Corrientes, viernes 26 de abril de 2024

Opinión Corrientes

El destino del radicalismo, por Alejandro Biovino Maciel

13-08-2019
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El neoliberalismo siempre tuvo la costumbre de tomar por asalto viejos partidos políticos para convertirlos a su credo económico. Los liberales vienen de una honesta tradición filosófica llamada pragmatismo.

El pragmatismo dice que debe tomarse por verdadero aquello que es útil bajo el lema “Si es útil, es verdadero, si es verdadero, es útil” y entonces prescinde de toda otra idea política y social para convertir a la utilidad en un bien en sí. Ahora bien, como siempre sucede desde que el mundo es mundo, una doctrina resulta exitosa hasta que un grupo de granujas le toma el pulso y le busca la vuelta hasta encontrar el punto débil. Esa verdad será útil, ¿pero a quién? Y el neoliberalismo responde: al más poderoso económicamente. Y así tenemos el mundo actual que se debate entre una minoría riquísima y una gran mayoría relegada que se debe resignar al rol de espectadores fantasmas.

En los olvidables ’90 el neoliberalismo asaltó el peronismo de la mano de Menem y el inolvidable Domingo Cavallo. Provocó tanto desconcierto que ni los mismos peronistas atinaron a reaccionar para rescatar las ideas justicialistas de la ciénaga de negociados y prebendas que impuso la nueva agenda liberal. No es posible olvidar los desmanes de las privatizaciones a mansalva, los nombres de María Julia, Manzano, Adelina de Viola y otros ‘próceres’ de similar catadura moral. Aniquilaron los ferrocarriles, privatizaros los servicios públicos, las aerolíneas y todo cuanto fuese un buen botín para los asaltantes. Prometían que con eso los servicios serían más competitivos, mejores, más baratos, etc. Sucedió, como todos sabemos, exactamente lo contrario. El FMI daba las directivas mientras ahogaba al país con una deuda usuraria cuyos beneficios jamás llegaron a la gente. ¿Alguien sabe en qué se invirtió ese dinero que después nos lo cobraron con sangre sudor y lágrimas?

Cuando se fue Menem dejó una economía desolada. Esa sí, lo admitimos, fue la pesada herencia. De la Rúa poco pudo maniobrar dentro de una alianza de tirios y troyanos que a poco de andar terminaron a las trompadas dejándolo más aislado y sin reflejos a De la Rúa. Después vino la brillante idea de Cavallo de crear el corralito financiero y fue la lápida final que le faltaba a un gobierno en situación de agonía. Vino la semana del desfile de presidentes, a cual más delirante hasta que Duhalde retomó las riendas y pudo estabilizar la economía hasta dejarla saneada aunque la formidable deuda externa Menem-De la Rúa pesaba en cada decisión del gobierno. Ya desde Duhalde ese amor incondicional al neoliberalismo empezó a resquebrajarse. No se abrieron las importaciones a diestra y siniestra, el Estado comenzó a recobrar su rol activo en la demarcación de las políticas económicas y se acabó el “viva la pepa” de los tiempos de Menem.

Después vino el kirscherismo y se empezó a pagar la deuda, los intereses primero y después el capital de esa deuda monstruosa y que en buena parte estaba en mano de fondos buitres usureros.

En 2015 asume, como todos sabemos, la Alianza Cambiemos que tiene por capitanes a empresarios liberales y arrastra como socios al radicalismo. De nuevo, socios fantasmas que tienen poco o ningún peso en las grandes decisiones políticas del gobierno. Para dar la impresión de pluralismo otorgaron a los radicales dos o tres ministerios y secretarías casi decorativas por las que no pasan las decisiones económicas ni financieras. La Alianza de Gobierno ha convertido al radicalismo en un socio menor a quien se puede llamar a la hora de conflictos para mostrarlo como ejemplo de pluralismo con el que se lucen como demócratas y republicanos. Pero el Partido Radical centenario quedó reducido a sombras nada más. En estas elecciones no hay candidatos radicales de relevancia. Son como los camilleros de los incendios y es una verdadera pena que esta nueva onda de vivir sin ideologías haya sepultado al radicalismo como histórica alternativa bipartidista de la Argentina. Se me dirá que es el destino de las democracias. Responderé que no estoy de acuerdo, los EEUU que son el claro ejemplo de democracia, república, libertad etcétera etcétera hace más de cien años es bipartidista: demócratas y republicanos.

No quería olvidar de mencionar a otros dos "próceres" que fueron interventores radicales en Corrientes: ña Claudia Bello y el señor Aguad. Muchos correntinos y correntinas tendrán cálidos recuerdos de sus gobiernos.