(Por Francisco Tomás González Cabañas). El talismán en que transformaron los que profesan la religión progresista tuvo recientemente una dura estocada. Post mortem se denuncian públicamente las prácticas sodomitas y pederastas llevadas a cabo en África. Sí “zafaban” con Althusser para escindir su obra del asesinato perpetrado contra la socióloga que lo había elegido como marido, ahora habrá que ver cómo se las arreglan para no “cancelar” a Foucault.
En verdad lo antedicho es una trampa. Dividir en las categorías ideológicas, falsas o falsables además, no es más que una provocación para llegar a más lectores o para exasperar a los ocasionales. Lo mismo le hubo de ocurrir a Heidegger con el nazismo y seguirá ocurriendo. La aporía de lo individual y general, se profundiza con las consideraciones acerca de cuán político es lo personal y sí en verdad ninguna sola acción, por más determinante que fuese, puede determinar las miles de acciones de un sujeto.
Ocurre en los ámbitos académicos e intelectuales, como no llevar la presente cuestión dilemática al terreno de la política práctica.
Transidos por la continuidad de la pandemia, en lo que dan en llamar la “segunda ola” el calendario electoral fijado, genera especulaciones políticas que se arropan bajo las justificaciones de las precauciones o buenas intenciones sanitarias.
Como sociedad o mejor expresado como horda, hace tiempo que nos debatimos entre la orfandad pura y el complejo de Telemáco. Hace décadas que “crecemos” (desgraciadamente crecen más las inequidades, las injusticias, la pobreza, marginalidad e inseguridad) sin una autoridad política que oficie bajo un rol de padre (como ley) u ordenador que establezca con clara autoridad las prioridades de lo público o común.
El sistema democrático que logramos conseguir nos propone que elijamos un “primus ínter pares” mediante el voto directo de ciudadanos iguales (solamente en la instancia electoral), en la opción de los candidatos que tras la fachada de la “idoneidad” en verdad se presentan gracias a los más bajos ardides para empujarse entre sí y llegar antes y sin escrúpulos a ser los primeros de la fila.
No casualmente se saltearon la cola para vacunarse ellos y sus familiares. En el caso en donde resulta muy difícil separar al autor de la obra, el presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, con tantos pasos por diversas fuerzas políticas, incluyendo la suya propia, propuso bajo la argucia sanitaria (con el agravante de usar una razón de preocupación mundial que afecta desde hace un año a la mayoría de la población) saltearse una elección o convertir las PASO en la general y de paso, convertir o subvertir el espíritu del sistema electoral con el que votamos hace una década.
“Ventajita” sigue ratificando que la caracterización realizada por el entonces Presidente Macri, no era desacertada. Así como logró vacunar a su padre y suegro, incidir seguramente en la designación de su mujer (que militando la igualdad de género, como tantas a diario, sin su lazo conyugal no estaría donde está) y de los suyos, presentándose como el hombre gris que forjaría la ancha avenida del medio para desterrar la grieta pretende de buenas a primera una distorsión lisa y llana al epicentro de nuestra cultura democrática que es una reforma agazapada de la ley electoral.
Imploramos por una oposición que sea firme para no rifar nuestra democracia o dejarla a merced de los oportunistas de siempre, por no decir descuidistas o “pungas de lo institucional”, so pretexto de buenas intenciones conviertan a la Nación toda en los feudos antirrepublicanos de donde provienen muchos y muchas de los que han confesado que vienen por todo para beneficio propio, de sus cómplices y herederos.
