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Vanina Reinoso: las historias que sólo cuenta de noche

28-12-2019
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Hoy nos vamos a la provincia de Catamarca y momarandu.com trae a la escritora Vanina Reinoso. Acercamos dos de sus cuentos breves, por escrito y en la voz y cadencia de su propia autora.

ACERCA DE LA AUTORA
Vanina Reinoso nació en Fiambalá, provincia de Catamarca. Es profesora en Letras, egresada de la Universidad Nacional de Catamarca y Especialista en Ciencias Sociales con mención en Lectura, Escritura y Educación por FLACSO. Actualmente se desempeña como docente, investigadora y extensionista en el Departamento Letras de la Universidad Nacional de Catamarca.

Su primer libro de poemas, Laberinto del corazón, lo publicó a los quince años. El segundo, Eneicos y otros poemas, data del año 2013, y su última creación, Cuentos en la noche, es del año 2018. Además, sus textos formaron parte de antologías provinciales y nacionales, entre las que se puede citar: la Antología Federal de Poesía -Región Noroeste- del CFI (2017), la Antología del grupo Literario Tantanakuy de Andalgalá (2017-2018-2019) y la Antología de Escritores de la Nueva Generación de Extensión Universitaria de la UNCa (2017). Es miembro del grupo literario Letras Vivas y de la SADE, filial Catamarca.

                           LEAMOS Y ESCUCHEMOS A VANINA



EL BAUTISMO
La mujer alta, enjuta mira a través de los vidrios manchados de la ventana de la cocina. Ha llegado con su esposo al pueblo desde una provincia del norte y nunca más se fue. Piensa desde hace unos días, qué hará con la situación que los tiene sin dormir.

― ¿Anoche los viste de nuevo? ―preguntó el esposo mientras bajaba la vista.
―Sí, hace siete días que me asustan. Esta noche voy a hacer coraje y los voy a seguir ―la mujer tomó el puñal y lo clavó con fuerza en la mesa―. Doña Nena dice que deben ser fetos que, al no tener santa sepultura, andan penando.
―Mirá que estás loca, mujer, cómo se te ocurre enfrentarlos.
―Callate la boca. Vos me trajiste a este pueblo muerto, a esta casa que se está por caer; en la que vaya a saber quiénes han vivido antes. Vos sos mi marido y te escondés detrás de mis polleras.

La casa que habitan es de adobe, los separa de la calle un terreno extenso. Por sobre la puerta principal sobresale un arco de medio punto, también de barro. El piso es de tierra y para que no se levante el polvo la mujer lo riega, antes de que los últimos rayos de sol se escondan detrás de los cerros.

― ¿Escuchaste? Ahí están de nuevo ―dijo el esposo.
La mujer se levantó de la cama y se envolvió el cuerpo con un deshabillé descolorido. Descalza avanzó hasta llegar al fondo de la casa y sin inmutarse miró a los bebés que iban caminando detrás del bordo. Los mellizos aparentan no haber cumplido el tiempo de gestación para nacer, se mueven tabaleándose y sus piernas forman un arco indefinido y frágil. No tienen en los ojos esclerótica, sino que toda la pupila se expande para formar una mirada totalmente negra y con la boca producen un sonido estridente. Se ríen, gritan, juegan. La mujer vacila, pero cuando los ve regresar espera que pasen y los sigue; donde se pierden clava el puñal con todas sus fuerzas. Espera que amanezca y con los primeros rayos de sol, se dirige al lugar señalado que se encuentra debajo de una higuera. Está cansada, pero excava hasta encontrar dos diminutos esqueletos. Saca del bolsillo el frasco con agua bendita y hace una cruz en cada frentecita y a cada uno le da un nombre. Está hecho. Vuelve a su casa y espera que llegue la noche para poder, por fin, dormir.

VISITAS AL CEMENTERIO
Hace más de un año que los vecinos de San Pedro hablan sobre el asunto.

El barrio es uno de los más antiguos del pueblo, allí está la Iglesia de nombre homónimo y dos cementerios. Los veintinueve de junio y los dos de noviembre sus calles se colman de visitantes, en la primera fecha los colores son de júbilo, explotan las bombas y luego de la procesión del santo las familias se quedan a almorzar en los diferentes lugares dispuestos para esto. Sin embargo, en noviembre no hay alegría, sí colores, pero en las coronas de papel crepé que decoran las tumbas. También hay flores naturales que con el pasar de los días tornan su aroma en hedor. Se suele ver ese día, hileras de personas mirando en silencio los mausoleos y los nichos.

― ¿La viste a la hija de los patrones anoche? ―dijo en tono sombrío la vecina a su amiga.
―A las tres de la mañana la vio pasar Simón, cuando volvía de regar.

La hija de los patrones pertenece a una familia adinerada, ya sus padres han muerto y sus hermanos se han marchado del pueblo. Desde que quedó sola se ha vuelto melancólica, no es extraño verla dirigirse al cementerio todas las tardes; va a merendar junto a la tumba de sus seres queridos. Habita una casa pequeña que posee una construcción inusual para la región, parece una cabaña encantada de un cuento europeo; en el fondo hay una gran extensión de viñedos y olivares. Ella es alta, elegante y por algún motivo no se ha casado. Fuma demasiado y tiene los dedos amarillos por la nicotina. Viste siempre de blanco, sus prendas son holgadas. Su costurera sabe que le agradan las randas, los encaje, el broderie y cuando usa sus modelos parece una dama de otra época.

Ahora es diferente, la han visto de noche dirigirse a las tumbas. Su casa queda a pocos metros y ya no sale en ninguna otra ocasión, sino es después de las tres de la mañana rumbo al camposanto. Los podadores que ingresan a trabajar, en los viñedos, han afirmado que todas las ventanas permanecen cerradas y que el jardín se ha secado.
― ¿Has preparado las coronas? Apurate quiero llegar temprano, antes de que caiga mucha gente y no pueda rezar tranquila ―dijo la vecina y se quedó esperando en la puerta de la casa de su amiga.

Las mujeres renguean, ya no son las lozanas jóvenes que hacían el trayecto en unos pocos minutos. Una vez que han limpiado las bóvedas familiares y han orado, llevan unos girasoles para los patrones. Emelinda se queda pálida, mira una nueva lápida. Tiene el nombre de la Niña, en el bronce. La fecha es de hace más de un año y hay colillas nuevas de cigarrillos tiradas en la arena.

Cuentos en la noche (2018)