A pesar de que había sido el primer funcionario cercano a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en presentar su renuncia, fue confirmado por el presidente Alberto Fernández, en lo que puede leerse como un triunfo político de CFK.
La titular del Senado fue la armadora de la movida que inició el miércoles el ministro del Interior cuando puso su renuncia a disposición del Presidente -a la que luego se sumaron otras- para presionar los cambios en el equipo ministerial.
Esa jugada, de la que Alberto Fernández no estaba enterado, se dio después de una charla cara a cara con el jefe de Estado el martes por la noche, en la que habían acordado cambios, pero no se habían puesto de acuerdo en la velocidad que esas modificaciones debían tener.
Para la vicepresidenta, las salidas de algunos funcionarios debían ser inmediatas. En particular apuntaba a Santiago Cafiero, el jefe de Gabinete que era uno de los que estaba en la mira de la ex mandataria. Cafiero, que responde directamente a Alberto, fue removido y reemplazado por el gobernador de Tucumán, Juan Manzur, a quien Fernández de Kirchner propuso en una dura carta abierta en la que expresó duras críticas contra el titular del Poder Ejecutivo Nacional y su equipo de colaboradores inmediatos.
Otra victoria de Cristina Kirchner fue la ratificación en el cargo de De Pedro, quien comenzó la catarata de renuncias, pese a que en el entorno del Presidente aseguraron que su salida del Gabinete era "un hecho".
Hasta llegó a anunciarse el jueves que el Presidente había aceptado su renuncia y se dijo que estaba buscando un nombre fuerte para el Ministerio del Interior. Sin embargo, De Pedro conservará su despacho en la Casa Rosada a pesar de que el vínculo con Fernández haya quedado roto tras la semana de alta tensión.
