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( Por Eugenio Montero). Arnaldo Gómez murió este domingo en Corrientes donde vivió luchó y amó .Comprometido de principio a fin con las causas populares y los derechos ciudadanos, preso político de la dictadura militar, activo protagonista de gestas históricas.
Médico veterinario de profesión, oficio que ejerció durante largos años,Huevo, apodo con el que le conocía , era dueño de una cualidad que no abunda: estar en el sitio adecuado en el momento justo.
En el correntinazo de los 60 abriendole la primera grieta al onganiato, inmerso en las gigantescas olas por un mundo nuevo de los setenta, en la noche más oscura para arrancárle libertades a la dictadura después de sufrir sus cárceles y sus interrogatorios, envuelto en las banderas de los DDHH en los 80 y junto a los autoconvocados en las épicas jornadas del 99 para estremececer al status quo correntino. Ya en 2000 depositó sus esperanzas en el punto de inflexión que apareció en 2003 y que entendió transformador
Arnaldo era de esa especie de hombres de acción que ocupan la primera línea cada vez que se lo requieren. Portador de los ideales más elevados de su tiempo, tipos que no escatiman esfuerzos y ponen el pellejo para empujar hacia adelante la rueda de la historia. Internacionalista por convicción
Sólo una porcioncita de todo eso hubiera alcanzado para justificar una vida
Si hubiera que congelarlo de una vez, en una sola imagen, esa imagen sería la de la solidaridad, la misma que lo llevó a conmoverse con las desdichas del prójimo hasta más allá de las fronteras de sus ideales políticos y sociales.
Se va y queda la congoja de saber que todavía había cuerda pero reconforta saber que si la vida es pasar, lo realmente trascendente es pasar dejando huella, y Arnaldo lo consiguió
