Corrientes, viernes 29 de marzo de 2024

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“Los Perros” de Schwaderer, dirigida por Ángel Quintela e interpretada por el Guarán, corona la 11° Feria del Libro

10-08-2021
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La obra "Los Perros" de Carlos Schwaderer, dirigida por Ángel Quintela e interpretada por el "Teatro del Guarán", coronó este martes la última jornada de la 11° Feria Provincial del Libro de Corrientes, Al Pié de la Letra.



Luego de diez jornadas, la XI Edición de la Feria provincial del Libro llega a su fin con más de 8 mil espectadores.

“A pesar de la distancia y de la virtualidad, otra vez vivimos una feria en la que un centenar de personas del sector editorial de Corrientes se reunió para abrir debates, para charlar sobre producciones locales, y para abrir diálogos sobre el libro, la lectura, y la escritura”, dijo el presidente del Instituto de Cultura de Corrientes, Arq. Gabriel Romero.

MESAS TEMÁTICA

En la última jornada de feria, además, se presentó la mesa “Entre poetas y letristas” que reunió a Carlos Lorenzola, José Lezcano, Abel Fleita, Érica Amancay y Mirian Asuad.



PODCAST

En el segmento de podcast, fueron presentadas las obras "Hablar lenguas indígenas hoy usos, nuevas formas de transmisión. Experiencias colaborativas en Corrientes, Chaco y Santiago del Estero", de Carolina Gandulfo, "Tía Ana" de Roberto Jesús Frette, y "Entrevistas en texto", de Darío Alfredo González.

"HABLAR LENGUAS INDÍGENAS HOY USOS, NUEVAS FORMAS DE TRANSMISIÓN. EXPERIENCIAS COLABORATIVAS EN CORRIENTES, CHACO Y SANTIAGO DEL ESTERO", DE CAROLINA GANDULFO


"TÍA ANA" DE ROBERTO JESÚS FRETTE


"ENTREVISTAS EN TEXTO", DE DARÍO ALFREDO GONZÁLEZ

 
MÁS DEL CATÁLOGO

También fueron presentadas las obras “Carnaval es Corrientes”, de José Luis Suerte, “Para qué la ternura”, de Fabián Yausaz, “Palabras y raíces”, de Zulma Zalazar, “Ensayos sobre la cuestión agraria”, de Abel Ferrero, “Economía Política. Principios y fundamentos para la eficiencia social y ambiental" de Ataliva Laprovitta, “Construir un equipo de investigación. Los primeros pasos”, de Emanuel Irrazábal, y “Alimentación, nutrición y salud. Cuadernillo de estudio” de Marina Stein y Griselda Inés Oria.

“CARNAVAL ES CORRIENTES”, DE JOSÉ LUIS SUERTE


“PARA QUÉ LA TERNURA”, DE FABIÁN YAUSAZ


“PALABRAS Y RAÍCES”, DE ZULMA ZALAZAR


“ENSAYOS SOBRE LA CUESTIÓN AGRARIA”, DE ABEL FERRERO


“ECONOMÍA POLÍTICA. PRINCIPIOS Y FUNDAMENTOS PARA LA EFICIENCIA SOCIAL Y AMBIENTAL" DE ATALIVA LAPROVITTA


“CONSTRUIR UN EQUIPO DE INVESTIGACIÓN. LOS PRIMEROS PASOS”, DE EMANUEL IRRAZÁBAL


“ALIMENTACIÓN, NUTRICIÓN Y SALUD. CUADERNILLO DE ESTUDIO” DE MARINA STEIN Y GRISELDA INÉS ORIA
 



TEXTOS AL MINI MUNDIAL

También fueron publicados algunos de los textos seleccionados para participar del próximo Mini Mundial de Escritura.

TE RECUERDO HOY, DE NILDA BEATRIZ SENA

Ese video de YouTube donde Perales canta y repite sin parar “Te recuerdo hoy”. Por qué será que en un lugar tan distante este artista puede estar cantando mis sentimientos, mis estados emocionales, cómo puede presentir mi vida, tan lejos de él.

“Sopla el viento en las ventanas, como llueve hoy”, inexplicable esa descripción que hace de este momento que estoy viviendo. Me gustaría saber si regresarás, si está bien seguir esperando, o si debo cambiar los sentimientos que habitan en esta casa que quedó tan grande cuando te fuiste.

El aire mantiene esa cuota de ilusión, guarda tus espacios, mientras uno que otro cabello blanco va mostrándose en mi cabeza, alguna línea de expresión se afianza en mi cara.

Es porque el reloj redondo y blanco del comedor nunca dejó de girar. Como sabiendo que debía conservar la vida hasta que nos reencontráramos.

La alfombra no es la misma, la anterior se desgastó tanto, quedó desagradable y tuve que cambiarla, combinar con el nuevo color de las paredes. Sé que te agradará porque elegí según tus gustos, como siempre, como todo, en la casa y en los pasos que se marcan en mi vida.

Saber que ese inmenso fondo lleno de árboles guarda cada momento, cada palabra, que las aves no pudieron llevar, porque solo nos perteneció a los dos. Hasta los silencios permanecen acurrucados en los nidos, en las ramas, en los colores que durante la tarde adormecen al día y atraen a la noche.

Los árboles tienen la magia de guardar secretos, marcas, que los hacen cómplices de nuestros recuerdos y a veces su presencia es la causa de los recuerdos, porque es ahí donde guardamos palabras, sonreímos o lloramos.

Debe ser esa pesadumbre de la humedad que con sus marcas en la pared quiere borrar otras marcas. Sin saber que son imborrables.

Y pienso que tal vez vuelvas, ¿y si no es así?

Por si decidieras venir, hoy pondré las cortinas transparentes antes de abrir las ventanas. Entrará la cantidad de luz justa para no lastimar los ojos o no ocultar lo que se quiere ver. Perfumaré con nuevos aromas las habitaciones y dejaré brillante cada mueble, cuadro y adorno. El patio limpio con las plantas que lo rodean bien podadas.

Una música suave inundará la casa.

Por si decidieras venir. Yo estaré radiante, sonriendo, esperándote.
Por si me llamas, el timbre del teléfono estará en el máximo volumen. Cambiaré el tono también. Ojalá percibas la alegría en mi voz. Te dejaré hablar más que de costumbre.
Por si me llamas, cerca del teléfono tendré un reproductor que durante la conversación emita una música que te agrade. Seguramente será importante para vos después de tanto tiempo.
Por si vienes o me llamas, estaré preparada, tendré noticias buenas, agradables.

Las cosas oscuras se pueden borrar, transformar, es cuestión de voluntad, de querer empezar otra vez, con nuevas expectativas. ¿Por qué no olvidar los errores cometidos? Si de ellos se aprendió y por eso se dan nuevas oportunidades.

Te recuerdo hoy, como hace años, iniciando la familia, cuántos inconvenientes que nos hacían decaer en los intentos, pero siempre volvíamos a empezar y salíamos adelante.

Las noches con amigos una vez al mes, jugando lotería, disfrutando de películas en la televisión. Recuerdos, solo recuerdos.

Surgen como en nieblas, como si hubiera sido testigo y no protagonista. Fue hace tanto… ¿y si no vienes? ¿y si no llamas? Será un día más de espera, con la casa arreglada y lindos sonidos. Será un día más, como tantos desde hace tiempo. ¿Sabrás que te espero? ¿Sabrás que el teléfono desea avisar tu llamada? Espero que sí, espero que sí.

Qué puede importar hoy aquellos mensajes de la agencia, aquella carta, hoy te recuerdo, no importa, lo que ellos dicen, solo fue un sueño, tu partida no fue definitiva.

Ese frasco marrón, sobre la pequeña mesa labrada, es solo un frasco, no estás ahí. Nunca pudiste perderte en el campo de batalla, tu fortaleza era incansable. Solo deben saber buscarte. Solo debo saber esperarte. El frasco brilla, en él se refleja mi espera, mi ansiedad. No estás ahí.

Imposible que no sepas que te espero, sé que volverás. Y yo aquí estaré. Sé que volverás.



CREER O REVENTAR, DE NILDA BEATRIZ SENA

Era un hombre más, que siempre pasaba frente a nuestra casa —me contaba cuando la visitaba a mi abuela— saludaba como los demás, seguía su camino. No sabían nada de él, ni de dónde venía o dónde detenía su caminar. Pero verlo habitualmente era importante, como al ritmo matutino del día, sus sonidos y colores.

Seguramente iba a trabajar, o salía de trabajar, a la hora en que los demás empezaban a hacerlo. Siempre iba solo, vestido muy sencillo, pero elegante. Su rostro inexpresivo, imperturbable.

A veces, pasaba bajo la lluvia. No se preocupaba como los demás en apurar el paso o en protegerse de la lluvia, solo caminaba, calmo, imperturbable como todos los días.
Sin duda despertaba curiosidad, pero nadie se animaba a interrumpir su paso para hacerle preguntas sobre su vida. Provocaba inquietud, ya que en el pueblo todos se conocían.

Cuando mi abuela me relataba sobre este hombre, me decía que muchos vecinos imaginaban cosas, creaban historias, algunas muy extrañas. Incluso alguna vez alguien intentó seguirlo, pero después de muchas cuadras se perdió y no pudo obtener ninguna información importante.

Nadie sabía nada de él y, a pesar de esto, era tema de conversación.

Un día, después de mucho tiempo, no hizo su recorrido habitual y eso llamó la atención. El barrio quedó sorprendido, todos se preguntaban por qué nadie lo vio. Los vecinos se acercaban a hablar del tema, consultaban entre ellos. El segundo día en que nadie lo vio, fue de gran ansiedad, la rutina se quebró.

Decidieron buscarlo en hospitales, comisarías, plazas, pero no, no aparecía en ningún lugar. Con la descripción que cada vecino hizo, las autoridades realizaron un identikit para poder buscarlo, saber sus datos, dónde vivía y todo lo que se sabe de cada uno de nosotros.

Pasaban los días sin ninguna novedad. Algunos suponían que era extranjero y volvió a su país, otros pensaban que era extraterrestre, eran muchas las teorías, pero nada se comprobaba. Los más pesimistas pensaban que había muerto.

Con el pasar del tiempo, la policía dejó de buscarlo, las personas a veces lo recordaban y entre charla y charla recreaban la historia, agregándole anécdotas que nunca fueron realidad, o características fantásticas a su personalidad, poderes especiales. Y más.
Pasaron años y alguien con todos los relatos sobre él escribió un libro, en el prólogo decía que fue alguien real y que los hechos que relataba en el libro fueron recogidos de los vecinos que habían sido testigos. Un cúmulo de hechos que parecían sacados de un libro de ciencia ficción.

El libro termina diciendo que un grupo religioso lo tiene en un culto satánico como símbolo de poder. Que su imagen se venera en altares en el pueblo.

Y así se cree y se difunde, hay invocaciones para lograr su ayuda espiritual.

Aunque en el barrio de mis abuelos dicen que existe otro libro, menos conocido, donde lo consideran un santo y otro grupo religioso le rinde devoción.

En alguna oportunidad, siendo adolescente he visto hacer peregrinación a lo largo del recorrido que él solía hacer, con calles muy adornadas para la ocasión. Nunca entendí muy bien todo esto. Y hablarlo con la gente del barrio es imposible. Solo mi abuela contaba y cuando se fue, incluso ella lo mencionó en una oración.

Proliferan los altares ocultos y hasta estampitas. Yo las vi, y tienen un identikit por imagen.

Relatos que pasan de generación en generación. Y cada una con las actualizaciones que se le quiere dar.

Solo hay que dejar pasar el tiempo y todo se convierte en realidad. ¿Ficción nacida de la imaginación o realidad imposible de comprobar?

¿Cuántos casos más habrá en libros sobre héroes magníficos o déspotas tiranos, sobre ángeles o demonios, que están para “creer o reventar”?

Así de fácil se escribe la historia.



MÓNICA ANALÍA ORTÍZ, 41 AÑOS, COLONIA LIEBIG CORRIENTES
—No podés apoyarme tu aparato en la espalda, ¡sos un asqueroso!
—Señora disculpe, me empujaron los gurises que subieron en la escuela.
—Poné la excusa que quieras, pervertido, ¡hay que cuidarse de los negros como vos!
Todos mirábamos la escena, la señora de unos 75 años estaba roja de la ira.
El olor nauseabundo de cloacas
se colaba por la ventanilla
El murmullo intermitente destaca
el reloj que apura sus manecillas.
La señora canosa, en sus setenta
grita enojada y sin motivo
era un hombre fornido de unos cuarenta
que trataba de explicar en monosílabos.
Absortos en afrenta algo confusa
él trataba de decir que fue sin culpa
que invadió esa frontera algo difusa
y pedía con vehemencia que lo exculpa.



OMAR RUBEN FARIAS
recordar el ayer
cuando todo corrientes hablaban de amor!
Qué profunda emoción! Ante mi soledad
en el atardecer!
Tu lejano recuerdo!
Me viene a buscar, tomados de la mano!
a orillas del Paraná!
Mojados la piel!
Bronceados a miel,
Dorada pasión!
Con beso del color
De los lapachos en flor!
Florecida juventud!
Corazones nadando
Como delfines enamorados
soñar, reir y brincar
Dejar que el tiempo
eterno presente fuera!
Qué profunda emoción!
Qué confusa se ve!
A lo lejos,
esa eterna juventud!
Cuando dejamos de ser
esos niños rebeldes
corriendo por la playa,
de arenas del color del sol
Bella, mi tierra del litoral!
A orillas del Paraná
es toda mi corrientes Porá!
Y te la evoco, con dulce amargo sabor! Entré lágrimas y sonrisas por haberlo vivido con furor!
Qué profunda emoción
Recordar el ayer
Cuando todo corrientes!
Hablaban de amor!


ESCRITO, IGNACIO J. CÁCERES SORG

Como todas las mañanas el diácono Velasco se presentaba desde temprano frente a las grandes puertas de madera de la capilla. La rígida estructura que había visto perennemente erigida desde ya muy pequeño, siempre atada a esa tierra como un edificio inmutable por el tiempo, fue construida antes de su nacimiento y dudaba si se caería después de su muerte.

Para él, esas paredes de piedra y esas estructuras de madera eran un “regalo”. Uno de los obsequios que le habían dejado sus antepasados, una prueba de su grandeza pero también de su benevolencia al permitirles usarla para guardarse dentro. Sin seguir reflexionando, empujó las grandes y pesadas puertas de madera para encontrarse con el obispo Emmanuel en su interior.

—Bienvenido Velasco —saludó el pontífice.
—Buenas mañanas, obispo —correspondió el saludo Velasco—. ¿Qué novedades hay? — preguntó con suma cortesía.
—Nada nuevo… solo ver como cada vez más gente se pierde en el camino de Dios — explicó visiblemente triste—. Aparentemente los aristócratas nos dieron la espalda.
—Es como usted dijo: aquel que solo se hizo por el dinero no puede entender de salvar su alma —secundó —. ¿Qué pasó exactamente? ¿Nuevas medidas?
—Sí, nuevas medidas —confirmó, sentándose en un banco—. Aparentemente los afectados son cada vez más… la nobleza ordenó a la gente no salir de sus casas. Las malas lenguas dicen que alguien de la familia real está padeciéndolo, pero eso no lo escuchaste de mí.
—Ya veníamos perdiendo adeptos, la gente pierde la fe y sin fe es imposible librarnos de esta maldición… — se sentó junto al obispo—. Ahora más que nunca es necesario rezar por la salvación.
—Eso pensé, y le dije que vengan igual. Tienen la protección del Padre, nada les pasará —afirmó contundente—. Solo espero que a la misa de esta noche vengan… sino esta maldad terminará por consumir el poblado.
—Desde luego obispo, también esperemos que los guardias sean amables con ellos, en caso de encontrarlos —agregó mientras algunos fieles empezaban a entrar a la capilla por el portal.
—Parece que llegó tu hora de trabajar —indicó Emmanuel mientras se levantaba e indicaba con la mano a las personas para traerlas hacia donde estaba—, y no te equivoques Velasco, la gente no pierde la fe. La fe no se puede perder, la gente simplemente cambia el altar al que reza —concluyó mientras se retiraba por el mismo portal por el que entraban los fieles.

Así Velasco rezó rápidamente para pedir ayuda a los cielos con sus labores de curación, que todas las mañanas realizaba de manera altruista. Su primer visitante era un hombre bastante bajo y vestido con harapos; su piel estaba bronceada por el sol y su cara estaba impregnada de marcas de viejas lastimaduras.

—Padre… —fue interrumpido.
—Puedes llamarme Velasco —corrigió.
—Padre Velasco, estaría necesitando un servicio especial, pero me apena pedírselo tan descaradamente —anunció nervioso e intentando mantener la voz baja.
—Estoy aquí para los que buscan asistencia divina ¡Que no te apene! —lo animó.
—Verá, es que mi mujer, hace unos días empezó a… —se detuvo por unos segundos—, a toser sangre y tengo miedo que el Diablo haya logrado meterle la maldición esta que nos tortura… —con nerviosismo hablaba cada vez más rápido.
—Tranquilo —lo detuvo—, no menciones su nombre aquí, no le des entidad al malvado frente a nuestro Señor. El ángel caído no puede ganar, tienes que tener fe.
—Sí… tiene razón. Me apena pedírselo, pero mi mujer está muy débil, sería mucho pedir que nos visite para poder curarla.
—Claro, sin problema, cuando termine con los otros fieles presentes, iré a tu hogar.
—Muchísimas gracias, es justo enfrente del herrero. Puede preguntarle y lo guiará… muchísimas gracias, en serio —expresó emocionado.
—No te preocupes, ahora ve a hacerle compañía a tu mujer —le indicó.

El siguiente era un pequeño, estaba bien vestido y parecía desconocer donde se encontraba. Casi como si se hubiera colado en la capilla al ver gente dentro. Miraba a Velasco esperando algún tipo de invitación o introducción.

—¿A qué vienes a la casa de Dios, pequeño? —preguntó con genuina curiosidad.
—Mamá me dijo que despué’ de hace’ las compra’ venga y hable con usté’ —afirmó el niño con dificultad mientras movía una bolsa de cuero donde parecía llevar pan.
—¿Y te dijo para qué? —preguntó el diácono al ver que el pequeño tenía problemas para comunicarse.
—No sé, me dijo que le cuente de mi doló’ —contestó.
—¿Qué te duele? —volvió a preguntar, a lo que el niño apoyó su derecha sobre su panza—. Permíteme que busco unas cosas, siéntate mientras tanto.

Velasco caminó hacia una habitación lateral donde buscó una copa con agua bendita. Mientras tanto, el pequeño dejó su bolsa en el piso y se sentó esperando al diácono. Cuando este volvió, murmuró palabras ininteligibles para luego proceder a acercarse al pequeño.

—Te imploro Dios Padre —pronunció mientras marcaba una cruz con sus dedos húmedos en la frente del pequeño—, hijo —luego una cruz en sus labios— y espíritu santo —con una cruz final en el centro de su pecho—. Protege a este pequeño de todos los males —anunció más fuerte mientras se erguía y agarraba la cabeza del joven— que pueblan la tierra. Que tu gracia lo haga tener una vida larga y llena de felicidad, y que en tu nombre pueda caminar junto a nosotros y atravesar la adversidad ¡Amén!

Luego el diácono agarró parte del agua de la copa y la salpicó sobre el pequeño que extrañado se cubría.

—Ya estás curado, puedes ir con Dios —le indicó.
—Ya ta’ —extrañado respondió el pequeño.
—Sí, ya nada sobre esta tierra puede lastimarte, puedes caminar tranquilo. Tu alma está a salvo —explicó.

El niño, incrédulo, simplemente tomó su bolsa y se fue corriendo. Durante el resto del día Velasco fue visitado por muchos otros fieles, varios con problemas similares. Al llegar la tarde finalmente pudo desocuparse, antes de partir hacia donde el herrero para preguntar por la vivienda del joven de mal vestir, rezó una última vez pidiendo por la salud de todos los fieles que fueron a visitarlo.

Al salir de la capilla volvió a apreciar su hermosa estructura, volviendo a divagar sobre su impermutabilidad. De alguna forma su rigidez le daba la seguridad que le faltaba en los momentos de duda, así ningún problema significaba demasiado para él… de alguna forma sabía que sin importar lo que pase con el poblado o con sus creyentes… esa magnífica capilla seguiría allí, indiferente ante la realidad. Ya no le cabía duda, claramente iba a seguir allí una vez él esté muerto, y de alguna forma eso lo reconfortaba. Pero dejó de divagar, tenía que visitar a una fiel que no pudo acercarse a ser curada.