Corrientes, viernes 26 de abril de 2024

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#QUEDATEENCASA: “Los Laberintos del Alma”

02-08-2020
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Es una de las novelas (2018) de la escritora correntina Nily Yaeger Bullón. Aquí compartimos uno de sus capítulos. Para contactar a la autora: mensaje privado a su Facebook: Nily Yaeger Bullón Escritora y Nily Yaeger (Instagram)


TRANSITANDO LA VIDA SIN ELLA

Con el corazón ahogado de dolor e incertidumbre, sin visualizar un futuro, con el desamparo entre sus entrañas y el alma aturdida de carencias, transcurrían los días de Nadia junto a su padre enfermo.

Elena estaba definitivamente ausente en sus vidas, esa ausencia desgarradora que provoca una muerte lenta en los que la sufren. Ella, su madre, había muerto. Costaba entender, pero así era.

Levantarse y continuar fue la consigna asumida por la chica y el firme propósito de acompañar a su padre. Ahora ante la ausencia, dolor y desolación, sin vislumbrar un futuro sin su esposa, la pensaba constantemente y lo sumergía en estados de mucha angustia ¿cómo no estar así? Si los últimos tiempos estaban plenamente entregados el uno al otro ¿cómo podría preverse una situación como la que se presentó? Estaban en el momento más hermoso de su relación familiar y de pareja, con proyectos de vida a encarar y satisfacer. Se amaban.

Sí, Nadia lo ayudaba a sobrellevar, pero a ella, ¿quién la ayudaba? Se encontraba sola ante tanta responsabilidad inesperadamente asumida, sin duda alguna, que no estaba en condiciones ni preparada para hacerlo.

Recordaba a su mamá y sentía la dulce necesidad de que la abrazara y la besara, sentir en su pecho el fuerte latir de su corazón, como lo hacía siempre, cuando la muchacha se encontraba triste y lloraba, así la calmaba de esas pequeñas insatisfacciones que la angustiaba. Evocaba esa suave fragancia de su cálida piel, su andar ligero y firme en la casa, siempre inquieta y decidida ante cualquier circunstancia que se presentara.

Sí, también recordaba ese riquísimo aroma de esos bizcochuelos recientemente horneados o los sabrosísimos buñuelos que al ingresar a su casa la envolvía. Eran tantos y tan bonitos los recuerdos.

La incertidumbre, el frio y la tristeza provocaban que ella se considerara nada sin su cariño, sin su contención y sus tiernas caricias. Era tremendamente cruel vivir sin la presencia y sin el amor de su madre.

La muchacha comenzó a darse cuenta, el significado del pedido de Elena en esa noche triste, el día de su muerte. Su madre le había pedido que se abrigue porque la necesitaba sana.

Sí, estaba muy claro que le había encomendado la misión de cuidar a su padre, quien ahora mucho la requería y la joven estaba dispuesta a cumplir lo que interpretaba como el último encargo de su madre. Además, porque era su padre y lo amaba. Muy atrás habían quedado esos días de reproches hacia él.

La casa estaba vacía sin Elena. Se encontraba silenciosa sin sus cantos melódicos que brotaban de sus labios, con esa voz tan hermosa y dulcísima. Esas canciones de “Los 5 Latinos”, “Salvatore Adamo”,”Django”, “Leonardo Fabio”, también temas como “Remembranzas” o “Allá en el Cielo”, aunque más cercano a su prematura partida le gustaba “En el país de la libertad” y otras tantas baladas que alegraban los días de quienes vivían en ese hogar. También extrañaban sus enojos y reprimendas y esos momentos de sentarse sola a tomar unos mates amargos, porque ni Gustavo ni su hija la acompañaban, pues ninguno de ellos tomaba la infusión en esa época.

Luego Nadia pensaría que quizás eran los instantes exactos de compartir junto a su madre, no solo esos mates que eran el pretexto ideal para comentar cuestiones de su vida. Necesitaba quizás contarle aquellas vivencias que con su propia madre y hermanas vivieron cuando era jovencita y recién llegadas a la ciudad u otras historias que le surgieran espontáneamente. Tal vez quería compartir acerca de esa actitud miserable y machista de su propio padre en no querer reconocerla porque había nacido mujer, tantas cosas que le hacía falta expresar con los seres que amaba o quizás sobre algún amor no correspondido o bien, acerca de las carencias de un hogar humilde. Quien sabe qué cosas necesitaba transmitir. Aquello que hiciera que su propia vida fuera triste y desesperanzada. Elena, indudablemente, había sufrido mucho.
Era tan grande la necedad de Nadia y no se daba cuenta, por esa manera de ser, muy impetuosa, muy propio de ella y creyendo quizás que más adelante podrían conversar, que habría tiempo para hacerlo. Solo después se daría cuenta de ello, pero ya sería muy tarde. Su madre, se había marchado para siempre, siendo muy joven. Culpas, auto-reproches, cargos de conciencia, también estuvieron presentes en la vida de la joven.


Nily Yaeger Bullón

Sus pocas, pero buenas amigas, la acompañaban siempre que podían. Mary era ese ser excepcional a la que tanto quería y que le había brindado la vida. Asistían a la facultad y se veían muy seguido; con Nancy, a quien también quería mucho, no se veían tanto por las cuestiones laborales de ambas.

Un día, luego de la muerte de Elena, fue invitada a almorzar por los padres de Nancy. Conversó con la madre y le preguntó:
- ¿Por qué a mí Lilita? ¿Por qué?

Luego de unos momentos, mirándola fijamente y con mucha ternura, la señora, le contestó:

- Mi querida Nadia… ¿por qué no a vos? Seguramente te dolerá lo que te diga…pero decime, ¿por qué no a vos?
Palabras que en un principio la lastimaron muchísimo porque las consideró crueles, sin embargo, la hicieron reflexionar.

Le hizo pensar profundamente, y se preguntaba quien se creía que era ella para que las cosas inexorables de la vida no le ocurrieran. Todo esto llegó a lo profundo de su corazón, y se replanteó preguntas existenciales, “¿Lo tengo presente a Dios en mi vida? ¿Cómo? ¿De qué manera?”, se preguntaba insistentemente.

Estaba muy claro que por su fuerte formación religiosa lo tenía junto a ella. Se dio cuenta en seguida que sí, lo tenía siempre presente en sus oraciones, pero adaptada a su manera y a su dolor; en definitiva, a su circunstancia misma. ¿Era lo correcto? Claro que no.

Se dio cuenta de lo equivocada que estaba, sin embargo, ahí la tenía a Lilita, esa mujer tan sabia acerca de la vida, tan bondadosa quien le estaba haciendo ver que eran situaciones por las que debía pasar como cualquier ser humano. ¡Cuán agradecida se encontraba por tenerla en esos momentos en el que su mundo estaba perturbado!

Fue sin dudas, a partir de ese instante que surgió el inmenso cariño de Nadia hacia Lilita y se convirtieron en grandes amigas -pese a la diferencia de edad- hasta el final de los días de esa maravillosa mujer que Dios, el Señor de los tiempos, puso en su vida.

Pasaron muy pocos meses, la situación de padre e hija no había variado demasiado, sumando a todo lo vivido, los fuertes y recurrentes ataques de asma de Nadia, que mantenía en vilo a su padre, quien tampoco se había recuperado de su estado depresivo.

Fue el día del padre, tan solo a dos meses de haber fallecido Elena, que la muchacha fue internada por uno de esos virulentos ataques.
Nuevamente aparecieron culpas y remordimientos en la vida de la muchacha, quien había pretendido hacerle pasar un día diferente a Gustavo tratando de atenuar la ausencia. ¡Vaya si fue diferente, claro está, pero no como lo que había pensado!

Extrañaba a su mamá en todo momento, pero en esa situación aún más la necesitaba. Recordaba que ella, durante sus crisis asmáticas, se sentaba junto a su cama a reconfortarla, durante todo el tiempo necesario y hasta que le pasaran los ahogos.

Horas enteras conversaba de algunas cuestiones que le alejara del nerviosismo que implica la falta de oxígeno y el estado que ello produce. Nunca se quejó por estar trasnochada como consecuencia de esa situación; tampoco que su falta de sueño impidiera atender las cosas de la casa. Era realmente una madraza. Pero ahora estaba sola en esa cama de hospital y nadie junto a ella. Gustavo, decididamente no estaba en condiciones de acompañarla. Entonces ¿quién? Nadia estaba, indudablemente completamente sola.

La vida, tiene giros tan inesperados. Se presenta de manera paradójica, inexplicable, indiferente. Algunas personas sufren, otras en cambio, se sienten felices y así transcurre el existir entre tantas situaciones humanas. Claro que una persona cuando se encuentra apenada, por más que lo intente, no puede ser capaz de ver el lado bueno o positivo de la vida mientras está envuelta de pesares. Decididamente, no podía. Nadia era muy fuerte pero aún no estaba en condiciones. Todas las situaciones vividas le impedían hacerlo.

Inesperadamente llegó la invitación a la boda de la tía Josefina quien había postergado este acontecimiento en unas pocas semanas por la pérdida de su hermana.

Esa invitación, trajo otros aires. Gustavo estaba tan entusiasmado en viajar para dicha ocasión. También Nadia tenía inmensas ganas de ver a su tía y acompañarla en tan bello momento. Necesitaban hacerlo, les vendría muy bien estar junto a los seres amados.