es cierto que la militarización de las ciudades y el agotamiento de las poblaciones, daña una universalidad, aun penosa, a lo que los chinos llaman “confraternidad humana de destino”. Y esa cautela no brota de caer en el corono-optimismo, sino de pensar que el futuro no tiene por qué ser igual a lo que hoy nos aqueja. Lo señalaban Raventós y otros hace poco: “Un mundo se está acabando, y la UE y los Estados que la componen piensan con patrones del viejo mundo…” Veamos sino: junto a la Guardia Civil en las calles, pese a la timidez del despunte, también lo hacen emprendimientos de obreros asociados y surgen, al mismo tiempo, modificaciones en el régimen de propiedad. ¿O por qué el Financial Times propone refundar el capitalismo, otorgándole bases diferentes?

Poca duda hay ya hoy –salvo entre economistas a lo Milton Friedman- acerca de la injerencia marxista en la crítica del capitalismo y sus fundamentos genuinos, si tenemos presente siempre que, como escribía el filósofo, “la realidad es siempre concreta”. Lo prueba Anwar Shaikh, de la New School for Social Research de Nueva York, quien aprovecha unas conferencias en Mánchester para visitar la Biblioteca Chetham, una de las más antiguas en lengua inglesa, para dar allí, junto a una placa que lo señala, con el sitio donde Marx y Engels se sentaron a escribir el “Manifiesto Comunista”, y recogerse un instante con unción casi religiosa (Sin Permiso, 16/4/2020), puntualiza el mismo Shaikh. Pues el “Manifiesto…” habla del futuro, cuando la “crisis humanitaria” nos amenaza por todas partes. Mientras tanto, la Patria de las Revoluciones, Francia, no vacila y pone en revisión los resultados de 1789 y la victoria jacobina, cuyo empeño cortó la cabeza del Rey previo santificar las normas de convivencia establecidas por él, a pesar de la sangre derramada y las exigencias de los “sans culottes”.

¿Por cierto, como asegura Brancaccio, esto que vivimos, pese al enemigo invisible en acecho, es “una prueba general – Lenin parpadea allá lejos- del apocalipsis diferenciado” cuyo enfrentamiento desasosiega al mundo del capital? Quizás sí, si nos sobreponemos a las teorizaciones del economista “mainstream”, a quien acuñó un lejano l945. Pues el Socialismo había sido “derrotado”, como escriben los sociólogos, sólo en la versión soviética tras atormentarla innúmeras dificultades, en cuyo interior maduraron también otros factores: las comarcas, unidas por pioneros y maestros que hablaban y escribían el ruso, fueron suplantadas por verdaderos Estados –Kirguistán, por ejemplo- y éstos ya no tenían por qué sujetarse al breviario de acción política redactado en Moscú. Por otra parte, Cuba salía del saqueo del “gusanaje” para convertirse en el Instituto Biogenético y Centro Epidemiológico al que hoy han llamado 21 países para ayudarlos a combatir la “pandemia”. ¿Podemos sensatamente hablar de derrota y no del cambio de “forma histórica” en su itinerario, como Lucièn Sève subrayara ya hace veinte años…? Lástima que tantos en el pensamiento avanzado se apeguen todavía al burdo esquema de cuaderno escolar traído hasta nosotros por la hegemonía del Imperialismo yanqui.

Porque, si el capital necesitó cinco siglos para consolidarse, la etapa socialista ha hecho más en mucho menos tiempo, pasando de la Comuna de París en 1871 y la España de los Cantones, un lustro más tarde, a las organizaciones “concejiles” de Rusia, Italia y Alemania de fines de la Primera Guerra Mundial, para alcanzar las realizaciones de nuestros días en China, la República Rusa, Cuba, Venezuela y Nicaragua, y su busca anhelosa de cambios institucionales adecuados al orden de nuevo tipo propio de tales experiencias. Por lo tanto, pese al coronavirus podemos, en cambio, repetir con Marx y Engels, “que nos acercamos al momento en que los hombres se vean forzados a considerar serenamente sus condiciones y sus relaciones recíprocas…” De lo contrario, la crisis humanitaria en que el capitalismo se hunde, ya prevista por Fidel en el año 2000, puede ser fatal para la supervivencia de los seres vivos y la del planeta que los hizo posibles