Corrientes, miercoles 03 de diciembre de 2025

Opinión Corrientes

Me cuesta escribir esto, por José Miguel Bonet

09-04-2020
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Foto ilustrativa

La naturaleza distrae mucho. Volví a mi juventud, donde éramos propietarios del tiempo y disponíamos de él, de los almuerzos -momento sagrado-, de las charlas donde se mezclaban generaciones, padres, abuelos y nietos, el tiempo para el vermut de la 11, el de sacar los sillones a la calle cual puente roto para que el que pasaba, caía, contaba alguna vivencia o noticia…la campanada de las seis para persignarnos, el jugar a los mocitos con aventuras interminables.

¿Qué que nos pasó que de pronto los mercaderes no se fueron del templo y nos llenaros de ofertas y con ellas la obligación de adquirir para tener mayor nivel de consumo -pero decadente la calidad-, que hipotecaron nuestro tiempo? ¿Será el triunfo de esa señora cuadrada que solo habla y no escucha, la televisión? Y nosotros que la dejamos pasar.

Pareciera que Cortázar pensó en mí al escribir. No sé si serán los años, pero he bajado el volumen de lo que escucho y he subido el de lo que siento.

Me estremece un atardecer, el sorbo de un buen café, un buen vino, una grata compañía, una bonita canción, el calor de una mirada, el poder de un beso. No sé si serán los años, los daños o quizás, solo quizás, empiezo a ver la vida tan bella como realmente es…solo le agregaría: ¡¡O quizás el coronavirus!!!!

Me imagino 15 días más, dueño soberano de mi tiempo, pero por fuera seguimos navegando por las aguas profundas del intenso tiempo de la peste. Con qué facilidad y naturalidad se ha cargado el coronavirus ese espejismo de seguridad, de control y previsilidad en el que vivíamos en el mundo moderno. Es una derrota, especialmente humillante, porque el virus es una pizca tan chiquita que no se ve con microscopios ópticos, se trata de un guiso de ácido nucleico y proteína que ni siquiera está del todo vivo: es como el dormido de los agentes infecciosos y alguien lo despertó para enseñarnos a volver a la normalidad. Y esa nada ha tumbado al planeta, pasço por encima de los arsenales nucleares, de la guerra de las galaxias, de las fronteras, nadie le pidió residencia o ciudadanía, solo tomo como rehén al hombre.
La humildad debería ser nuestro primer aprendizaje. Hago el ejercicio de traspolarme a situaciones críticas del pasado, en épocas de la dictadura, ¿hubiera sido capaz de esconder a alguien, con el peligro que eso suponía?, hoy estamos viviendo nuestra circunstancia crítica, es una prueba tremenda, inesperada, es nuestra prueba personal y única que quedará grabada a fuego en el resto de nuestros días, por lo que hicimos o no hicimos, por cómo nos comportamos dentro de esta anomalía colosal.

Y ahora que nos pasa en nuestro interior, ¿cómo vivir la vida cuando se ha quedado sin ofertas, divertimentos ni disfraces? La vida cruda, limpia, desnuda en el lento e incandescente tiempo de la peste, entre las más variadas propuestas de medicamentoso y el humor que recorren las redes, que no sé qué haríamos sin él. Me llegó esto: “Que con esto del aislamiento en casa ha estado hablando un rato con su marido y que le ha parecido buena persona”, el reto, intentemos es encontrarnos simpáticos o intentemos simplemente encontrarnos.

Cuando el ruido y el movimiento incesante se paran, queda lo real. Cuando siento pasar a los patos suirirí en el patio de mi casa o los maininbg me invadían el patio, algo bueno, no estábamos haciendo la nueva experiencia de convivir nuevamente con nuestros hijos. que ya tenían vuelo propio y hoy, nuevamente, el hogar son sus padres, convivir y soportarnos de verdad en un ámbito estrecho, y aprender no sólo a escuchar, sino también a respetar las ausencias en la presencia. Soportar la soledad del apabullante mundo que nos rodea y doble soledad, si vives solo, y lograr sentirte a gusto en ella. Y, sobre todo, ser nuevamente, dueños de nuestro tiempo y disponerlo a nuestra manera, en vez de perderlo, quemarlo, tirarlo (la vida es eso que ocurre mientras nosotros nos ocupamos de otra cosa, según una supuesta frase de John Lennon) como hacíamos en la agitación de esa farsa normalidad,

Ahora tenemos una oportunidad única para habitar el presente, para llenar de conciencia y de voluntad cada minuto. Para discernir entre lo esencial y lo superfluo, entre el precio y el valor. Intentemos que esta prueba, y la dolorosa resaca económica que vendrá, nos enseñe por lo menos a ser mejores y concientizarnos que lo más efectivo sigue siendo lo afectivo.

*Desde Mburucuya