Corrientes, sábado 27 de abril de 2024

Opinión Corrientes
RESPUESTA A BONET

Por Alejandro Bovino Maciel: Sobre el destino del Radicalismo (2° nota)

15-08-2019
COMPARTIR     
Respondiendo la cordial nota publicada por el Dr. José Miguel Bonet, siempre en el marco de lo que debería ser un respetuoso diálogo democrático, deseo consignar que no terminé de comprender su comentario.

En la nota, quizás argumentando en forma desordenada como suele ser todo lo que hago, yo señalaba una especie de preocupación por el futuro del Radicalismo, uno de los más importantes y centenarios partidos políticos de la Argentina. Mi alarma se encendió cuando comprobé, ya hace más de tres años, que el neoliberalismo afiebrado había tomado por asalto al Radicalismo en 2015 tal como lo había hecho con el Justicialismo en la olvidable gestión del olvidable Menem. El Justicialismo se repuso con creces durante el gobierno de los Kirchner y yo me preguntaba si la estocada haría reaccionar ahora a un nuevo Radicalismo que se recuperara de este golpe asestado por Cambiemos, que lo había borrado del mapa político argentino durante cuatro años.

José Miguel Bonet tomó esa idea pero se fue desplazando hacia otro tema, el del populismo. Citó a Laclau (aunque no la fuente) quien había consignado que el populismo es una ideología hueca, sin contenido. Sin embargo en una nota aparecida en “La Nación” del 10 julio de 20005 firmada por Carolina Arenes (diario que no puede ser sospechado de militar para el populismo, el progresismo ni idea alguna que lo aleje de la derecha enquistada en la que vive) y en dicha nota de “La Nación” dice del pensamiento de Laclau: “Habitualmente, cuando se habla de populismo se hace referencia a un tipo de gobierno asistencialista, demagógico, de inspiración nacional, que gasta más de lo que tiene y que pasa por sobre las instituciones y la ley amparado en la fuerza que le da el apoyo de esa entidad supraindividual llamada pueblo. Sin embargo, Ernesto Laclau, doctor en Historia dedicado a la filosofía política, ha propuesto con su libro La razón populista una provocativa vuelta de tuerca sobre el fenómeno del populismo, al proponer "rescatarlo de su lugar marginal dentro de las ciencias sociales" y pensarlo no como una forma degradada de la democracia sino como un tipo de gobierno que permite ampliar las bases democráticas de la sociedad. "El populismo -dice Laclau- no tiene un contenido específico, es una forma de pensar las identidades sociales, un modo de articular demandas dispersas, una manera de construir lo político."

Por lo que se ve, o Laclau cambió de pensamiento o Bonet y La Nación leyeron dos Laclau distintos.

Pero no me gustaría desviarme del tema que planteé que es el que me interesa. ¡Qué enriquecedor sería para nuestra Argentina que el Radicalismo recuperase su puesto político y alternara con el Peronismo en el ejercicio del poder! El bipartidismo parece ser una buena salida democrática, si no, que lo digan los británicos y los EEUU que lo practican hace más de cien años dando escuela de civismo y política “urbi et orbe”. Pero con ese bipartidismo argentino, sospecho, ganaríamos mucho más: es sabido que las diferencias entre demócratas y republicanos son pequeños matices pero en el fondo, son la misma cosa. En la economía tiran para el mismo polo. En el orden social quizás los republicanos declaran guerras poniendo cara de enojo, mientras don Barak Obama manda bombardear Oriente con una sonrisa en los labios, como dulcemente. Eso no hace diferencia, a fin de cuentas las bombas destruyen tanto con sonrisas como con enojos. Por otra parte los WikiLeaks demostraron con creces que las cuestiones formales son simples mascaradas y quizás esa fue la ventaja de Trump: dice las cosas en la cara al adversario.

En cambio, una alternancia de Radicalismo y Peronismo haría la vida nuestra mucho más diversa y colorida. Obtendríamos una gama amplia de visiones acerca de la sociedad, la economía y la política como ejercicio ciudadano. Las visiones políticas de ambos partidos no son muy similares y esa diferencia podría ser el motor de la historia. Tendríamos la oportunidad de regresar a la Argentina al sitio de países líderes que toman sus propias decisiones, y no pendientes del FMI o el Banco Mundial testeando sus políticas económicas, que son las verdaderamente soberanas.

Por esa razón me preguntaba acerca del destino del Radicalismo. Los nombres de Alem e Yrigoyen todavía resuenan y con fuerza en la Historia argentina. No deberíamos permitir que un grupo de improvisados disfrazados de liberales y de políticos, tomando por asalto un partido centenario hagan desaparecer una de las dos fuerzas históricas de la política argentina. No es justo ni lo merecemos.

Buenos Aires, agosto 2019