Corrientes, jueves 18 de abril de 2024

Cultura Corrientes

La utopía musical es americana, por Jossé Miguel Bonet

21-10-2019
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Foto: Gregorio Segundo ejecutando el nviké.

(Por José Miguel Bonet* desde Mburucuyá para momarandu.com) En el período que va de la Post-Conquista a la Colonia Hispanoamérica es un hervidero de cultura: el orgullo de los nativos encamina a éstos, primordialmente, a emular lo más pronto posible las manifestaciones intelectuales de la metrópoli con el fin de aminorar la distancia que los separa de ella.

De tal modo, intentan ampliar su educación; procuran leer libros, buscan la manera de concretar la integración de una aristocracia espiritual, integración originada en escuelas, universidades y seminarios, sitios en los cuales los indios, mestizos, criollos y españoles son admitidos sin distingo de razas ni condiciones. Es el crisol de la "raza cósmica" que teorizara Vasconcelos. Vinieron en busca de oro en sus atrevidas y arduas expediciones, pero los conquistadores trajeron con ellos un tesoro más valioso y duradero: el de la cultura de la ‘Edad de Oro’ de España". (Gilbert Chase: La música de España).

Mil años antes se había cumplido un similar proceso de conversión en la naciente Europa y, al igual que en aquellos tiempos remotos, ahora la música desempeña un fundamental papel civilizador en estas tierras del Nuevo Continente. A tal propósito, señala Kurt Pahlen, la catolización de los indios del Alto Paraná se llevó a efecto, mayormente, debido a la influencia del arte musical; es célebre el caso del fraile músico que, por medio del fascinante poder de las notas de su violín, condujo a las tribus indígenas desde la impenetrable manigua hasta las feraces orillas del río. En infolios antiguos se halla retratado este misionero-artista peninsular: aparece acompañado del violín prodigioso. Debido al esotérico hechizo del arte musical, el citado sacerdote logró convertir a enjambres de nativos. Desde entonces hace parte de la historia del Nuevo Mundo, tanto la musical como la religiosa. Y el santoral lo incluye con el nombre de San Francisco Solano.

Menéndez Pidal considera que "podemos decir con seguridad que un copioso romancero pasó a América en la memoria de aquellos que tripulaban las naves descubridoras y en el recuerdo de cuantos después allá fueron”. El género romancístico acompaña a los navegantes, misioneros, exploradores, soldados y funcionarios al Nuevo Mundo como parte de su bagaje cultural tradicional, pues los versos de los romances reflejan los valores de su comunidad; además de contener historias fascinantes y ejemplos de vida desde el mundo de la ficción, los hombres y mujeres que los cantan, lo hacen de manera natural, con la tranquilidad del saber no aprendido. La muy noble y leal ciudad de Nuestra Señora Santa María de la Asunción es el establecimiento permanente más antiguo fundado por Juan de Salazar y Espinoza en la cuenca del Río de la Plata. Durante la época colonial fue un importante centro de descanso y reaprovisionamiento para aquellos que llegaban al Río de la Plata desde Europa, atraídos por el oro y la plata del Alto Perú. Es conocida como la "Madre de Ciudades", porque durante la Conquista partieron desde ella varias expediciones con el objetivo de fundar otras ciudades del Cono Sur americano, entre ellas Buenos Aires, por segunda vez (luego del fallido intento de 1536), Corrientes, Santa Fe, Concepción del Bermejo (Argentina); Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), Santiago de Jerez, Ciudad Real (Brasil). El sitio donde hoy se ubica la ciudad, habitado en un principio por indios carios, fue probablemente visitado por Juan de Ayolas en la expedición que ordenó Pedro de Mendoza desde la primera Buenos Aires, y es por esta razón que a Ayolas se le atribuía antes su fundación; pero luego se comprobó que el fuerte llamado Nuestra Señora de la Asunción fue fundado el 15 de agosto de 1537 por Juan de Salazar y Espinoza de los Monteros, quien justamente había ido en búsqueda de Ayolas. Dicho fuerte se convirtió en ciudad con la creación del Cabildo, el 16 de septiembre de 1541, puesto que hasta ese entonces sólo existía un gobierno de carácter militar.

Los primeros instrumentos en llegar a América fueron la vihuela y la gaita, instrumentos de poco peso y fáciles de transportar. En el siglo XVI, lo que se refiere a la presencia de la vihuela en América, documentos en el archivo de Indias indican que, en la flota de Diego Colón a Santo Domingo, que partió de Sevilla y Sanlúcar en 1509, el secretario Rui González llevaba una “vihuela y cuerdas”, y que durante todo el S.XVI se trajeron de España “cuerdas de vihuela”. Furlong dice que los conquistadores que llegaron con Pedro de Mendoza, ya traían sus vigüelas, con que trataban de acortar el tedio de la travesía oceánica. Este es un punto esencial: el español entró en nuestro territorio con sus vigüelas, sus trompetas y sus pífanos (flauta travesera de tono muy agudo, usada en las bandas militares). Según el Diario del Cap. de Fragata Juan Francisco de Aguirre (tomo I.pg.102). los primeros músicos de Asunción fueron: Antonio Ramos, Juan de Xara, Antonio Coto, Antonio Romero y Gregorio de Acosta. Formaron un coro. No cita los instrumentos que eventualmente tocaban. Sabemos que su paga era de “8 hanegas de cebada y un cochino de 40 días al año”. El coro estaba formado en la primera Iglesia Catedral de Asunción. Su primer capellán fue el presbítero Francisco de Andrada, sevillano, ”y empezó el 11 de agosto de 1539”. Los pueblos indígenas precolombinos ya tenían, como patrimonio instrumental, los siguientes instrumentos musicales:
1 - Tambor de agua (Kataki): utilizado por los qom en la zona chaqueña, pilagá, wichí y nivaclé. El cuerpo es hueco, y se lo llena con agua. La boca se cierra con cuero de corzuela.
2 - Flauta de pan (Sikus): en la Puna y Quebrada de Humahuaca. Se compone de dos juegos de tubos, ejecutados, a la vez, por dos personas. Es anterior al periodo de conquista.
3 – Takuapu: instrumento musical de percusión guaraní.
4 - Erkencho: Puna y Quebrada de Humahuaca. También llamado pututo y asta. Consiste en un tubo de caña unido a un cuerno vacuno como pabellón.
5 – Caja: Centro norte. Es un tamboril de mayor diámetro que altura.
6 - Erke o corneta: Puna y Quebrada de Humahuaca. También denominado caña en la Puna. Mide de tres a cinco metros. Se hace con caña de Castilla y la boca es de cuero.
7 - Kultrún (Timbal mapuche): Patagonia. Su cuerpo es una fuente de madera y la boca está cubierta con una membrana de cuero, con ataduras de tiento para tensarlo.
8 – Tambor - Chiriguano-chané: zona norte. Su ejecutante se lo cuelga al hombro con una correa. Se percute con un mazo y acompaña el ritmo de las melodías de flauta.
9 - Arco musical: monocorde de la zona chaqueña. Los arcos se hacen con un trozo de rama de tusca (acacia). Emite sonido al frotarse ambas cuerdas.
10 - Nviké: Pilagá. Chaco. Típicamente aborigen, de sonido monocorde y de una cuerda. Suele estar tallado en madera.
11 - Sikus de la Quebrada de Humahuaca y la Puna.
12 - Flautilla chaqueña; Chaco. De caña y con diferente cantidad de orificios, oscilando entre tres y seis.
13 - Silbato chaqueño: Chaco. El orificio mayor es para el soplo. El menor, para obturar. Lo usaron los aborígenes nivaclé y chiriguano.
14 – Quena: Salta y Jujuy. Proveniente del altiplano peruano-boliviano. Está fabricado con la caña de bambú hembra.
15 – Akuapú: Misiones. De los aborígenes guaraníes mbya y ava. Se hace con un trozo de caña y produce un sonido profundo al percutirlo contra la tierra.

Existen muy escasas crónicas de los siglos XVI y XVII, pero varias del XVIII. Con todo, por ejemplo, Ruy Díaz de Guzmán se refiere a bocinas y cornetas entre los guaraníes y payaguaes, y cree que son instrumentos usados en un contexto bélico. Barco Centenera menciona, en el mismo sentido, a flautas, tambores y trompas.

A fines del siglo XVI, el jesuita Bárzana dice con respecto a los indígenas del Chaco: “Estas naciones son muy dadas a bailar y cantar; sus muertes las cantan todos los del pueblo cantando juntamente llorando y bebiendo”. Otro jesuita, Dobrizhoffer, nos hace una jugosa descripción de los cantos de los abipones: “Nunca cantan todos juntos, sino de a dos por vez, siempre con amplios cambios de registros. La entonación varía según el tema de la canción, con muchas inflexiones de sonido, con mucho vibrato Todos estos instrumentos, los llegados y los autóctonos, permitieron una simbiosis, que contribuyó a acrecentar la riqueza musical del conquistador y el conquistado, a posteriori se fueron integrando muchos otros instrumentos a medida que avanzaba la colonización. Queda demostrado que la música es la armonía del cielo y de la tierra, y puede dar nombre a lo innombrable y comunicar lo desconocido.

La utopía compacta la herencia musical europea, india, negra, judía y árabe en el nuevo continente.


*Cátedra Libre del Chamame