Corrientes, viernes 19 de abril de 2024

Cultura Corrientes
CORSÓDROMO NOLO ALIAS

El Bordo, La 25, Ajo y Malón encienden el décimo aniversario del Taraguí Rock

15-09-2019
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El rock duro y potente de Malón, las melodías de El Bordo, la cadencia de La 25 y la complejidad de Ajo se mezclan en la noche del sábado para encender el corazón de miles de personas durante la apertura de la edición décimo aniversario de Taraguí Rock en el Corsódromo Nolo Alias de la Ciudad de Corrientes.

El Corsódromo Nolo Alias de la Ciudad de Corrientes recibe desde el sábado 14 hasta este domingo 15 de septiembre dentro de un espacio cerrado a cielo abierto preparado con dos escenarios de grandes magnitudes para el despliegue de la grilla de las bandas a miles de personas dispuestas a celebrar de la décima edición del Taragüí Rock.

Anderes, Malentonados, The Pueblo, Wendigos en Camisas, Norte Mestizo, El sueño de Eva, Craneo, Grito Clandestino, La Botica, Malón, Silencio Blues Trio, El Bordo y Ajo, La 25, fueron los grupos que abrieron el festival en su primera noche. Este domingo será el turno de Fuera de Serie, Free Excesses, Matriz, Feli Colina, La Chiflada, Kalacawas, Rocío Lens, Salvapantalla, Simónimos, Peligro de Aborto, Cabezones, Música para la Volar, La Murga y La Beriso.

Durante la primera jornada, el rock duro y potente de Malón con las melodías de El Bordo, la cadencia de La 25 y la complejidad rítimica de Ajo han formado una mezcla singular que encendió el corazón de miles de personas en una marea viva de canciones que recorrió casi todos los estilos acentuados en los géneros que expresa el rock argentino desde las últimas dos décadas de fines del siglo pasado.

Esta es, además, una edición del festival marcada por la evolución que las bandas han señalado sobre su propia trayectoria en este escenario. Desde las cuatro de la tarde, hasta las dos de la mañana, puede oírse a los artistas recordar entre canciones anécdotas en torno a composiciones presentadas dentro de este mismo festival pero en ediciones pasadas, y encontrarse con un público que vuelve a vivir aquellas experiencias como si fuera la primera vez.

Sin dudas, este año, la llama del festival fue encendida por la voz del astro de Llavallol Claudio Alberto Castro "O'Connor" con "Malón".

Cuando O'Connor salió al escenario fue recibido con una ovación que rugió una y otra vez durante el transcurso de su repertorio. En ocasiones, la banda apagaba los instrumentos y de punta a punta del predio la voz del público siguó totalmente a capella el repertorio preparado por "O'Connor". En tanto, músicos de otras bandas se agrupaban junto al escenario para capturar los instantes en los que Malón pasaba del hard al thrash y al groove de tema en tema, y destacaban la presencia de sus solos instrumentales, principalmente los de percusión.


Claudio Alberto Castro "O'Connor" junto a "Malón" agita una bandera en la 10° Taragüí Rock. 

En todo el predio la música vibra con una fuerza mayúscula. La potencia de la energía que deprenden los escenarios dentro de los camarines se experimenta como una oscilación permanente que se alimenta de graves y crece con las percusiones.

Dentro del público, esta edición del festival también se vive como una fiesta del rock de fin de siglo, una oportunidad para recordar a las bandas que pasaron por la escena del rock argentino en la década de los ochenta y los noventa, junto a los mensajes y legados estéticos que trasladaron desde mediadios de Siglo XX hasta ese presente, que vuelven al público desde allí hasta hoy.

La calavera, la lengua rolling stone, el puño cerrado, la "v" con lanzas en dos direcciones, se agitan en las camisetas de miles de personas, en formas diferentes y colores distintos, en rostros adolescentes, adultos y jóvenes, mientras sobre el escenario, bajo la protección de formas musicales que cobran fuerza en el rock and roll, el hard rock y el rock progresivo y experimental se extienden en improvisaciones y juegos rítimos y melódicos en la propuesta que ofrecen casi todas las bandas.

Las presentaciones son acompañadas por composiciones visuales en pantallas gigantes proyectadas detrás de la ubicación que los músicos encuentran sobre el escenario, de modo que, los cuadros escénicos potencien el repertorio preparado por cada banda. Cuadros vivos, caleidoscópicos y psicodélicos, mutan fotografías y gráficos modernos con imágenes en video de caricaturas o presentaciones en vivo, dentro de este u otros escenarios en este u otros países, y se vuelcan al público a través de nubes de humo y secuencias de luces verdes, rojas y azules.

ROCK AND ROLL, EN SU EXPRESIÓN MÁS DIRECTA

Pero esta es también una edición de fiesta para el rock and roll, junto al blues y el metal uno de los estilos más queridos por los músicos y los espectadores de este festival. En otras palabras, esta fue, en su primera noche, una fiesta grande para los fanáticos de La 25 y para los no fanáticos, pero amantes del rock, que permanecieron esperando esta banda, nacida en Quilmes de un grupo de amigos de barrio reuniendo monedas para comprar una camiseta usada por Mick Jagger.

Desde las cuatro de la tarde, remeras de La 25 podían conseguirse en cinco puestos de venta callejeros junto al cerco perimetral del predio.

Estas son algunas de las maneras con las que ellos mismos, sus propios fanáticos transformados temporalmente en vendedores al servicio de su banda, se esfuerzan por comprobar la actualidad del género musical aunque su historia particular lo traslade, hermano cercano en origen al rock y al country, hasta mediados del Siglo XX o antes, a través de años en los cuales ha sido punto de inicio para estilos mucho más penetrantes dentro de la historia de este arte musical.

EL BARRIO, LOS AMIGOS Y LA MÚSICA QUE NO ENCUENTRA FRONTERAS

Desde afuera, esta es una edición aniversario que también parece haber hallado una solución a la tensión común entre artistas y público que, en gran medida, caracteriza a todo festival.


El Bordo, ante el público de la 10° Edición del Taragüí Rock. 

Tanto sobre como bajo el escenario, este festival se vive como una gran fiesta de amigos músicos y espectadores que celebra del rock argentino su origen "de barrio".

Aunque en las bandas el género no es señalado como una expresión de cuna "marginal", su encuentro con el público trasciende a las composiciones y las presentaciones transcurren cómplices y flexibles, con horarios rígidos pero abiertos, variables y dispuestos a cambios propuestos a tono con lo que se reclama con apluasos.

Y aunque la grilla de horarios oficial estima al tiempo de presentación para cada banda en media hora, sólo con excepciones de una hora para Malón y El Bordo y hora y media para La 25, los repertorios en ambos escenarios se extienden hasta cuarenta y cinco minutos con enorme satisfacción para músicos y espectadores. Tal fue el caso de Ajo, la banda correntina que "teloneó" entre El Bordo y La 25, que debió extender su temario tres canciones más a pedido del público.

Otra nota destacada para esta edición del festival correntino debe ser titulada con una sola palabra: voracidad.

Voracidad que en pocas horas da forma a una muchedumbre que emprende hasta trece viajes de un punto a otro dentro del interior del predio.

Junto a este tránsito, como en la cuadra, en la esquina, en la plaza, en el pasillo, en el patio de atrás, el cordón de la calle principal del Corsódromo Nolo Alias es asiento para la reunión de amigos y espacio de conversación. Cientos de otras personas se turnan en estos lugares para descansar y charlar mientras siguen observando cómo el arte se desarrolla frente a sus ojos y juegan con su música o bailan.

Voracidad que dirige al público de un lado a otro, del borde de un escenario al que se encuentra a casi cien metros exactamente enfrente, sin reserva de lugares ni sitios elegidos para permanecer contemplativo, a través de los equipos de sonido, con el correr de la noche, en el desarrollo de una experiencia que a cada paso se torna más intensa que la anterior, voracidad de más música, más dura, eclipsante y mejor ajustada a su experiencia vital.