Corrientes, jueves 28 de marzo de 2024

Sociedad Corrientes

Mons. Castagna afirmó que Argentina está al borde de "su disolución"

09-05-2021
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Monseñor  Emérito Domingo Salvador Castagna, consideró que la Argentina, está empantanada en sus intentos por emerger de gravísimos conflictos, “Lejos” de poder recomponer las relaciones entre las personas y los diversos sectores que las vinculan.

“A medida que pasan las semanas, y la situación epidemiológica se agrava, todos parecen saber lo que se debe hacer y pocos atinan a hacer lo que les corresponde hacer”, advirtió.

En este sentido, monseñor Castagna lamentó: “Mientras tanto el pueblo observa el espectáculo bochornoso de una dirigencia que no logra ponerse de acuerdo y resolver los problemas comunes y urgentes”.

“Es el momento de una presencia fuerte de la Iglesia de Cristo, con un llamado claro a la práctica del amor fraterno, inspirando iniciativas inteligentes y esfuerzos generosos para resolver los problemas que ponen, a esta bendecida Nación, al borde de su disolución”, concluyó.

Texto de la sugerencia
1.- Cumplir el mandamiento del amor.
La permanencia en el amor a Cristo no se resuelve con una romántica e inestable declamación de amor. La expresión evangélica es por demás conclusiva: “Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor”. (Juan 15, 10) Es el modelo del amor verdadero. A partir del amor a Dios – primer mandamiento – podremos amar bien a quienes debemos amar. De otro modo, las relaciones humanas aparecerán contaminadas por el egoísmo y la irresponsabilidad. Radiografiar la realidad actual causa angustia y espanto. No lograremos cerrar la grieta mientras no exista el empeño de obedecer al mandamiento del amor a Dios y al prójimo. Argentina es un pueblo evangelizado desde sus orígenes. No debiera ser extraño a ella la recitación respetuosa de los Diez Mandamientos y el propósito de llevarlos a su pleno cumplimiento.

2.- Lecturas extrañas al Evangelio. El Evangelio es un llamado a la coherencia. Insta, a los creyentes, a arreglar sus vidas de acuerdo con su inspiración. Es exigente el proyecto – o forma de vida – que propone. Si se lo adopta como respuesta de fe, constituye la norma que regula los pequeños y triviales acontecimientos de la vida, como también los más trascendentes y notables. Para quien se profese cristiano le está vedado modificarlo, con el insano propósito de acomodarlo a visiones que contrarían su auténtico contenido de verdad. A veces con buenas intenciones, por ignorancia o poca honestidad intelectual, se ensayan lecturas extrañas a su inspiración, con la pretensión de acomodar los contenidos esenciales de la fe cristiana a cualquier aventura ideológica. Hemos escuchado a un importante dirigente político, sostenedor de la legalización del crimen del aborto, afirmar que su militancia abortista no contradice su identidad de católico. Es grave y preocupante que este error no haya recibido una respuesta inmediata y clara. El texto evangélico del Apóstol San Juan dispone de un lenguaje directo y transparente que disipa toda duda y confusión.

3.- Tener los sentimientos de Cristo. Únicamente como consecuencia de la “permanencia” en el amor a Cristo será posible el cumplimiento del mandamiento de amarnos mutuamente: “Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado”. (Juan 15, 12) El amor a Dios se manifiesta en el amor a los demás. Para ello, la gracia de Cristo, dispensada generosamente, causa una identificación de actitudes y sentimientos con los del mismo Señor. San Pablo así nos exhorta: “Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús”. (Filipenses 2, 5) Lo que ocurre entre el Padre y Jesús, se produce entre Jesús y nosotros. La amistad cívica, tan difícil de formular hoy, en algunas manifestaciones “populares”, se frustra si se la intenta en base a una falsa estrategia diplomática. Menos aún si se pretende imponer un pensamiento único, y silenciar a quienes no se avengan a él. El modelo del amor entre las personas es Cristo, así lo expresa su enseñanza: “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando”. (Juan 15, 13-14) Es imperioso, en esta perspectiva, empeñarnos en promover la amistad cívica.

4.- Es la hora para una presencia fuerte de la Iglesia. Nuestra amada Argentina, empantanada en sus intentos por emerger de gravísimos conflictos, necesita recomponer las relaciones entre las personas y los diversos sectores que las vinculan. ¡Qué lejos está de lograrlo! A medida que pasan las semanas, y la situación epidemiológica se agrava, todos parecen saber lo que se debe hacer y pocos atinan a hacer lo que les corresponde hacer. Mientras tanto el pueblo observa el espectáculo bochornoso de una dirigencia que no logra ponerse de acuerdo y resolver los problemas comunes y urgentes. Es el momento de una presencia fuerte de la Iglesia de Cristo, con un llamado claro a la práctica del amor fraterno, inspirando iniciativas inteligentes y esfuerzos generosos para resolver los problemas que ponen, a esta bendecida Nación, al borde de su disolución.