Corrientes, jueves 28 de marzo de 2024

Opinión Corrientes

Los intelectuales y la política

31-10-2019
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(Por Alejandro Bovino Maciel para momarandu.com) He comprobado que en nuestros pagos correntinos pocos intelectuales, escritoras, autores y artistas, se expresan públicamente en los medios para opinar políticamente.

Esto no significa afiliarse ni apoyar a tal o cual partido, pero al menos desde el siglo XVI es sana tradición en Occidente que los escritores usen la tribuna de la sociedad para dar a conocer su opinión acerca de todo cuanto acontece en la vida pública, que siempre es política.

Últimamente la sociedad se ha polarizado en el borde de una ‘grieta’. Estamos los “unos” y los “otros” como Montescos y Capuletos ávidos de sacar el puñal de bajo de la capa para asestar el golpe mortal al enemigo de ideas. Esto de acusar de ladrones, dictadores, soberbios, energúmenos y otros adjetivos que vamos colocando como rótulos (merecidos o no) descorren de la escena el verdadero foco: como decía Herber Spencer: criticamos personas, como hacen los criados, en vez de intercambiar ideas, como hacían los amos de aquellos tiempos.

En este sentido, más allá de las personas que los encarnan, hay dos ideas casi opuestas desde el punto de vista socioeconómico. Por un lado, la receta liberal al gusto clásico, que ya conocimos de la mano de Martínez de Hoz, Dominguito Cavallo y la Fundación Mediterránea de los Chicago boys, fanáticos de las recetas de Fondo Monetario Internacional que a su vez hilvana sobre las ideas de los economistas Milton Friedman y Arnold Harberger.

Friedman se felicita a sí mismo por haber inspirado lo que él llama un poco pomposamente el “milagro chileno” en alusión al despegue de la economía de nuestro vecino. Hace un año conocí Chile y descubrí lo que ya sospechábamos desde que vimos las imágenes del último terremoto: ciudades pobres, zonas rurales en medio de la miseria y centros urbanos con una zona top donde vive una minoría que concentró toda la riqueza del “milagro chileno”. Lo mismo sucede con Santiago de Chile: hay una zona céntrica, unas treinta manzanas donde asientan las áreas residenciales con mansiones y los grandes shoppings, y después está el resto de la ciudad, con casas grises, barrios de obreros y de empleados, con casas modestas, y más allá la carretera que lleva a Valparaíso, casi desértica. El fabuloso milagro chileno está muy lejos de haber conseguido la ‘felicidad general’ que, según la definición de lo que es economía, tiene por finalidad. El milagro liberal siempre consigue lo que busca: beneficiar a unos pocos privilegiados y cerrar la puerta a todos los demás, que seríamos nosotros querida lectora, amable lector. El prospecto liberal pregona a gritos que el Estado debe mantenerse al margen y dejar que el libre mercado decida precios, producción, consumo, costos, salarios y todos los etcéteras que podamos imaginar. El prospecto liberal, desde Adam Smith, ordena que se debe dejar hacer y dejar pasar libremente a mercadería sin ninguna restricción. Que el mercado, jura don Adam, regulará con su ‘mano invisible’ la oferta y la demanda. Y vaya que lo hace, beneficiando a los que más tienen y declinando las obligaciones del Estado (que son gastos) en las áreas de educación, salud y justicia. Y la clave, lo dicen todos los manuales de economía liberal, reside en el libre mercado, nada de restricciones aduaneras, nada de multas, impuestos ni aranceles. La mercadería debe circular libremente a voluntad del vendedor y el comprador y nadie más.

Ahora bien, si hay un país abanderado con este neo liberalismo consumista, es EEUU. Y si hay un dirigente que defendía a capa y espada las ideas ultraliberales, ha sido el inefable Donald Trump. Y ya puesto a gobernar, don Donald se metió las recetas liberales en quién sabe qué bolsillo y se tiró para el lado del proteccionismo de la economía norteamericana, que es exactamente lo opuesto al libre mercado que cacareaba en campaña. Pero para nuestra sorpresa el coro de economistas vernáculos ultraliberales está en silencio. No escuché furiosas diatribas contra don Donald por esta traición de las ideas liberales. Parece que, si un gobierno latinoamericano aplica medidas proteccionistas, se convierte en Venezuela, es comunista o está teledirigido por la inteligentzia cubana. Vis a vis, el mismo razonamiento debería funcionar para don Donald, aunque ya nos imaginamos la sarta de carcajadas que soltará si alguien lo acusa de filocomunista cuando todos saben que es un furioso maccartista.

No sé, pero supongo que todos ganaremos más si debatiéramos las ideas (en especial las ideas económicas que nos afectan como sociedad) en lugar de trenzarnos en eternos torneos de chorros, ladrones de PBI, ladrones de correos, estafadores, asesinos de fiscales y otras acusaciones fogueadas por cierto periodismo militante y hasta mercenario. Si hay delitos, es trabajo del Poder Judicial, que cuenta con informaciones precisas, esclarecer los hechos. Los criados, nos manejamos con chismes, y eso no tiene vigencia en la justicia.