Corrientes, viernes 26 de abril de 2024

Deporte Corrientes
100 ANIVERSARIO DEL EFBC

Memoria de una pasión, por Carlos Eduardo Garcia

25-04-2022
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NOTA ACLARATORIA: Este escrito no pretende en lo más mínimo presentarse como un relato con perfil histórico en la vida de E.F.B.C.; sería una osadía imposible de sostener plantearlo de esa manera. Plasmar en un texto la historia de nuestra institución (de cualquiera) es una tarea titánica, pendiente y seguramente apasionante, que no puede estructurarse solo sobre la base de la evocación. Debe documentarse y revisarse continuamente para que sea una verdadera narración verídica y cronológica de los hechos del pasado hasta llegar a la actualidad. De ninguna manera, lo que se leerá aspira a serlo.

Escribir este artículo fue solo la respuesta a una cordial invitación para que vuelque con palabras lo que mis vivencias personales y la memoria de innumerables conversaciones en el ámbito de mi familia arrojaban al instante de evocar una etapa particularmente movilizadora de mi vida como fue la niñez y adolescencia. Son nombres y apellidos, hechos y circunstancias que afloran cuando pienso y recuerdo a Esquina Foot Ball Club, seguramente incompletos y no excluyentes, pero potencialmente complementarios de otros miles de recuerdos que gente de mi generación o mayores puedan tener.

Donde anclar en el pasado los primeros recuerdos que afloran cuando pienso en Esquina Foot Ball Club, digo, los vividos en primera persona ya que cuando también apelo a las anécdotas que me contaba mi padre, la memoria es un torbellino que no para de tirar nombres, imágenes, lugares, afectos, alegrías, sobre todo eso, muchas alegrías.

Quizá sea una tarde soleada de domingo en la vereda de mi casa esperando la camioneta de Don Eto Rolón cargada con los jugadores de futbol; los brazos extendidos de Carlitos Leguiza o de “Caramelo” Galvaliz para subirme a la carrocería y sentarme entre “Santi” Rodríguez y “Chinta” Orellano.

Tal vez sea el viejo y querido patio con los alambres para colgar la ropa recién lavada repletas de camisetas (el mismo fin de semana jugaba la 5.ª, la 3.ª y la 1.ª división) como una marea roja y negra, con los pantalones blancos acordonados.

También puede ser que los primeros recuerdos sean correteando en la sede jugando con el gato amarillo y blanco del Sr. Oliva, intendente del club por aquellos años.

De esos tiempos en que E.F.B.C. se acercaba a sus 50 primeros años, guardo anécdotas imborrables escuchadas en largas sobremesas de mi casa, donde la vida del club era un tema recurrente, casi obsesivo. Les comparto algunas de ellas:

- La posibilidad cierta de acceder a un crédito ya casi otorgado del Banco Hipotecario destinado a comprar los terrenos lindantes a la cancha de fútbol para hacer el campo de juego en sentido transversal al que conocemos, ya que la mitad sur era frecuentemente inundable. Un estadio de avanzada con pista de atletismo y espacio para otros proyectos tal y como estaba presentado y que fue frenado por el golpe de Estado que derrocó al presidente Illia y que anuló, como tantas otras cosas, esa línea crediticia del banco.

- Los bailes y reuniones que se hacían en la Sede Social a los que concurrían buena parte de los “Damos de compañía” de la Sociedad Sportiva, entidad que por esos años no contaba con la sede que hoy ostenta, por lo que unos juveniles hermanos Röhner, Garay Reato y otros, eran frecuentes visitantes del Palacio de Lamela y Coronel Schweizer. Demas no está recordar que Don Augusto Röhner, padre de quienes en vida fueron importantes dirigentes del clásico rival, era socio y ferviente simpatizante rojo y negro.

- El papel preponderante de algunos dirigentes cuyo empuje y entrega desinteresada permitieron hitos importantísimos como la adquisición definitiva de la Sede Social: el Sr. "Totó" Fernández Rojo y el Sr. Omar Mancini, entre otros. El trabajo honrado y apasionado de hombres como Mitre Solmoirago manejando las finanzas del club y de su esposa , la Sra. Argentina “Negra” Maffei , presidente de la Primera Comisión de Damas de E.F.B.C.

- La famosa reunión en la terraza o “patio de tragos” como se lo concibió cuando en una prolongada sobremesa donde además de quien contaba la anécdota estaban: el matrimonio Torigino, el matrimonio Gabaldo (jefe de la Usina), Carlos Morel y Rodolfo Correa, se decide que el club va a aportar algo más que carrozas a los carnavales de Esquina. Toma forma la comparsa y el primer coreógrafo y director lo será (por diez brillantes años) Rodolfo Correa, quien por entonces ya dirigía la filial Esquina del Conservatorio de Danzas Fracassi, verdadero semillero de grandes bailarinas de la comparsa. Es el año 1969 y Yasi Berá empieza a escribir su página de oro en la historia de los carnavales, con dirigentes que le dedicaron bastante más que su tiempo como Carlos Morel y la Sra. Irma de Izaguirre, cada uno a su momento, verdaderos corazones de la Comisión de Comparsa.

- La psicodelia y el “flower power” de finales de los sesenta llega a Esquina cuando se inaugura el boliche en el sótano del club para sorpresa y escándalo de buena parte de una sociedad pacata y conservadora (porque no decirlo). “La Covacha” marcó a toda una generación de jóvenes y más allá de los sucesivos cambios de nombre (“Acuario", “Macumba”) forma parte de la rica historia de nuestro club.

- Una idea que siempre quedó trunca fue la de organizar la elección de la Reina de “La Ruta del Paraná”, que ambicionaba invitar a representantes de clubes y entidades desde Rosario hasta Misiones. La logística de la época y los costos lo hicieron quedar solo en un ambicioso proyecto.

Las anécdotas comienzan a dar paso a imágenes más presentes en mi retina. Los primeros bailes de la “Fiesta de la Sandia” y de “Los Locutores” se hicieron en E.F.B.C. Generaciones enteras de chicas esquinenses hicieron su “presentación en sociedad” bajando por la escalinata de barandas negras en el tradicional “Baile de los Quince Años” y hasta mediados de la década del 70, el Baile de Egresados de la Escuela Normal se hacía en el mismo lugar.

Recordar Foot Ball en esos años de niñez y temprana adolescencia es apurar la merienda para no faltar al momento de formar los equipos que pasaríamos todas las tardes jugando al futbol en el club, casi como si fuera la prolongación del patio de la escuela. Decenas de chicos contenidos por el deporte en un club que abría sus puertas a todos los colores. Por ahí andábamos gambeteando la vida entre otros tantos: Carlitos Gallardo, Eduardo Martínez, Adolfito Velazco, Ale Cardozo, Dardo Ramírez Braschi, Raúl Gauna, los mellizos Sarubbi, también los “verdiblancos” Daniel Traverso y Walter Calabrés. Horas, tardes, años, entremezclados con las chicas de vóley de la Escuela Normal dirigidas por la Sra. "Tita" Gallardo.

Pensar en Foot Ball es recordar los nombres y las actitudes que tantas veces escuché elogiar, dirigentes y colaboradores que se van concatenando para fluir como una catarata:
Es el "Gringo" Gallardo y Don "Lalo" Pellegrini, junto a otros, impulsando desde mucho antes la compra del terreno para construir la cancha hípica, inaugurada en 1977. Es la Sra. Delia Cañete de Avalos dirigiendo los equipos femeninos de básquet y de vóley.

Es la familia Cafferata con el Sr. Juan Daniel, con "Pico", con el inolvidable Tío "Piti" y con "Julito", ocupando altísimos cargos y formando generaciones de jugadores de básquet. Son los hermanos Roberto y Rodolfo González, enormes militantes de la causa "rojinegra", además de impulsores de la práctica de bochas.

Es "Pelón" Fagetti, garantía de honestidad en la Tesorería, es Victorio Torrent siempre dispuesto, es Adolfo Velazco controlando los asados para cientos de comensales, es "Rolo" Ramírez Boll poniendo a disposición su panadería para lo que sea y cuantas veces sea necesario. Es Don "Tuto" Maidana cociendo las pelotas y reforzando los botines en su viejo taller de zapatería.

Es el incansable "Tito" Colomer en su bicicleta, llevando y trayendo notas para firmar, y es el Sr. Víctor “Tito” Sánchez, y es la familia Rosi, la familia Izaguirre, la familia Espinoza, la familia Pellegrini. Son Roberto y Alfredo Strugo, es Marino Sánchez.

Es "Bollo" Garcia aportando siempre ideas creativas, haciendo las primeras carrozas y los espaldares de las principales figuras. Es "Julito" Ramírez Boll, es Mirta Espinoza, es Zelmira Rolón. Son los hermanos Servin acomodando las sillas y las mesas en el depósito detrás de la cancha de bochas. Son los intendentes del club por aquellas épocas: “Yente” Molinari, Andrés Núñez, Paulino Espinoza, el Sr. Roubineau y algunos más que se me escapan.

Pienso en las “Super Cenas Millonarias”, en el escenario con telón rojo de fondo para que se luzcan “Los Demonios de Esquina”, “Los Rebeldes”, “Los Laser”, “Los Linces” o “Gasparin y su conjunto”, por nombrar solo algunas de las muchísimas orquestas que animaban los bailes por aquellos años. Viene a mi memoria también “Apocalipsis”, el boliche que frecuentábamos ya entrados a la secundaria.

Algunos recuerdos son ensordecedores y a la vez, emocionan. Es lo que provoca evocar los acordes de la comparsa, de todos los años, de todas las coreografías. Es la mejor Escuela de Samba imaginada y dirigida por un verdadero adelantado, un arlequín de la creatividad y la alegría como fue "Yayo" Plano, multifacético, laburador incansable, percusionista, locutor, bailarín, conductor de eventos, un tipo particularmente querible y muy querido en mi casa, acompañado además por el bombo mayor de los corsos esquinenses, el maestro Hugo Rivas.

Es la Banda de Instrumentos de Viento arrancando los acordes del “Candombe del Negro José" o el pasodoble “El Gato Montés”, para que cualquiera de las grandes figuras de la comparsa, cualquiera, la que a ustedes primero se le venga a la memoria, se pare con elegancia y sensualidad de espaldas a la confitería “La Perfección” y la tribuna de Yasi Berá ignore todas las leyes de la estática para recostarse contra el cine Milán.

Es Hugo Mancini y su extensa presidencia, jalonada por los años de esplendor de la comparsa, es "Pocho" Martínez, es José Lencinas, es la Sra. Blanca Balestra. Es el puño cerrado y la voz ronca de Juan Balzaretti gritando un gol sobre la hora de Rubén Moreira, o de "Colito" Espinoza, es la corrida desaforada del “Nene” Cataldo, entrando a la cancha a festejar que la “India” Fernández, por lejos, el mejor aquero que pisó las canchas de Esquina, atajó el penal de su vida y nos regaló un campeonato, aún a expensas de tropezarse y tirar por los aires el canasto de tortas y sándwiches que tenía pensado vender. Son los brazos abiertos de Don José Martin y de Neironi para celebrar un tiro libre al ángulo, inatajable, de “Perucho" Silva. Es la gambeta endemoniada del “Pochi” Rodríguez, es una volada acrobática del “Conejo” Hugo Fernández. Es la vuelta abigarrada en los viejos autos y camionetas, revoleando las camisetas, aquellas que el infatigable "Eto" Rolón no alcanzó a juntar en sus bolsas blancas, colgados de los parantes y de las barandas, por el arenal que ahora es el corsódromo, para festejar que se le ganó la final a Sportiva.

Es aguantar la respiración, mientras la pelota dibuja una parábola con destino de red en un lanzamiento de media distancia de "Danielito" Gatti, para encestar sobre el sonido de la chicharra y dar vuelta un partido para ganarle a Santa Rita. Justo a Santa Rita, con lo que costaba ganarle, porque seamos honestos, "Los Santos” tuvieron por esos años el mejor básquet de Esquina. Como verán, son tantos recuerdos, tantas emociones evocadas, que aceleran el pulso, y curiosamente empiezan a nublar la vista.

En enero de 1984 me fui a estudiar y desde entonces no resido en Esquina, más allá de esporádicas visitas de vacaciones, sobre todo los primeros años, o por connotaciones familiares y/o especiales. A pesar de no estar presente, algunas veces más que otras seguí de cerca el devenir de la institución. Hubo épocas olvidables y otras pujantes y progresistas que serán recordadas, valoradas y reivindicadas por siempre como la gestión del presidente Traverso y su grupo de colaboradores en los años 90, pero siempre, cada uno de los que desempeñó y desempeña funciones sabe (o debería saber) que dirigir el club, nuestro club, es hacerlo sin beneficio de inventario, con sus historias grandes y también con las otras, como el devenir mismo de cualquier institución, como el de una familia, como el de un país. Esquina Foot Ball Club atravesó el Siglo XX desde los locos años 20 hasta la actualidad y seguirá siendo un ancho mar rojo y negro que surcará la historia grande de Esquina, donde a veces, podrán faltar algunas cosas, pero siempre sobrará pasión.

A la memoria de mi padre que hoy estaría inmensamente feliz de saber que el número de socio 597 corresponde a su nieto Lautaro.

Abril | 2022