Corrientes, viernes 26 de abril de 2024

Sociedad Corrientes

Las hordas primitivas, por Silvia Fantozzi

23-07-2019
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Silvia Fantozzi, para momarandu.com

Empujar a los jóvenes, contenerlos, encimarlos son artilugios utilizados por los gobiernos despóticos. Prima la ignorancia y la incapacidad de resolver con soluciones creativas los problemas que presenta la gloriosa irresponsabilidad de la adolescencia.

Cuando la ineptitud raya en la insolvencia moral, las herramientas son las mismas desde que el mundo es mundo: el rechazo, el odio, la aniquilación. Repito, si no gusta: se rechaza, se odia, se intenta eliminar.
Desoyendo sabios consejos milenarios, que lo que se debe atacar es el pecado y no al pecador, se arremete contra las consecuencias sin meditar ni por un segundo en las causas. ¿Cómo atacar el error, los malos hábitos en otros seres indómitos y vulnerables si no se pueden erradicar del sí mismo, arrogante, codicioso y malhechor?

Es responsabilidad de las políticas públicas garantizar la estabilidad laboral, el acceso a los cuidados en los infortunios. Mitigar las heridas, no permitir que sucedan el hambre, el temor al futuro y la desolación, no al menos con tanta naturalidad.

Es responsabilidad de los adultos sanos, criados a nestlitum ofrecer a los niños y jóvenes espacios de producción y no de consumo, de creación y no de compra estúpida e inalcanzable. Pero, ¿cómo lo pueden hacer adultos más preocupados por el balance nutricional y emocional de sus mascotas que el de sus hijos, tener el auto más largo o el corte barberí? Madres más preocupadas por repiquetear en el vacío del celular que en sostener a sus hijos, literal y metafóricamente (en el colectivo, abrazos, tareas escolares, demandas afectivas y concretas de un ser en formación). Padres más preocupados en jugar a la play, como si estuvieran en plena adolescencia, que en acompañar a sus hijos en sus miedos y necesidades y ofrecer la posibilidad de desarrollarse sin consumir, (una caja de cartón, una piedra, un escarabajo, en un niño, pueden ser objetos mágicos). Los no sin demagogia ni venganza sustituyen gritos y admoniciones.

En grandes estrategias burocráticas y pequeñas prácticas cotidianas a la ideología de la producción le corresponde preceder la del consumo. Producir objetos materiales e inmateriales, combinando elementos, crear, hacen innecesario alimentar la fogonera locomotora sin fondo de damemás, damemás. Producir sin esperar resultado, sin el objeto “para mostrar”. Crear espacios para crear con libertad y seriedad.

Es imposible asignarle a bebes en cuatro patas una lista de esperables, aplaudirles todo, enchufarle entretenimientos predeterminados y comida basura y luego exigirles que sean educados, responsables y amables.

Cualquier sistema de este tipo de amenazas y sobornos –recompensa y castigo, tipo perro– condena a un ser o a una sociedad a la desesperación y al auto-exterminio. Desequilibrio de liendres que termina matando al cuerpo que los alimenta.

Dos historias ilustran la forma que tuvo la humanidad de “encauzar” las hordas.
Una, la queja. Hace miles de años alguien muy culto, seguramente, escribió en una tablilla cuneiforme que sobrevivió a los tiempos: “La juventud está perdida, no tiene valores”. No sabemos si llamaron gente vestida de verde para que les enseñe a los adolescentes.

Otra, las cruzadas. Una Guerra Santa, por ejemplo, o cualquier milicia. Urbano II, ensalzado por los biógrafos. ”…su gloria inmortal reside en haber sabido comprender el medio eficaz, infalible, de lanzar a los jóvenes de sangre briosa, inquieta y pendenciera hacia una empresa que, cual válvula de escape, daba rienda suelta a sus instintos indomables.” Altamente beneficiosa –dice la fuente– para la civilización, cortaba, a la vez, la serie de fieros atropellos cometidos en campos y ciudades.

Hasta ahora no hemos avanzado mucho. Como diría la Dorita: ¡chedió!, ¿cuándo piko se le va a caer una idea?